Por José Demetrio Solano Rivera. Pbro.
Muchos de nosotros nos hemos encontrado con el deseo y anhelo de servir en nuestras iglesias; y no necesariamente de pastores, sino como laicos en los diferentes ministerios que se ejercen en la iglesia. Recordemos el pasaje que dice:
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
Efesios 4:11-13 (Reina-Valera 1960)
Reconocemos que Dios es quien nos llama de manera especial, para servir en esa diversidad de ministerios y tareas de la iglesia, y lo hacemos a través de nuestros dones y talentos; de esta manera contribuimos en la edificación de la iglesia:
Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.
1Co.12:4-6
Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.
1Co.14:12
Por tanto, en ese anhelo de servir incursionamos en estas tareas, para encontrarnos que a veces nos faltan herramientas para servir de una mejor manera.
Recordemos un poco el movimiento metodista. Usted sabe que Juan Wesley, el hombre que Dios usó fuertemente en Inglaterra del siglo XVIII, fue una persona sensible al llamado de Dios. Él es reconocido como el precursor del movimiento metodista, que trajo uno de los avivamientos más grandes de la historia; inclusive algunos historiadores afirman que este cambio que se produjo en su nación, fue suficiente para evitar una revolución.
El movimiento metodista fue acogido por grandes multitudes. Los pocos predicadores ordenados no se dieron a basto para atender a los numerosos convertidos, además se abrían nuevos campos de predicación año con año. Fue así como surgió el movimiento laico, que aún hoy es puntal en el desarrollo de nuestras congregaciones.
De esta manera, podemos considerar que dentro de la iglesia hay dos sectores:
- El de los ministros ordenados hombres y mujeres.
- El grupo más grande, que lo forman hombres, mujeres y jóvenes de todas las profesiones y talentos que no tienen órdenes ministeriales, pero que sirven y ocupan al lado de pastores valiosos e importantes lugares, constituyen el sector de obreros y líderes que responden a una gran parte del trabajo y programa de la iglesia.
El servicio de los laicos es un ministerio, pues gracias a su labor la iglesia sigue hacia adelante, cumpliendo su programa; éste incluye diferentes servicios y necesidades que llevan al cumplimiento del quehacer de la iglesia, como finanzas, construcción, asistencia médica, literatura, arte, servicio social, la música, el canto, la obra juvenil, la educación cristiana, escuela dominical, educación secular, etc.
Como observamos y sabemos, la iglesia lleva a cabo diferentes ministerios dentro de sus áreas de influencia, como es el caso de Desarrollo Cristiano, Testimonio Cristiano y Finanzas y Administración. Y esto se debe en gran parte a la disposición, anhelo y servicio de muchos hermanos y hermanas que sirven desde la iglesia local, en el distrito, en la conferencia y a nivel nacional ejerciendo sus liderazgos.
Báez Camargo comenta que el movimiento metodista fue la irrupción de una nueva y honda espiritualidad, pero de una espiritualidad que desde sus comienzos procuró difundir y emplear la educación y la lectura de buenos libros. Los clérigos oficiales de la época, atiborrados de latines, metafísicas y teologías, fruncían la nariz ante los predicadores y congregantes metodistas, tildándolos de turbas ignorantes. Y es cierto que la gran mayoría de ellos provenían de las capas ignoradas del pueblo. Pero Wesley no los conservó ignorantes y mucho menos les embotó la mente con la mentira de que la santidad no necesita ilustrarse. (Báez, 2006)
Wesley afirmó: “estos hombres sin letras tienen la ayuda de Dios para ejecutar la gran obra de librar las almas de la muerte, estoy cierto que no hay ninguno de ellos que no sea capaz de sustentar con éxito un examen de teología sustancial, práctica y experimental como pocos de nuestros candidatos para las sagradas órdenes, aun en la universidad, son capaces de hacerlo, pero son laicos”. (Leliévre, 2009)
Los predicadores, que generalmente carecían de educación formal, recibían muchos recursos en su entrenamiento. Este programa de entrenamiento incluía educación continua para sus líderes a través de una corriente de publicaciones.
Wesley le pedía a sus predicadores leer materiales que él mismo les proporcionaba, y les demandaba leer 5 horas de cada 24. Su frase: “Sin leer extensamente, nadie puede ser jamás un predicador profundo ni tampoco un completo cristiano”
Se establecieron salones de lectura donde los metodistas, inclusive los más pobres y humildes, podían estudiar e instruirse. Los predicadores itinerantes cabalgaban kilómetros y kilómetros a las zonas más alejadas con libros y folletos en sus alforjas. Báez Camargo comenta que el metodismo fue, en una palabra, el primer gran movimiento moderno de educación de los adultos y de difusión popular de la cultura. (Báez, 2006)
Se fundaron escuelas, no sólo de educación religiosa, sino de las primeras letras, arte y ciencia. “Predicad expresamente en pro de la educación”, era la consigna de Wesley a sus predicadores; cuando alguno expresaba que no era su don o talento, él respondía: con don o sin don, tienes que hacerlo. De otro modo no estás llamado a ser un predicador metodista.
El metodismo genuino fue, ha sido y deberá seguir siendo, santidad culta, espiritualidad inteligente y piedad ilustrada. (Báez, 2006)
La escritura nos insta como cristianos a prepararnos:
sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;
1ª Ped. 3:15
Servir a Dios es hacerlo de manera excelente; por ello, como cristianos debemos prepararnos para servirle con la dignidad que él merece.
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
Juan 15:16
La palabra “fruto” que se utiliza, es la de un fruto maduro y reproductivo, ya sea de una planta o árbol. No obstante, es imposible para todo labrador disfrutar del fruto, sin que la tierra haya sido previamente preparada. Entonces, debemos considerar que la preparación personal es de vital importancia, ya que nos ayudará a producir mejores resultados y al mismo tiempo nos dará un sentido de aprobación delante de nuestro Dios. Podemos decir que la preparación personal nos permite estar en condiciones favorables para la jornada que está por delante.
Todo obrero digno y efectivo tiene la herramienta apropiada y especializada para el trabajo que hace. Aunque el que quiere trabajar, trabaja con lo que tiene y logra algo; pero entre más y mejores herramientas tenga, más y mejor será el resultado.
Es triste que haya líderes que lleven un ministerio negligente, pues éste requiere un arduo trabajo, compromiso y preparación.
Usted sabe, al igual que yo, que Dios prepara al cristiano en diferentes áreas, y nos da la oportunidad de poderle servir mejor a través de nuestros conocimientos. Pensar que las iglesias necesitan abogados para sobrellevar sus situaciones legales, médicos para atención de los hermanos, o incluso incurrir en ministerios como brigadas médicas; maestros y pedagogos que desarrollen nuevos recursos de discipulado o literatura, psicólogos que brinden acompañamiento; vaya, hay tantas áreas en las que el cristiano preparado puede incursionar, y cuánto estamos desaprovechando.
En las congregaciones, ¿cuántos obreros necesitamos?, debemos ayudar a nuestros hermanos a seguir creciendo y a desarrollar sus dones y talentos para que la iglesia siga siendo edificada y el reino de Dios se siga extendiendo.
Una buena alternativa para capacitarnos y adquirir herramientas para llevar nuestro o nuestros ministerios, es el Seminario Dr. Gonzalo Báez Camargo, una institución educativa de la Iglesia Metodista de México, que tiene el objetivo de formar y capacitar bíblica, teológicamente a hombres y mujeres que tienen el llamado a Servir a Dios y al prójimo, y extender el reino de Dios.
Yo sé que muchos deseamos servir a Dios, y deseamos hacerlo bien, así que ¡preparémonos para servir con nuestros dones y talentos y edificar el reino de Dios!
Bendiciones.
Bibliografía
Leliévre, M. (2009). Juan Wesley su Vida y su Obra. Kansas. U.S: Casa Nazarena de Publicaciones.
López, c. A. (1989). Pedagogía Fructífera. México: Casa Bautista de Publicaciones.
Báez, C. G. (2006). Genio y Espíritu del Metodismo Wesleyano. México: CUPSA.
González, J. L. (2013). Breve Historia de la Preparación Ministerial. Barcelona, España: Clie.
Heitzenrater, P. R. (1995). Wesley y el Pueblo Llamado Metodista. Nashville. E. U. ABINGDON PRESS.
Iglesia Metodista. (s.f.). Un Pueblo Llamado Metodista. México: CUPSA.
McDonald. (1985). El Wesley del Pueblo. México: CUPSA.
Reina Valera. (1965). Santa Biblia. Sociedad Bíblica de México.
Pbro. I. José Demetrio Solano Rivera
20 años de labor pastoral en la Conferencia Anual de México, en este tiempo como Subdirector académico del Seminario Metodista Dr. Gonzalo Báez Camargo.