Hace algunos meses experimenté mucha frustración. La razón fue porque invité a una prima, quien tiene un hijo con discapacidad, a la Iglesia que me congrego. Su respuesta inmediata fue: «No Abi, es que no sé dónde dejar a mi hijo; sé que en la iglesia no hay nadie que pueda atenderlo durante el culto por su condición, y no estoy dispuesta a volver a pasar por miradas, comentarios y malos tratos por parte de los hermanos y hermanas que cuidan a los niños. Ya me ha pasado en otros recintos eclesiásticos, así que mejor pongo su culto en línea».
Al oír esto, me quedé en blanco. No sabía qué contestarle, simplemente le pedí perdón y le dije que buscaría la forma de ayudarle para que pronto pudiera ir libremente a congregarse sin este tipo de miedos.
Los niños con discapacidad presentan diversas áreas a cubrir: salud, sociales, cognitivas, médicas, entre muchas otras; pero como lo vemos en las Escrituras, ellos también tienen necesidad de una iglesia. Ellos, al ser la imagen de Dios, han sido diseñados para tener una relación con Dios. ¿Cómo lo transmitimos o enseñamos?
Existen una gran variedad de síndromes, trastornos, patologías del neurodesarrollo, entre otros. Y casi puedo asegurar que en tu congregación al menos hay un niño con alguna condición. Lamentablemente al no tener las herramientas y las condiciones necesarias para proveer la enseñanza, el espacio y la comunicación adecuada para los pequeños con condiciones distintas, las familias son severamente afectadas; habría que decir: la palabra “bienvenidos” queda muy corta dentro de nuestras trincheras, ya que no se atiende de manera formal ni integral su necesidad en la familia completa.
La incidencia de trastornos y discapacidad aumenta cada año. Como IMMAR, debemos ser conscientes que tarde o temprano llegarán más niños con alguna condición a nuestras iglesia ¿Estamos preparados para recibirlos y no sólo darles la bienvenida con una alegre sonrisa?
¡Hay niños con discapacidad a quienes a ellos y a sus familias les gustaría asistir a una iglesia hoy!
Me he dado cuenta que los maestros de la escuela dominical no se sienten capacitados para dar una clase a tantos niños; y si añadimos a un niño a su clase con alguna discapacidad, puede ser que los maestros salgan corriendo.
No tiene que ser difícil o imposible. Dejo mis primeras recomendaciones:
-Capacita con PROFESIONALES en el tema a tu equipo de maestros de escuela dominical, para empezar un ministerio y así poder atender estas necesidades.
-No hagan que los padres asistan junto con él, denles un descanso.
-No reprendan a los padres.
-Muéstrenle el amor de Dios a la familia, siendo respetuosos.
Son algunas ideas generales; pero el mensaje primario es: ¡Necesitamos empezar a actuar! las personas con alguna discapacidad también necesitan conocer a Jesús.
¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? Romanos 10:14
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Abigail Borunda tiene 25 años, es congregante de la Iglesia Metodista Bethel en la ciudad de Chihuahua. Es terapeuta de lenguaje, sirve al Señor con su profesión en su consultorio donde atiende niños con diferentes discapacidades. Actualmente usa las redes sociales para dar herramientas a los padres en el tema de lenguaje. Está casada con Edgar Merino.