¡No cometas tal Infamia!

¡No cometas tal Infamia!

¿Han visto historias tan terribles en la Biblia que pareciera que no deberían estar ahí, pues es un libro hermoso de promesas de Dios?

Eunice Isayra Martínez Cordero

Algunos dicen que en la Biblia hay solamente palabras de Dios hacia nosotros, sin embargo hay mucho más que eso. Claro que hay Palabra de Dios, pero también promesas, historias, pensamientos, cantos, oraciones, cultura, tradiciones, etc.

Hoy quiero compartir unas historias tan terribles que, desearía que nunca hubiesen sucedido y que no sucedieran jamás, aunque la realidad es otra. 

La primera historia se trata de una joven llamada Dina, hija de Jacob, donde un hombre llamado Siquem ve a Dina, la toma y se acuesta con ella, la deshonra. En ningún momento hubo consentimiento por parte de ella, así que podemos tomar esto como una violación (Génesis 34).

Otra historia es la de Tamar. Uno de sus hermanos, Amnón, fingió estar enfermo para que Tamar le hiciera de comer, echó a todos fuera y, cuando estuvo a solas con Tamar, ya no quiso la comida, la tomó fuerte y le dijo “acuéstate conmigo”, ella dijo “No, no me hagas tal violencia”, pero él pudiendo más que ella, la forzó y se acostó con ella (2 Samuel 13).

Una última historia y, para mí la más terrible de todas, la encontramos en el libro de Jueces capítulo 19. Habla de un hombre y su concubina que salieron de la ciudad, y después de buscar dónde alojarse se sentaron en la plaza de la cuidad, Pero pasó un anciano que los invitó a su casa para que no pasaran la noche ahí. Podemos pensar que, qué hombre tan bueno, pero al llegar la noche, dice la Biblia que los hombres de aquella ciudad eran perversos, y rodeando la casa, golpeando a la puerta pidieron que sacaran al hombre que había entrado para “conocerlo”, ya sabemos lo que significa esta “conocer” en el contexto bíblico, tiene una aplicación sexual. El anciano, pues, les ruega que no hagan tal maldad así que les ofrece su hija virgen y a la concubina de aquel hombre, y les dijo: humíllenlas y hagan con ellas lo que quieran, pero a este hombre no le hagan nada. Como si las mujeres no tuvieran un valor suficiente como para ser respetadas,  protegidas y defendidas de igual manera que un hombre. 

La historia continúa, y dice que aquel hombre sacó a su concubina y estos hombres perversos abusaron de ella toda la noche hasta el amanecer, la dejaron ahí tirada afuera de la casa de aquel anciano. Cuando despertó, el esposo se levantó y la llamó, pero ella no respondía, ni siquiera tenía fuerzas para hacerlo, él la subió a su asno y se fueron a su casa. Esta historia triste y terrible aún no termina. Llegando a su casa, dice explícitamente la Biblia que, él tomó un cuchillo y la partió en 12 partes. Para este momento, algunos podrían llegar a pensar que “se lo merecía”, “quién le manda”, lo digo porque aún se escuchan este tipo de comentarios después de escuchar historias tan trágicas y sin compasión alguna. Pero realmente nos está describiendo la falta de valorización hacia la mujer, la cosificación de la mujer para ser usada para el placer de los perversos, tomar decisiones por ellas, dormir tranquilamente sabiendo que están siendo maltratadas, y peor, ser parte de la violencia hacia las mujeres.

Así como estas historias, y más, siguen sucediendo en la actualidad aquí en México, no exactamente igual, la cultura es diferente, pero sigue sucediendo que algunos hombres decidan sobre el acto sexual sin importarles el consentimiento de la mujer, y otros siguen practicando actos tan brutales como el de esta última historia.

El jueves 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Nosotros como cristianos tenemos la responsabilidad de luchar por la justicia, por el bienestar y el cuidado de las personas, en este caso de las mujeres que sufren o han sufrido violencia.

¿Qué podemos hacer para ayudar?

Escuchar y creer. Estar siempre atentos a indicadores de violencia, y si explícitamente nos cuentan, mostremos empatía y amor, creyéndoles y acompañando sin juzgar.

Hablar del tema. Porque es algo que está sucediendo y no podemos ni debemos cerrar los ojos a esto, sólo porque nos pueda parecer desagradable, debemos ser más sensibles y abiertos y dar oportunidad de que haya conversaciones al respecto.

Preparar las nuevas generaciones. Este un tema controvertido, pues al mismo tiempo no queremos que nuestras niñas y niños sepan estas cosas, es difícil porque “no son cosas de niños”, pero resulta que, ni aun cuando crecen se habla de estos temas. Debemos crear cultura del consentimiento, del cuidado de su propio cuerpo y hacer respetar sus derechos.

Contribuir con donaciones a instituciones que ayudan a eliminar la violencia contra las mujeres.

Informarse sobre la violencia. Conocer los indicios de violencia o maltrato en las parejas para poder actuar a favor de las víctimas. Y también brindar apoyo psicológico a los agresores (Si parece tener miedo, no toma decisiones sobre finanzas, se muestra ansiosa por complacer a su pareja, muestra cambios en su personalidad, conducta o apariencia, física, etcétera).Siempre mostrar amor, empatía  y buscar la manera de ayudar y acompañar, no quedarnos dormidos como aquel hombre, sin hacer ni sentir nada, mientras su mujer era maltratada. No importa lo que haya hecho, cómo esté vestida, cómo hable, dónde esté, nada es más importante que su vida y nada justifica los hechos perversos y brutales de los agresores.  Sin duda hay causas, pero eso no justifica ni aprueba sus hechos.

Hermanas y hermanos, espero que este mensaje fuerte nos despierte y nos mantenga alerta, porque esto está ocurriendo, y si no hacemos nada, seremos parte del problema, y si sabemos hacer el bien y no lo hacemos, es pecado.

.Jehová prueba al justo, pero su alma aborrece al malo y al que ama la violencia.

Salmos 11:5

En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes.

1 Pedro 3:8

Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia.

Colosenses 3:12