<strong>El templo metodista en Mixquiahuala, 32 años de historia</strong>

El templo metodista en Mixquiahuala, 32 años de historia

Fragmento de la reseña del autor: “Memoria oral: reseña histórica de la Iglesia Príncipe de Paz, Mixquiahuala, Hgo.”, en “Viviendo la Fe. Metodistas en México 1873-2000”, Ruíz Rubén y otros, Casa Unida de Publicaciones CUPSA, México, 2015, pp.59-71.

Oswaldo Ramirez González

“Arraigados y sobreedificados en Él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias”.

Colosenses 2:7

El siguiente texto es un fragmento sobre la historia de una de nuestras congregaciones que ahora pertenece a la Conferencia Anual Septentrional (CAS). Sirva decir que se trata de la historia local y documental recopilada no solo como un homenaje a la memoria de larga duración de dicha congregación, la cual cumplió su 32 aniversario de la puesta de la primera piedra de su segundo templo el pasado 27 de mayo. La presente reseña también es parte de mi gratitud, testimonio y ministerio en el dulce arte de historiar, ya que fue precisamente en esta congregación donde conocí del evangelio el cual lo adopté como parte de mi creencia e identidad.

Por otra parte, seguro estoy que existe más de una congregación en México que lleve el nombre de “Príncipe de Paz”. No obstante, quizás no hay ninguna en este momento a la que en tiempos recientes las ausencias y partidas con Nuestro Señor le sean  por demás sentidas. La Pbra. Garicey Santa García Torres (1950-2022) a quien la congregación le debe la iniciativa de la construcción del templo actual, así como el ex Obispo Pbro. Rogelio Hernández Gutiérrez (1969-2022) nacido en el seno de dicha congregación. A ellos sea dedicado también este reconocimiento y pequeño texto.

Antecedentes

Los datos de archivo y la búsqueda en los periódicos metodistas de aquella época como El Abogado Cristiano Ilustrado y El Evangelista Mexicano sitúan el surgimiento del trabajo misionero en dicha localidad alrededor del año de 1893. En estos registros se da cuenta de que la obra misionera en la región de Mixquiahuala comprendía otras comunidades entre ellas Huitel, Tezontepec, Chicavasco, Actopan, El Capulín, San Bartolo y Tula. A su vez estas pertenecieron al circuito misionero de Tula de la Iglesia Metodista Episcopal Sur (IMES).

Sin embargo, debido a que la zona se encontraba en un área rural a la que aún no llegaban las vías férreas, el acceso y continuidad del trabajo de evangelización fue complicado. La obra en Chicavasco y Actopan prosperó de manera más rápida, en tanto que el trabajo en Mixquiahuala se estancó varias décadas. Tuvo que finalizar el Porfiriato y el periodo más crítico de la Revolución mexicana para que dicha región fuera retomada pero casi inmediatamente fue cedido a la Iglesia Metodista Episcopal (IME) como parte de los acuerdos de Cincinnati. A partir de 1919 la obra misionera en la región es tomada por dicho grupo misionero, pero dicha administración no duró mucho pues para 1930 ambos grupos dieron paso a la separación e independencia definitiva de su trabajo en nuestro país. A partir de ese momento el metodismo mexicano inició su camino de manera independiente.

Cabe destacar que para finales de la década de 1920 en pleno proceso de separación el trabajo misionero fue retomado por el pastor Eulalio Luna, presbítero suplente quien pastoreo las almas de los simpatizantes mixquiahualenses durante 1928. Su trabajo junto con el del señor Ildefonso Pérez fueron pioneros en esa zona.

Pastores Manuel Guevara y Eulalio Luna.

A medidos de la década de 1930 llega a vivir a la cabecera municipal de Mixquiahuala  don Ildefonso en busca de mejores oportunidades laborales y al mismo tiempo predispuesto para escuchar de la Palabra de Dios. Sin embargo, no es sino gracias a que conoce al señor Crispín Alfaro, quien hacía un tiempo se reunía con un pequeño grupo para hacer oración. El señor Ildefonso Pérez convencido del evangelio se une junto con su familia y de esta manera conforman la primera célula de oración metodista en el municipio.

Para mediados de la década siguiente (1940) otras familias locales se adhieren a su grupo de oración y se congregaron en la casa de la familia Durán, ubicada a dos cuadras de la presidencia municipal y a media cuadra de donde se establecería posteriormente el primer y segundo templo (Av. Hidalgo, Col. Centro). Por aquel entonces el señor Crispín Alfaro fungía como laico oficiando los cultos de oración local y dirigiendo las clases de escuelita dominical.

El primer templo

Desafortunadamente no se tiene la fecha exacta de cuando se puso la primera piedra del primer templo. Sin embargo, gracias a los informes pastorales y la historia oral recabada con los hijos y sobrinos de los fundadores, se sabe que fue en el mes de febrero de 1948.

Congregantes frente a primer templo. La foto del cierre de actividades de una conferencia local (c. 1950).

La consagración y construcción de este primer edificio tardó casi diez años terminando de edificarse alrededor del año de 1957. Tocó al Pbro. Zacarías Lorenz como pastor local tal menester. Cabe señalar que en esta primera etapa del establecimiento oficial de la congregación, la participación del señor Juvenal Barrera como presidente de la Comisión de la construcción y administración del templo, así como de los vocales doña Wilebalda Gálvez, la señora Lucina Durán y Ventura Durán, considerados como parte esencial en la fundación de la congregación metodista en la cabecera municipal y en el sitio en donde se asentó posteriormente el segundo templo en la actualidad. 

Gracias al liderazgo de estas personas, así como al desarrollo propositivo de toda la congregación en general, la iglesia Príncipe de Paz fue creciendo tanto en lo espiritual como en lo congregacional. La constancia en el trabajo conjunto de los pastores y la congregación generaron por más de treinta años, es decir desde 1960 hasta finales de 1990 que el templo se mantuviera parcialmente lleno. Este hecho provocó que las instalaciones ya no fueran suficientes y existiese la necesidad de renovar y ampliar el espacio, lo que para  finales de la década de 1980 comenzó a ser una realidad.

El nuevo templo

Con la Pbra. Garicey Santa García Torres en 1988, la congregación se movió con determinación animada por el espíritu e iniciativa de la pastora recién llegada quien tuvo muy en claro desde un principio la construcción de un nuevo templo. Apenas a unos meses de instalarse en la casa pastoral, convocó para tal fin a la Junta de Administradores el 6 de agosto de 1988. Pese a que la tesorería local no contaba en aquel momento con fondos suficientes. Sin embargo gracias a las donaciones y la cooperación tanto de feligreses como de simpatizantes se pudo adquirir lo necesario para comprar material y realizar la mano de obra, pero como esto llevo un tiempo el proyecto de construcción se atrasó casi un año. 

Fachada actual del templo “Príncipe de Paz” en Mixquiahuala, Hgo.

Fue de gran bendición para entonces que las familias apoyasen con especie o mano de obra; el esfuerzo  estuvo encaminado en terminar a la brevedad el templo, puesto que  a última hora se decidió demolerlo en su totalidad. La participación de las familias locales como la familia Esparza, García Pérez, Zamorano, Pérez Granados, Ortiz, entre otras. El acelerado trabajo y la cooperación del Subdistrito que desde un inicio apoyaron esta edificación rindieron frutos. Un 27 de mayo de 1990 la congregación local en compañía de la Pbra. Garicey recibieron al  Pbro. Raúl Ávila Obispo conferencial, quien consagró el inicio de la construcción la puesta de la primera piedra del nuevo templo. 

Imagen 4. Oración de consagración del segundo templo (1990).

Para la construcción de la segunda planta se contó además del apoyo de misioneros voluntarios estadounidenses. La nave del templo quedó construida en su totalidad en 1993. Solo quedaron pendientes el piso y la compra bancas y los inmuebles del presbiterio. En años recientes se edificó la torre (aunque con un estilo arquitectónico diferente). A la fecha los detalles se enfocan en la construcción de un elevador que haga más fácil el ascenso a la segunda planta para ancianos y discapacitados.

Los retos de nuestra congregación hoy.

La historia de nuestro pasado, como vida y experiencia de identidad fortalece no solo los vínculos en Cristo sino nuestra apropiación como comunidad metodista, lo que es mejor, sirve para recordar el precedente que misioneros, laicos, pastores y demás hermanos entregados a la obra lucharon para difundir el evangelio hace más de siglo y medio en nuestro país. Si bien el cuidado y fortalecimiento del espíritu a través de La Palabra es fundamental, no hay que olvidar en viras de esta nueva normalidad nuestra tradición, y que pese a que tenemos una misma fe. Lo que nos une también es nuestro pasado wesleyano, mismo que se encuentra presente de la mano del trabajo fuera y dentro de nuestra iglesia, la acción social, la evangelización y el crecimiento y constancia como iglesia local y como asociación religiosa. Gloria a Dios por ello.