<strong>Afrontando los Cambios</strong>

Afrontando los Cambios

Jefté Cepeda Hernández

Una de las realidades de la vida de la Iglesia después de la celebración de las Conferencias Anuales es la preparación para los cambios que se harán tras las decisiones tomadas con respecto a las asignaciones pastorales. Mientras algunas iglesias se preparan para hacer las nuevas planeaciones bajo la dirección de su pastor que fue ratificado en Conferencia Anual, un gran número de iglesias se preparan para afrontar los cambios pastorales y todo lo que éstos implican: cambios de la dinámica de la iglesia, cambios en los planes de trabajo, cambios de casa, etc. Este escrito nace pensando en la vida de la Iglesia y específicamente en este periodo de cambios pastorales, con el propósito de presentar algunas ideas y recomendaciones para que las iglesias y los pastores se preparen para afrontar los cambios que se avecinan de una manera que honre la vida del pastor y la familia que están listos para partir de la iglesia, y a su vez que reciban con estima y aprecio al pastor y la familia que llegan a continuar guiando el trabajo en la iglesia.  

Preparación para el Cambio

 Siendo honestos, los cambios en las asignaciones pastorales generan un gran cúmulo de emociones, entre ellas tristeza, frustración, incertidumbre; y a la vez existe expectación, alegría, confianza y asombro. Las emociones presentes a la hora de pensar en los cambios pastorales son normales porque somos seres humanos; sin embargo, hay que pensar en la manera de cuidar nuestras emociones, porque algunas veces las emociones negativas están presentes y comienzan a hacer estragos a la hora de culpar a alguien o a algunos de malas decisiones, a la hora de pensar en cómo estorbar el cambio, en cómo dejar de participar en la iglesia o incluso al planear cambiar de iglesia por inconformidad.

Lo primero que tenemos que tomar en cuenta en el momento de pensar en el cambio es que Dios es soberano y que, en su providencia, Él cuida de todos los procesos que se viven no sólo en su Iglesia, sino en toda la creación.  Para que nosotros aprendamos a ver la providencia de Dios, necesitamos de la fe. El teólogo Gerrit Berkouwer, en su libro de Studies in Dogmatics: The Providence of God (1952) afirmó que la idea de la providencia está en crisis dentro de la iglesia por la falta de la fe en el cuidado de Dios. Él expresó que la Iglesia de Cristo debía preguntarse si tiene el valor, con una fe profunda e inquebrantable, con una confianza ilimitada, de proclamar la providencia de Dios, o si esta realidad está poseída por las dudas en lo secreto que son alimentadas por los acontecimientos cotidianos. Esto quiere decir que, por un lado, los creyentes conocen que Dios es cuidador; pero por otro lado no confían en esta verdad porque se llenan de las dudas sobre el porvenir, dejando que éstas ahoguen la fe.

La Iglesia, al afrontar cambios, lo primero que debe tener en mente es que Dios es soberano y providente. El poder y dominio de Dios están sobre toda decisión que el ser humano en su libertad haya tomado. Ante los cambios, la Iglesia tiene una oportunidad de crecer en la fe de que Dios tiene todo bajo control, de que Él no cambia sus planes para la Iglesia porque Él es el Señor de la Iglesia. Ante esta realidad teológica, iglesias y pastores pueden preparar su transición de manera que descansen en la confianza de que Dios sigue al frente, Él sigue siendo la cabeza de la Iglesia. Algunas ideas que podemos llevar a cabo en medio de las transiciones son:

  1. Afronta el cambio: resistirse al cambio es aferrarse a negar la realidad, es insistir en buscar la comodidad por no querer que las situaciones sean diferentes, es desobedecer a la autoridad y es desconfiar en que Dios aún hará grandes cosas en su Iglesia. Ante el cambio probablemente pensaremos en muchas justificantes para evitar la transición, pensaremos en razones del porqué se tomó la decisión del cambio e incluso podremos culpar a algunas personas de “cambios injustos”; pero en medio de todo este proceso nuestra visión principal es seguir buscando la voluntad de Dios en una relación plena con Él. Al aceptar la providencia de Dios, su cuidado por la Iglesia,  y al aceptar el cambio, entonces toda transición será pacífica y benévola.
  2. Habla abiertamente del cambio: a veces como iglesias y pastores tenemos tristeza y dolor de hablar abiertamente del cambio. Esto es normal porque los lazos de cariño y cuidado pastoral se han estrechado en el tiempo en que pastor-iglesia han convivido; sin embargo, es importante hablar del cambio para así estar preparados. Una comunicación transparente es una comunicación sana. En el periodo de transición, pastor e iglesia tienen la oportunidad de agradecer el tiempo que juntos han dedicado para el servicio de Dios; la oportunidad de pedir perdón si durante el tiempo de pastorado hubo desacuerdos, inconvenientes o diferencias;la oportunidad de despedirse abiertamente y dejar lazos hechos para que la amistad continúe; y la oportunidad también de cerrar un ciclo para abrir otro.
  3. Preparen el cambio: no esperen a que sea el último domingo del pastor para pensar en el cambio. Si existe un tiempo entre los cultos de nombramientos de las Conferencias Anuales y la fecha del cambio de pastores es precisamente para preparar el cambio. Mientras el pastor se prepara con la mudanza y con los documentos para el proceso de entrega-recepción de los cargos pastorales, la iglesia también debe estar preparándose para el cambio. Esta preparación incluye el orar por un cambio pacífico en el proceso del pastor saliente, por una cálida bienvenida al pastor entrante, por corazones sensibles en los miembros de la iglesia para trabajar bajo la dirección que Dios dará al nuevo pastor. La preparación también incluye el pensar en cómo se recibirá al nuevo pastor y su familia e incluso en cómo la iglesia se preparará para disponerse a trabajar durante el tiempo en que el pastor se acopla a su nuevo contexto ministerial.
  4. Marquen el final. Este puede ser el punto más doloroso en medio del cambio porque simboliza el fin de un periodo de trabajo. En la transición pastoral, cerrar un ciclo está lleno de recuerdos y logros, de esfuerzo y dedicación. Marcar el final de un periodo implica más que decir adiós cuando la mudanza está lista y la familia pastoral en su coche: marcar el final también puede ser un momento de reconocimiento del trabajo pastoral y del trabajo de la iglesia. Por un lado, una buena manera de hacerlo para el pastor es bajo la remembranza de lo que Dios ha hecho en la congregación, es un tiempo para reconocer el trabajo de los administradores y la fidelidad de la congregación; es hablar en público y dar gracias por cada comida, cada llamada, cada momento feliz e incluso triste que pudimos vivir a lado de cada congregante. Por otro lado, para la iglesia, una forma de marcar el final es con algún reconocimiento para el pastor, con algunas palabras de agradecimiento, alguna reunión de despedida e incluso con la disposición de ayudar en la mudanza. 

Viviendo el Cambio

Ahora bien, la nueva realidad espera cuando el nuevo pastor llega a la iglesia. Si bien la congregación está triste, renuente al cambio o con el dolor de la pérdida de un líder a quien amaban por el cariño pastoral, esto no justifica un rechazo al pastor que llega con la mejor intención de trabajar y que también viene con el dolor del cambio y la tristeza de haber dejado una congregación. En los cambios pastorales existe un doble duelo: hay dos pastores que experimentan el duelo de separarse de iglesias que amaban y hay dos congregaciones que están sufriendo por ver a su líder partir a otro lugar.

¿Qué podemos hacer para vivir un cambio sano? Robert Crossman ha publicado una lista de acciones que podemos realizar para dar la bienvenida a un nuevo pastor (Lewis Center, 12 de marzo del 2019, 50 ways to Welcome a New Pastor. https://www.churchleadership.com/50-ways/50-ways-to-welcome-a-new-pastor/). A continuación, se presentan algunas de ellas adecuadas al contexto de la Iglesia Metodista de México:

  1. Toma la decisión de amar a tu nuevo pastor.
  2. Ora por tu nuevo pastor y su familia.
  3. Invita a algunos miembros de la iglesia a preparar algunas cartas de bienvenida; en ellas puedes incluir algunas recomendaciones sobre la comunidad o alguna invitación para que pronto visite a tu familia.
  4. Preparen la llegada del nuevo pastor al estar informados sobre el estado de la casa pastoral; dispónganse a trabajar si es necesario para alguna adecuación o para ayudar en la mudanza en día que el pastor y su familia lleguen.
  5. Sean cálidos con la familia pastoral. Tomen iniciativa para servir al pastor, a su esposa u esposo, vean por sus hijos, sean pequeños o jóvenes, para que la familia sea recibida con amor.
  6. Preséntense personalmente con el pastor y su familia, cuéntele un poco de usted, su familia y ministerio.
  7. Presente al pastor y su familia con otros miembros de la iglesia que son más tímidos.
  8. Oriente al pastor y su familia sobre lo que hay alrededor del templo.
  9. No compare el trabajo del pastor con el del pastor anterior: recuerde que cada persona tiene diferentes dones y a veces el ministerio pastoral se hace con diferentes enfoques.
  10. Dispóngase a servir en lo que sea necesario durante el tiempo de la transición.

Afrontar, preparar y vivir los cambios es parte de la dinámica de la vida de la Iglesia. Tanto pastores como congregaciones somos responsables de manejar estos cambios de la mejor manera posible para que en todo podamos experimentar la paz de Dios al hacer su voluntad y podamos continuar con el extendimiento del Reino de Dios a través de los ministerios de cada iglesia local. 


Jefté Cepeda Hernández es Licenciado en Teología egresado del Seminario Metodista Juan Wesley en Monterrey, Nuevo León. Cuenta con el título de Maestro en Divinidades con especialización en Teología Antiguo Testamento por la Universidad Hoseo en Corea del Sur y el título de Maestro en Artes con énfasis en Interpretación Bíblica por el Seminario Todas las Naciones en Cd. Juárez, Chihuahua. Dentro de la Iglesia Metodista es Presbítero Itinerante de la Conferencia Anual Oriental y ha servido como pastor en congregaciones como El Mesías, en General Terán; Monte Sinaí en Santa Catarina y Jehová Sama en García. N.L.