
La sorprendente estructura de los Diez mandamientos
Los diez mandamientos curiosamente empiezan y terminan en el mismo lugar: amar a Dios y al prójimo desde el corazón.
Andrés Messmer
Introducción
Muchos ya conocemos los Diez mandamientos de Éxodo 20 y Deuteronomio 5, pero por si acaso, aquí los tienen en forma resumida:
- No tener dioses ajenos
- No hacer imágenes
- No tomar el nombre de Dios en vano
- Guardar el sábado
- Honrar a tus padres
- No matarás
- No cometerás adulterio
- No hurtarás
- No mentirás
- No codiciarás
Hasta aquí, todo bien, pero surge la pregunta: ¿por qué están estructurados así, y cuál es su lógica? Aunque los Diez mandamientos juegan un papel central en la catequesis cristiana, muchos no profundizan más que observar que algunos mandamientos hablan de nuestra relación con Dios (normalmente los 1–4), mientras que otros hablan de nuestra relación con los hombres (normalmente los 5–10). En este artículo, me gustaría profundizar en la estructura y lógica de los Diez mandamientos. (Como comentario parentético, permítanme reconocer mi deuda con la comunidad judía al respecto, y sobre todo a los sefardí de la Edad media).
La estructura de los Diez mandamientos
Cuando consideramos la estructura de los Diez mandamientos, el tema más importante es cómo los podemos dividir para que nos ayude a entenderlos mejor. Los cristianos solemos dividirlos en dos grupos, con los primeros tres o cuatro hablando de nuestra relación con Dios, y los últimos seis o siete de nuestra relación con los hombres. Sin embargo, me gustaría sugerir que hay otra manera —quizá mejor— de dividirlos: en dos grupos de cinco mandamientos que hablan de nuestra relación con Dios y nuestras autoridades y los otros cinco de nuestra relación con nuestros iguales.







