EDITORIAL

EDITORIAL

Iglesia histórica, independiente y actual

El 16 de septiembre es una fecha especial para los mexicanos. Hace 211 años inició la movilización social que desencadenó lo que conocemos como la Guerra de Independencia, lucha que buscaba no solamente la independencia política del imperio español sino, sobre todo, mejores condiciones de vida para los menos favorecidos que habían sufrido las miserias de la esclavitud y la explotación durante casi 300 años. Condiciones que permitieran a cada mexicano la tranquilidad, la paz y la prosperidad que siempre anhelaron.

Por otro lado, los metodistas mexicanos, también conmemoramos en esta fecha la creación de la Iglesia Metodista de México. En 1930, un cuerpo de delegados pastorales y laicos, mexicanos y estadounidenses, considerando las condiciones existentes en la época, llegaron a la conclusión de que era momento de reorganizarse para que las misiones de la Iglesia Metodista Episcopal y la Iglesia Metodista Episcopal del Sur, ambas de Estados Unidos, se constituyeran como una Iglesia Nacional con los principios enarbolados por el metodismo mundial y con la misión de ser un instrumento de proclamación del Reino de Dios en nuestro país. Por tanto, se convocó a la Primera Conferencia General de la Iglesia Metodista de México, la que, reunida en el templo La Santísima Trinidad de Gante 5 en la Ciudad de México, delineó la visión del movimiento metodista en nuestro país. Noventa y un años de trabajo incesante siendo fieles al propósito de cumplir con el mandato de Jesucristo y, siguiendo su ejemplo, cumpliendo su misión de evangelización y discipulado a través de la proclamación de las Buenas Nuevas como principio evangelizador, el cultivo del crecimiento espiritual de los creyentes, el alivio de las carencias materiales de los necesitados y la práctica de la mayordomía cristiana.

Vivimos una época muy diferente a la de 1810 o a de 1930. Pero la naturaleza humana es, fundamentalmente, la misma entonces y hoy. Y el mensaje regenerador en Cristo es pertinente, tanto ayer, hoy y siempre. Nuestras relaciones, rotas desde el inicio de los tiempos por las decisiones humanas propias de esa misma naturaleza, fueron restauradas a través de Jesús. En Juan 17:21-23 Jesús nos dice que su credibilidad personal es afirmada o devaluada por nuestras relaciones como creyentes. El compañerismo cristiano, dentro del metodismo, se ha materializado desde siempre por las acciones visibles de amor a Dios y al prójimo. 

Hoy, por lo mismo, se vuelve imperativo identificar a las personas que están en una búsqueda de esa paz que, a su vez, pueda convertirse en factor clave del movimiento de la Iglesia para cumplir su misión. Esto es, apoyar eficazmente el papel del individuo en el desarrollo de las comunidades de fe locales y de los grupos vulnerables de nuestra sociedad.

Por eso, es muy refrescante el llamado actual de los líderes del metodismo mexicano, quienes convocan en los próximos días a eventos muy interesantes que buscan desarrollar estas perspectivas en cada uno de los metodistas mexicanos. 

El Área nacional de Testimonio Cristiano nos invita al Seminario “Todos caben en la Misión de Dios”, en donde se trabajará la misión y visión para el metodismo mexicano de hoy. Este evento se realizará los próximos 20 y 21 de septiembre. Todos estamos invitados.

Se ha anunciado también el Encuentro Nacional de Pastores bajo el tema general “Unidad, diversidad y límites en el siglo XXI”, que se celebrará del 18 al 22 de octubre. Pero no sólo es para pastores, es para todos. Se tocarán temas como el ejercicio ministerial ante los retos de este tiempo, sin perder de vista las columnas fundamentales que nos dan la unidad desde la perspectiva evangélica metodista mexicana.

La información de ambos eventos la encontrarás en esta edición de El Evangelista Mexicano. Te esperamos.

Estamos en una era en donde el espíritu altamente individualista del cristianismo occidental ha tenido un profundo efecto en la forma de evaluar los alcances de la misión de la Iglesia. Es necesario evaluar el crecimiento de la madurez de los creyentes o la salud de las comunidades locales. Educar a las comunidades locales y a sus líderes con relación a las formas en que pueden proporcionar cobertura relacional y seguridad a personas que están en una búsqueda seria de Dios y a nuevos creyentes. Crear una visión de cómo su comunidad puede pasar del temor al favor, fortaleciendo su credibilidad y su impacto potencial. Darles una visión de cómo su comunidad puede ser un motor de replicación, siendo un elemento clave en un «movimiento». Con ello, las congregaciones de la IMMAR se convertirían en una verdadera bendición cuando su congregación local se convierte en un elemento reproductor del plan de Dios.

Que viva México. Que viva siempre bajo una perspectiva de vida transformada por el amor de Jesucristo, rica en frutos del Espíritu de Dios. Por amor a Él y a nuestro prójimo.