La Navidad está cerca

La Navidad está cerca

Se acerca la Navidad y con ella la celebración del nacimiento de Jesucristo. Surgen las cantatas navideñas, los arreglos navideños como el pinito, los regalos, las cenas etcétera, pero también surgen personas que critican y catalogan de pagana la celebración. 

Leí un documento llamado: “La Pura Verdad Acerca de la Navidad”, de la autoría de  Herbert W. Armstrong, él ya murió, pero está clasificado como uno de los fundadores de las sectas del siglo XX. Su movimiento fue denominado por las iglesias cristianas formales como el «armstronguismo». Creía que la ley mosaica estaba vigente para hoy, incluyendo el sábado, las comidas y las fiestas judías. Su mayor puntada fue «demostrar» que los ingleses y los estadounidenses son los descendientes directos de las 10 tribus perdidas de Israel. Podemos estudiar y criticar cada renglón de su documento tan poco inteligente, pero no creo que debamos meternos en hacerle caso a este tipo de personas.

De todas maneras, sobre el festejo de la Navidad, es bueno considerar estas cortas ideas:

1. El que esta fiesta no esté establecida en la Biblia no es argumento válido para suspenderla. El único argumento válido sería que la Biblia la prohibiera. Es un principio legal de uso universal que lo que no está claramente prohibido, está permitido. La Navidad no está prohibida por la Biblia ni explícita ni tácitamente, y no afecta ninguno de los principios bíblicos. Prohibir en nombre de la Biblia lo que ella no prohíbe, corresponde a una mentalidad insana muy semejante a la manía persecutoria del “Santo Oficio” (inquisición) en siglos pasados.

Les decía también:

Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

Marcos 7:9

La Navidad no invalida ningún mandamiento de Dios. Por el contrario, da toda la gloria y honra a Jesús.

2. Hay un detalle bíblico que no debe pasarnos inadvertido: Jesús viajaba a Jerusalén a celebrar las fiestas, entre ellas la Fiesta de la Dedicación (Juan 10:22-23). En ninguna parte de la Biblia judía (Antiguo Testamento) está ordenada por Dios esa fiesta. Fue acordada por el pueblo de Israel luego del triunfo macabeo. Ni Jesús, ni el mismo evangelista Juan señalan esa festividad como un pecado por no estar entre las fiestas ordenadas por Dios. Más bien se unían ambos gozosamente a su pueblo para celebrarla.

La pregunta es, si Jesús celebró favorablemente una fiesta no bíblica, celebrándola junto con su pueblo, ¿no aprobará hoy otra fiesta no bíblica que, incluso, tiene ventaja sobre la Fiesta de la Dedicación puesto que lo tiene a él como centro y razón de la misma, y es un medio para honrarlo?

3. No hay duda de que la Navidad se estableció por la iglesia cristiana occidental (no la iglesia católica, por favor) en el siglo IV. Pero no debe olvidarse que la Epifanía se comenzó a celebrar dentro de las iglesias orientales desde el siglo II, mucho antes que se pensara en sustituir la fiesta pagana del sol invicto mediante la Navidad. Este dato histórico no es tomado en cuenta por nuestros aguafiestas.

La Epifanía o «manifestación» de Dios en Cristo, abarcaba tres eventos: La manifestación de Cristo a los paganos, mediante su estrella a los magos; su manifestación a Israel, mediante su bautismo; y su manifestación a sus discípulos, mediante su primer milagro en Caná. Luego entonces, la Epifanía incluía la celebración del nacimiento de Jesús desde el siglo II, lo que nos explica que esta fiesta es muy anterior a la supuesta sustitución «católica» de la celebración romana del sol invicto.

4. Los que cuentan mal el origen de la Navidad, partiendo del siglo IV, enfatizan que se hizo con el propósito de sustituir una fiesta pagana de Roma. Aún si así fuera (aunque no lo es), la idea no sería condenable, sino ponderable, ya que tiene justificación bíblica y práctica. Pablo nos dice que los alimentos comunes son santificados por la palabra de Dios y la acción de gracias (1 Timoteo 4:5).

Por lo tanto, es deseable que podamos santificar lo común, lo profano, para que venga al servicio del Señor. Eso hace Jesús cuando arrebata a aquellos que eran del diablo para santificarlos y tomarlos para su Reino. Agustín usaba este principio para otras cosas (que no vienen al caso ahora), y decía que del mismo modo como Israel despojó a los egipcios al tomar sus riquezas y convertirlas más tarde en un tabernáculo para Dios en el desierto, también los cristianos deberíamos saber cómo despojar a los paganos para consagrar esas cosas al Señor para su mayor gloria. No puedo ver una lógica mejor y más bíblica que ésta.

Así pues, la Navidad representaría un gran despojo que los cristianos hicimos, saqueando a los paganos, para establecer una nueva fiesta en honor del nombre de Jesucristo.

5. El testimonio de la historia. El escrito que condena la Navidad, dice que la iglesia tuvo una “edad sombría”, desde el año 68 hasta el 120, debido a que nada se sabe de la iglesia durante esos años. El autor de ese artículo debería leer la Epístola de Clemente de Roma a los Corintios, las siete Epístolas de Ignacio, y la Didajé o Enseñanza de los Doce Apóstoles. Por lo menos estas obras (pues habrá otras) fueron escritas antes del año 120, y hablan de asuntos de la iglesia de esos tiempos. También debería leer la Historia de la Iglesia, de Eusebio (la primera historia eclesiástica que se escribió), donde abunda en datos de la iglesia en el período 68-120 d. C.

Tenemos que aclarar que nadie ni se salva ni se condena por rechazarlas o seguirlas al pie de la letra. Hay muchísimas cosas que la iglesia cristiana evangélica hace, que no están en la Biblia, pero que considera lícitas y de bendición porque las razones para hacerlas no son solamente que estén mencionadas específicamente en la Biblia.

Nosotros creemos que los ritos, ceremonias, formas de culto, de evangelización, y de gobierno de las religiones cristianas evangélicas, son lícitas, cuando:

Se acepta que con la libertad con que Cristo nos hizo libres (cuando cumplió en forma perfecta por nosotros, la ley Mosaica y nos libró de la maldición de la ley, al ser hecho por nosotros maldición, y al crucificar en la cruz el acta de los decretos que nos era contraria, pues nadie la podía cumplir en forma perfecta), ahora podemos, en vez de seguir las fiestas, mandamientos, ordenanzas, estatutos, y decretos de la perfecta ley de Dios, dada por Moisés (el Antiguo Pacto), escoger, en el Nuevo Pacto, los días de culto (todos los días, especialmente el domingo en celebración de la resurrección de Cristo, en vez del sábado), y las formas de culto, ritos, ceremonias, métodos de adoración, alabanza y evangelización, y gobierno de nuestras religiones cristianas evangélicas (imperfectas, susceptibles de perfeccionamiento y de caer en error), siempre y cuando no se aparten del fundamento firme de Jesucristo y la sana doctrina cristiana, bíblica, y evangélica, y cumplan con los siguientes requisitos:

  • No sea contrario a una enseñanza específica de la Biblia.
  • De honra y gloria a Dios.
  • Sea cristocéntrica.
  • Tenga como propósito edificar a la iglesia (y no ser piedra de tropiezo), y capacitar a los cristianos en cómo ser mejores hijos, siervos, ministros, e instrumentos de Dios en su obra de salvación y restauración.
  • De testimonio público (a la comunidad y mundo no cristiano) de las buenas nuevas de Salvación por la fe en Jesucristo.

Tampoco están mencionados en la Biblia el uso de pianos (que se usaban anteriormente en los burdeles y cantinas), ni el órgano; tampoco se menciona el uso de templos, altares, y púlpitos, tampoco está el uso de la radio, la TV, y ahora la Internet, y así les puedo dar literalmente cientos de ejemplos de cosas, formas, y medios para anunciar las virtudes de Aquel que nos sacó de las tinieblas a su luz admirable, y que no están mencionadas en la Biblia, pero que la gran mayoría de los cristianos evangélicos creemos que honran y glorifican a Dios, edifican a la iglesia, y son de bendición para el mundo perdido, como el usar el arbolito de Navidad para anunciar que la Luz (Jesucristo) vino al mundo en Navidad (cualquiera que haya sido la fecha exacta).

6. Finalmente quiero recordar que el enemigo siempre quiere desviar la atención de la iglesia. El evangelio de Juan, al relatar de forma muy peculiar el nacimiento de Cristo dice: 

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Juan 1:1-5

El enemigo siempre ha querido destruir la obra de Dios, lo vemos en el huerto del Edén, luego con Caín y Abel etc. El diablo siempre ha tratado de distraer a la iglesia para que no le de toda la honra y gloria Jesucristo, Juan dice “la luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”. ¡Esa Luz es Jesús! Y creo firmemente que es obra del diablo introducida entre la iglesia, la idea de no celebrar la Navidad, de no festejar este hecho tan hermoso, poniendo argumentos tan endebles y necios. Es triste ver que algunos cristianos se dejan llevar por esta trampa maligna. 

Una crítica válida es la que se nos hace en relación a que no debemos desvirtuar la razón de los festejos, que es Jesús, el Salvador que vino a este mundo, como el mejor regalo que Dios nos haya podido dar, para reconciliarnos con Él, cediendo a la presión de los comerciantes que nos invitan, con Santa Claus, a gastar el dinero que no tenemos y a endrogarnos en forma imprudente, ó a tomar como pretexto las fiestas navideñas para organizar borracheras, y otras necedades.

Nosotros estamos de acuerdo en que es mejor regalar afecto que comprarlo y que aunque es una buena costumbre el darnos regalos en Navidad, siguiendo el ejemplo de Dios que nos dio el más grande de los regalos de Navidad (el don inefable que es Jesucristo),  no debemos olvidar que la razón de la celebración, es Jesús, por lo que lo más importante en nuestros festejos debe ser dar Gloria en las alturas a Dios, y promover en la tierra paz y buena voluntad para con los hombres.

Así, en ésta hermosa época del año, debemos aceptar gustosos la invitación que se nos hace a bendecir y alabar a Dios porque de tal manera amó al mundo, que dio a su Hijo Unigénito para que todo aquel que en Él cree, no se pierda más tenga vida eterna (Juan 3:16).

La Navidad debe ser una época de celebración y fiestas, pero también debe ser una temporada de reconciliación con Dios y de búsqueda de la paz entre los hermanos, parientes, vecinos, compañeros de trabajo, los hermanos en la fe, y aún entre las naciones.

También debe ser una temporada en que demostremos nuestra buena voluntad hacia los menos afortunados que nosotros y de cooperar con la iglesia, las instituciones de beneficencia y demás grupos y organizaciones que en esta época regalan juguetes y ayudan a los pobres.

Pero sobre todas las cosas, este tiempo debe ser un tiempo de proclamación de las buenas nuevas de esperanza y de salvación, que el hecho histórico de la Navidad trajo a todos los pecadores. Celebremos predicando que nació el Salvador.

Con todo, una Navidad sin Cristo, no es Navidad, podrá faltar el pino, los regalos, los himnos navideños, podrá no haber pavo, ni pierna o posadas, y aun así, podemos celebrar la Navidad. Más si celebramos la Navidad y nos olvidamos de lo más importante que es el nacimiento de Jesús, entonces, no tendría razón de ser.

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