Apología al Bautismo Infantil

BAUTISMO

Exordio

Existe hoy en día en el mundo evangélico una evasión hacia todo lo que parezca venir de la tradición católico romana. Y no los culpo, pero, en aquellas iglesias cristianas donde se permite y practica el bautismo de infantes la mayoría de las personas, ya sean miembros en plena conexión o visitantes, simpatizantes o fieles, fruncen el ceño cuando se menciona el bautismo infantil como una posibilidad de ser una práctica útil y auténtica en el templo local en beneficio de las familias congregantes.

Soslayar el tema no es del todo benéfico pues evitamos tener la discusión que deberíamos tener, si bien no es un tema central o medular de la fe, sí lo es para el desarrollo armónico de la vida familiar de todos los congregantes con hijos infantes o bebés. Por eso lo pongo en la mesa en este momento. Aquí discuto, exploro, analizo y defiendo mi posición a favor del bautismo infantil en la Iglesia Metodista contemporánea.

Decir bautismo infantil equivale, en la opinión de algunos, a traicionar los cánones del cristianismo. Nada puede ser más absurdo. La Iglesia tiene razones para mantener activa esta práctica, que con todo su significado y ceremonia no deja de ser un Sacramento que cuenta con su ritual específico en la sección apropiada de la Disciplina de la Iglesia. Por lo tanto, analizaremos todo lo relacionado con este Sacramento, y las razones del por qué debería ser una práctica predominante, aun por encima de otras afines pero no equivalentes, las cuales lamentablemente le han sustituido con el paso del tiempo.

El Artículo XVI de la Iglesia Metodista, denominado De Los Sacramentos indica: Los Sacramentos instituidos por Cristo no sólo son señales o signos de la profesión de los cristianos, sino que más bien son testimonios seguros de la gracia y la buena voluntad de Dios para con nosotros, por medio de los cuales él obra en nosotros invisiblemente, y no sólo despierta nuestra fe en él, sino que también la fortalece y confirma. Son dos los Sacramentos instituidos en el Evangelio por Cristo nuestro Señor, a saber: el Bautismo y la Cena del Señor… los Sacramentos no fueron instituidos por Cristo para que sirvieran de espectáculo ni para que fueran llevados en procesión, sino para que usáramos de ellos debidamente. Y sólo en aquellos que los reciben dignamente, producen efecto saludable; mientras que aquellos que los reciben indignamente, adquieren para sí condenación, como dice San Pablo en 1ª Corintios 11:29.[1]

Acerca del bautismo infantil, el Artículo XVII de la Iglesia Metodista denominado Del Bautismo expone: El Bautismo no es solamente una señal de profesión y una marca de diferencia por medio de la cual se distinguen los cristianos de otros que no han sido bautizados, sino que es también una señal de la regeneración o nuevo nacimiento. El bautismo de los niños debe ser retenido en la Iglesia. Ver. Art. 170.[2]

Por lo tanto, investiguemos cómo es que esta práctica se extendió desde el más recóndito rincón del Imperio de los Césares hasta el mundo postmoderno.

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Etimología

¿Cómo se dice bautismo en griego?

Según los resultados de mi investigación, la palabra que significa agua en griego antiguo es: ὕδωρ.

Pero eso no es lo más relevante. Lo relevante es que el bautismo con agua es una práctica precristiana, si tomamos en cuenta que es Juan el Bautista el primer individuo que el Nuevo Testamento registra efectuando esta actividad.

La base etimológica de la palabra bautismo es la palabra española bautismo que viene del latín, baptismum que a su vez deriva del griego koiné báptisma, y ésta a su vez del griego clásico: baptízo/ βαπτιζειν o βαπτειν, que significa: «sumergir«, «zambullir«, «hundir» (en el agua).

Surgimiento

Religiosidad práctica

El bautismo consiste en una ceremonia en la que una persona -que ha de unirse a la comunidad cristiana- entra en contacto con el agua de cualquiera de estas tres maneras: inmersión, ablución (derramamiento), o aspersión.

La inmersión era la forma primitiva generalizada, y pervive en la etimología de la propia palabra «bautismo», de ello dan testimonio arqueológico las grandes fuentes bautismales del arte paleocristiano en numerosos templos cristianos en oriente y occidente, tanto los que siguen activos, como los que yacen en estado de ruina. La inmersión sigue siendo la forma obligatoria en la Iglesia Ortodoxa y en todas las Iglesias Orientales (aún las que están unidas a Roma), así como en la Reforma Radical y en el Cristianismo Fundamentalista.

La ablución o derramamiento, es la forma generalizada en el catolicismo romano, el anglicanismo y el protestantismo clásico; sin embargo, en estas mismas comuniones eclesiales la inmersión ha sido revalorada como un signo más expresivo del significado del bautismo, y se practica ampliamente en numerosas diócesis y parroquias. Es un hecho que tanto el Misal Católico Romano como el Libro de Oración Común (anglicano), recomiendan la inmersión como la forma más apropiada para el bautismo.

La aspersión consiste en salpicar con agua; se trata de una forma autorizada sólo para casos de emergencia extrema (y nunca como forma regular), por las iglesias que reconocen la ablución como administración válida del bautismo.

A partir del Concilio de Nicea (325, d. C.), la ceremonia (acto) de la inmersión o ablución es obligatoriamente triple, y el rito (palabras) del bautismo -propiamente dicho- se centra en la invocación de la Trinidad sobre la persona que ha de ser bautizada (candidato o bautizando), con variantes según el rito de cada Iglesia: «Es bautizado(a) el (la) siervo(a) de Dios (Nombre…), en el Nombre del Padre, Amén; y del Hijo, Amén; y del Espíritu Santo, Amén«, como ejemplo del rito bizantino de la Iglesia Ortodoxa y otras orientales.

«(Nombre…), Yo te bautizo en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.», es el ejemplo básico del cristianismo occidental.

Algunas Iglesias Fundamentalistas acuden exclusivamente a los datos del Nuevo Testamento, y aplican el bautismo únicamente con la fórmula «En el Nombre de Jesús«. Este es un punto de discusión teológica que tiene qué ver con el concepto de Dios Padre, de Cristo y del Espíritu Santo, que se tenga en cada denominación.[3]

Su historia en el Metodismo

Congruencia teológica

En el capítulo tercero de la Legislación General de la Disciplina de la Iglesia Metodista de México se trata el asunto del Bautismo Infantil. El artículo 170 del Bautismo de Infantes dice: Todos los niños y niñas en virtud de los beneficios incondicionales de la expiación hecha por Cristo Jesús son miembros del Reino de Dios por la gracia divina. Por consiguiente, tienen derecho a recibir el Sacramento del bautismo, no como testimonio de arrepentimiento, confesión y perdón de pecados, sino como señal del pacto que Dios ha hecho con su pueblo redimido.

El pastor deberá exhortar a los padres o tutores, miembros de su cargo pastoral, a que tan pronto como sea posible consagren sus hijos o hijas a Dios por medio del bautismo. Antes de administrar el bautismo a los niños o niñas el pastor deberá instruir a los padres acerca del significado de las solemnes promesas que tendrán que hacer, deberá amonestarlos y aconsejarlos a fin de que cumplan con el sagrado deber de conducirlos a Cristo Jesús y guiarlos en el crecimiento de la vida cristiana, y deberá de cerciorarse de que hayan cumplido con la ley del Registro Civil.

El ministro deberá entregar a los padres o tutores de los niños bautizados un certificado de bautismo firmado por el pastor que ofició el Sacramento. De este modo los niños bautizados quedan en relación de pacto visible con Dios en virtud del significado espiritual del bautismo. De este modo han entrado en una relación formal con la Iglesia tomándolos en cuenta como Miembros a Prueba, colocándolos bajo su cuidado.

Una vez que lleguen a la edad de doce años y estén en capacidad de tomar decisiones responsables y además muestren evidencia de tener fe viva en Cristo Jesús y de haber sido debidamente instruidos, el pastor los presentará ante la congregación para que hagan una pública profesión de Fe Cristiana, y ratifiquen su consagración personal a Jesucristo y sean recibidos como miembros en Plena Comunión.

El artículo 175 de la instrucción indica: Será deber de los padres o tutores, con el apoyo del pastor y las demás personas encargadas de la Educación Cristiana del Cargo Pastoral, instruir a los niños y niñas en el significado de la fe cristiana, criarlos en la disciplina y amonestación del Señor y guiarlos a que se consagren en amor y confianza a Cristo Jesús como su Señor y Salvador. Además, investigarán cual sea el estado de su experiencia religiosa y los conducirán en la práctica devota y frecuente de los Medios de Gracia, tales como la oración, el Culto Divino en la Iglesia y en la familia, el estudio reverente de las Sagradas Escrituras y la participación en la Santa Comunión.

Práctica contemporánea

En la actualidad, normalmente todas las iglesias evangélicas llevan a cabo un acto que denominan Dedicación de Infantes, que es solamente la presentación pública de los infantes a Dios, para rogar su bendición sobre ellos. Es un acto de gratitud de los padres para con Dios. Pero debo apuntar que en la realidad esta ceremonia implica muchas fallas en comparación a la ceremonia del bautismo. Después de un cuidadoso análisis, mi aseveración es que las personas que realizan esta ceremonia lo hacen para evitar compromiso alguno con la iglesia.

Lo que hacen es transferir la responsabilidad de educar al infante a la congregación, dado que piensan que la iglesia podría hacerlo mejor que ellos. Pero ésta no es la misión de la iglesia, ni tampoco la del Sistema Educativo Nacional. Educar al infante es la responsabilidad primordial de la familia. La misión de la escuela es de proveer de conocimiento científico útil para la vida, y el de la iglesia de proveer de principios morales para la vida práctica. Asistir a la congregación no es garantía alguna para que la persona goce de una vida mejor. Eso sucederá únicamente si la persona vive su fe, es decir, si está comprometida con los valores que le son enseñados.

Muchas veces al celebrar el acto de la Dedicación de Infantes, cuando generalmente sólo uno de los padres del infante es cristiano, el cónyuge no redimido ni siquiera acude a la ceremonia. Pero si acaso acudiere, lo más seguro es que esa sea la única ocasión en que se vea a tal cónyuge en el templo, lo cual es muy triste. Por todo esto la ceremonia de la Dedicación de Infantes realmente no representa mayores beneficios.

Muchas otras personas le confieren cualidades mágicas o sobrenaturales a este acto por razones que desconozco. Aparentemente creen que al hacerlo obtienen un tipo de garantía celestial en relación con el infante absolviéndoles de su responsabilidad como padres. Una premisa falsa más.

Por el contrario, la ceremonia del bautismo confiere a los padres la responsabilidad directa e ineludible de ser quienes eduquen al infante en el camino, tal como lo exige la Biblia. También posiciona a los padres como los directos responsables en el desarrollo del niño. Lo hace de tal modo que le proporciona un documento certificado por la iglesia, además de que le da la calidad de miembro a prueba, convirtiéndolo en parte de la iglesia, lo cual seria un punto a favor para que los padres se esfuercen en hacer su labor debidamente.

Apuntes finales

In necessaris unitas, in dublis libertas, in ómnibus charitas. El bautismo es un Sacramento instituido por Jesucristo, y el bautismo infantil una práctica que la Iglesia tiene que resucitar y ser recomendada diligentemente por los ministros para tener familias fuertes, cristianamente responsables, que amen y cuiden de sus familias y tomen todas las medidas necesarias para hacerlo.

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[1] Disciplina de la Iglesia Metodista de México, A. R.

[2] Disciplina de la Iglesia Metodista de México, A. R.

[3] Wikipedia. Bautismo.

daniel_mendoza