El Circuito de Mixquiahuala.
Oswaldo Ramirez González
Introducción.
El pasado 25 de mayo la iglesia “Príncipe de Paz” de Mixquiahuala, Hidalgo celebró 132 años de la llegada del metodismo a la localidad. Hecho que se ha coordinado en los últimos años para que coincida de manera tradicional con la edificación del segundo templo, cuya fecha data del 27 de mayo de 1990. Sin embargo -como lo señalé en su momento frente al púlpito mientras leía una reflexión a manera de reseña histórica- reducir la obra congregacional a 35 años es insuficiente; y pese a que hay gran mérito en la voluntad, bendición, trabajo y en el liderazgo local y pastoral que en su momento hizo posible este proyecto, de cuyos actores tienen la memoria fresca -pues aún hoy algunos de ellos fueron testigos de esta obra-, no obstante, vale la pena repensar y rememorar en el camino a más de 132 años, que en teoría son los que oficialmente nos han permitido encontrar el indicio remoto en los documentos de archivo, y que ubican el desarrollo misionero impulsado por miembros de la Iglesia Metodista Episcopal del Sur (IMES) como los primeros en incursionar en la región.
Una crónica publicada por el presbítero J.B. Alarcón en El Abogado Cristiano Ilustrado a principios de 1893 relata que desde finales de 1892 los misioneros abrieron un punto de predicación en las inmediaciones de lo que hoy es el municipio de Mixquiahuala, lugar al cual se trasladaban desde lugares que entonces eran remotos, como Chicabasco (localidad perteneciente al Ayuntamiento de Actopan), para escuchar La Palabra en la casa de la familia Durán, muy cerca de donde actualmente se ubica la dirección del templo actual.
Otro momento importante para recordar, es el desarrollo intermitente que esta congregación, así como de los puntos de predicación cercanos, tuvieron en la última etapa del Porfiriato y durante la Revolución, hechos de los que no existen hasta ahora documentos que refieran de manera concreta. Por el momento sólo podemos quedarnos con la referencia hipotética que, al igual que en varias partes del país, la precariedad y desigualdad social obligó a muchos a incorporarse a la “bola”. En este sentido, las fuentes monográficas señalan que esta parte del Valle del Mezquital sirvió de paso entre contingentes de diferentes facciones. Durante las batallas en el Bajío entre Villistas y Obregonistas, algunas vanguardias bajo órdenes de Benjamín Argumedo bordearon esta parte del estado; otras entablaron ocasionalmente escaramuzas con grupos locales, ocupando temporalmente algunos lugares, como lo fue el caso de La Coronela, una jefa de armas simpatizante de los zapatistas que mantuvo ocupada la plaza de Tula hacia mediados de 1915.
En el concierto de estos acontecimientos, el desarrollo del metodismo durante la primera década del siglo XX pintó complicado para establecer la continuidad en la obra misionera; pero a pesar de esto los frutos sobrevivieron y se expandieron en las regiones. La reconfiguración sociopolítica del país habría afectado de manera crucial el desarrollo misionero, lo que obligó a reacomodos al interior de las conferencias. Por cuestiones logísticas y previos acuerdos, esta región administrada por la Iglesia Metodista Episcopal del Sur (IMES) fue cedida algunos años antes a sus hermanos de la Iglesia Metodista Episcopal Norte (IME). Hacia el año de 1919 la Conferencia de México, a cargo del obispo Francis J. McConnell, se reconfiguró administrativamente afectando esto la continuidad, el desarrollo y vinculación de algunas congregaciones; el Distrito del Oeste, liderado por el Superintendente J. D. Chagoyán, comprendía un amplio territorio compuesto por la región de Veracruz (Córdoba, Orizaba, Alzacán, Tierra Blanca, Huatusco y Veracruz Puerto), el Itsmo Oaxaca (Tuxtepec), el Estado de México (Apasco, Tequisquiac, Nextlalpan, El Oro y Toluca) e Hidalgo (Mixquiahuala), este último a cargo del pastor David A. Gómez.
Prácticamente la misión de Mixquiahuala era la única del estado de Hidalgo perteneciente a este distrito, en tanto que el Distrito Oriental -del cual era Superintendente el Pbro. Bruce R. Campbell- tenía bajo su demarcación la obra hidalguense restante al sur de dicha entidad, que dicho sea de paso está encausada en la región de la Comarca Minera y el Valle de Tulancingo; Acelotla, Chicabasco, Acayuca, Pachuca, Real del Monte, Tezontepec (Villa de), San Agustín Tlaxiaca, Tulancingo y Zacualtipán.
Técnicamente hacia inicios de la década de 1920, el impulso misionero y desarrollo de puntos de evangelización partieron de Mixquiahuala, teniendo a ésta como eje y a las comunidades pertenecientes a Tezontepec de Aldama y Chapantongo como satélites. En el siguiente apartado veremos algunos de los impulsores y las comunidades subsecuentes a esta obra misionera durante la década de 1920.
Los pioneros.
Posiblemente por la cercanía regional y familiaridad con el estado fue que el pastor David Gómez invitó al superintendente del Distrito Oriental para hacer una visita al Circuito de Mixquiahuala, el cual estaba administrado por éste. Hacia mediados de 1920 el Rvdo. Bruce R. Campbell y el Laico G. Cora salieron de la Comarca Minera para embarcarse en un viaje de reconocimiento hacia el corazón del Valle del Mezquital. A su encuentro se percataron de la riqueza natural de la región, no por nada llamado popularmente como el “Granero de Hidalgo”, bendecido por fuentes acuíferas abundantes dentro de las que destaca el Río Tula. En su bitácora G. Cora relata de manera detallada la epopeya de su viaje, de la que destaca -además de lo antes mencionado- el desarrollo industrial e impulso a fuentes de trabajo a través de la implantación de tres hidroeléctricas en la zona: ELBA en la localidad de La Venta, Mixquiahuala (hoy municipio de Progreso de Obregón), Juandho lugar ubicado en la demarcación del municipio de Tetepango y finalmente la hidroeléctrica La Cañada, comunidad del mismo nombre perteneciente también a Mixquiahuala. Cabe señalar de esta última, quizás como la segunda en importancia después de la congregación de Mixquiahuala.
Según el relato de G. Cora, persona apegada a los detalles y quedó admirado tanto por la cordialidad de la gente de la región como por el paisaje y la riqueza natural; pudo constatar todo ello gracias a la buena guía del Hno. Adán Oliva, de oficio electricista y que posteriormente se trasladó a la ciudad de México para estudiar medicina homeopática, fue hijo de un pastor misionero metodista que fundase el punto de predicación en la comunidad de Cañada. Fue precisamente este afable hombre quien lo llevó a recorrer las inmediaciones del circuito y que lo presentó con el pastor David Gómez, a quien los visitantes describieron como un hombre de Dios muy cordial pero que, a primera vista según su complexión física, daba la impresión de ser el “doble” de Emiliano Zapata.

Adán Oliva
El relato de ambos visitantes enfatiza en el mensaje y predicación hecha a los lugareños e indica que tuvieron un aforo en los cultos considerable los dos días que duró su estancia; en la primera noche con una asistencia de cerca de cincuenta miembros y en la segunda con un total de cien personas. Dentro de los asistentes a estas reuniones destacaron la familia de los hermanos Caballero quienes, además de agradecer la visita, fueron los pioneros en fundar la congregación en Huitel, localidad perteneciente a Tezontepec de Aldama.
A cuatro años de distancia de esas célebres reuniones, en 1924, el circuito de Mixquiahuala cambia de distrito y se incorpora al Distrito Oriental. El aún para entonces Superintendente Campbell designó como pastor suplente al Hno. Eulalio Luna, quien fue el encargado de extender los puntos de predicación más allá de los puntos logrados por su antecesor.

Hacia finales de la década de 1920 el arduo trabajo del Hno. Luna rindió los frutos deseados: en 1928 señaló en una carta que, preocupado no sólo por el alma sino por la ilustración y el aprendizaje de sus congregantes más jóvenes, decidió que después de la Escuela Dominical impartida a su feligresía del 4 de junio de aquel año, en lugar de tener un culto de predicación, preparó a la Liga de Menores y les aplicó un examen de conocimientos de instrucción primaria. Este acto, lejos de provocar enojo e indignación de sus autoridades episcopales superiores, fue objeto de admiración, por lo que en apoyo a su tarea decidieron conceder su petición de enviarle material didáctico para ilustrar las lecciones de los infantes.

Manuel Guevara y Eulalio Luna
Finalmente, para el 30 de junio de 1929, el Pbro. Eulalio Luna reportó con beneplácito el desarrollo de la Conferencia Trimestral del Subdistrito, en la cual señaló que la reunión tuvo lugar en la localidad de Santa María Amealco (Chapantongo) a la que asistieron congregantes de Mixquiahuala, Cañada, Huitel, San Bartolo Ozocalpan y El Capulín, estas dos últimas localidades pertenecientes al municipio de Chapantongo. La conferencia fue presidida por el Pbro. Sixto Ávila y tuvo como Secretario de Actas al Hno. Adán Oliva. Dentro de los actos especiales en dicha reunión destacaron la intervención coral de un grupo congregacional, dos bautizos de párvulos, la recepción de siete probandos y dos bautismos de adultos; el jefe de la casa, el señor Donaciano Martínez y su hija la señorita Beatriz Martínez. Cabe señalar que la congregación de Amealco no contaba con una iglesia como tal, sino que se servía de hacer las reuniones en la casa de la familia antes señalada.
Conclusión.
La conexionalidad metodista, la fe, la voluntad y el trabajo mueven adversidades. Muestra de ello es la historia fragmentada que acabamos de leer en los apartados anteriores. Con ello, damos cuenta que el proceso de desarrollo de una congregación es complejo; y en cuanto al tratado de las fuentes, se reescribe constantemente en la medida en que las fuentes son revisadas, contrastadas o bien surgen “nuevas” entre los escondrijos de algún cajón o archivero en bibliotecas u oficinas episcopales.
La historia de la congregación de Mixquiahuala se sigue reescribiendo y nos da la bendición de ver como “ningún hombre es una isla.” Mejor dicho: ninguna congregación nace por sí sola, pues además de necesitar de la fe, el trabajo misionero y la bendición desde lo Alto, requiere de lazos que se intercambian y fortalecen. Finalmente, los vínculos de la iglesia “Príncipe de Paz” de Mixquiahuala con las congregaciones de Huitel y Cañada tienen, además de la fe y la estructura administrativa, un elemento más de encuentro: Una historia congregacional en común.
Bibliografía.
Cora, A. “Visita Misionera. Las riquezas del suelo. Las maravillas del evangelio”, en El Mundo Cristiano, Casa Unida de Publicaciones, México, 29 de julio de 1920, 116-117pp.
Luna, Eulalio. “Por el circuito de Mixquiahuala”, en El Abogado Cristiano, 22 de agosto de 1929, 6p.
Ramirez, Oswaldo. “El templo metodista en Mixquiahuala, 32 años de historia” en El Evangelista Mexicano, 1º de junio de 2022. Versión electrónica https://elevangelistamexicano.org/2022/07/01/el-templo-metodista-en-mixquiahuala-32-anos-de-historia/ (Actualización de 10 de junio de 2025).
Ramirez, Oswaldo. “Memoria oral: Reseña histórica de la iglesia Príncipe de Paz, Mixquiahuala, Hgo.”, en Viviendo la fe. Metodistas en México, 1873-2000, CUPSA, México, 2015: 59-71pp.
S/A. “Actividades Evangélicas. Nombramientos”, en El Mundo Cristiano, Casa Unida de Publicaciones, México, 27 de marzo de 1924, 310p.
S/A. “Noticias del Departamento de Educación”, en El Abogado Cristiano, 7 de mayo de 1928, 12p.
Vázquez, Javier (2024). Monografía de la Colonia Cañada. Municipio de Mixquiahuala de Juárez, Hidalgo. Manuscrito, Word.
