EDITORIAL

La resurrección de Jesús: garantía de vida ante la injusticia hacia los más vulnerables

“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.

Mateo 25:35-40

Al día de esta edición y como cada 30 de abril, en nuestro país se celebra el Día del Niño. Es una fecha especial establecida por los gobiernos de muchos países del mundo para recordar la responsabilidad de nuestra sociedad con los derechos de la niñez, a partir del sufrimiento vivido por ese sector de la población acaecido durante las grandes conflagraciones bélicas del siglo XX.

En su ministerio terrenal, nuestro Señor Jesucristo vino a dar dignidad a muchos grupos vulnerables: entre ellos, los niños, las mujeres, los pobres, los desposeídos, las personas con discapacidad y los marginados sociales ocuparon un papel preponderante. Ello derivó en un ministerio de cuidados para aquel que está en necesidad y que hoy nos brinda una gran oportunidad para llevar a cabo acciones transformadoras en el contexto de cada uno de esos grupos, abordando las causas que los generan y contribuyendo a la construcción del Reino de Dios y su justicia, mediante la acción social y la solidaridad.

Muchos autores nos invitan a la construcción de un mundo mejor partiendo del trato a los niños, a un cambio de visión en el que desde el hogar, la escuela y la iglesia se apliquen los principios de Jesús en el trato hacia los demás. Sobre todo, en la época actual como respuesta a la violencia contra la niñez que hay en el mundo, particularmente en América Latina y, aún más, en nuestro querido México. Es decir, procurar un mundo más parecido al que Jesús quería: un mundo más tierno, afectivo, respetuoso, tolerante, que valore al otro.

Jesús tiene lecciones muy profundas. Encontramos varios pasajes donde, diferente a la actitud de los discípulos, Jesús acoge a los niños, los abraza y los bendice. Hay una valoración muy grande, sobre todo teniendo en cuenta que en el mundo del primer siglo los niños valían muy poco. Los niños estaban entre los pequeños de la sociedad, junto con los forasteros, las viudas y otros sectores que no tenían mucho valor. Jesús los valora, les da un trato preferencial, reconoce el lugar que tienen en el Reino. Esto es fundamental para entender el mensaje de Jesús, porque no solo los protege como objeto de vulnerabilidad, sino que los hace metáfora del Reino. Les dice a los discípulos que si no se hacen como ellos, tendrán problemas con el reino. Hay una valoración que hace a los niños protagonistas del Reino. Las iglesias tenemos mucho para pensar y aprender, transformando a las iglesias en centros de protección, enseñanza y valoración donde los niños sean parte de la misión de Dios.

Por tanto, reconociendo lo que el evangelio dice, deberíamos repensar la evangelización a un ministerio más integral con la niñez. Los niños necesitan comida, educación y protección. Debemos considerarlo una situación multifactorial y también involucrarnos a favor de la niñez dentro y fuera de la iglesia.

En segundo lugar, deberíamos abrir espacios de ministerio para la niñez. No deberíamos reducir el espacio ministerial al cuidado que reciben en la escuela dominical o de guardería durante los cultos. Tenemos el desafío de pensar cómo la niñez podría estar en el centro de nuestros ministerios, como hizo Jesús. ¿Qué significaría para nuestras iglesias si aceptáramos el desafío de poner a la niñez en medio nuestro?

En tercer lugar, ¿Qué podremos aprender de la niñez? Hemos estado pendientes de qué podemos enseñarles. Nos hacen reír, nos hacen la vida más amable, pero pocas veces consideramos que la niñez tiene algo para enseñarnos. Jesús le dice a los discípulos que la niñez esconde el secreto del Reino. Reflexionemos qué quiso decir Jesús con eso de poner a la niñez como metáfora de su Reino.

En estos días en que celebramos la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, debemos ver ese gran prodigio como una garantía de la justicia para los injustamente tratados. La resurrección de Jesús es garantía de poder, de un poder que defiende y restablece. Así, nosotros, todos los creyentes del mundo, podemos hacer una magnífica celebración de la resurrección de Jesús trabajando también como garantes de la justicia en el mundo. La resurrección de Cristo es un acto de justicia al que se deben acoger los humillados y ofendidos de la historia, aquellos sobre sobre los que tantas injusticias han recaído hasta empobrecerlos, dejarlos en la exclusión, en la marginación, en el llanto y en la ignominia.

Un comentario sobre “EDITORIAL

  1. «Esto es fundamental para entender el mensaje de Jesús, porque no solo los protege como objeto de vulnerabilidad, sino que los hace metáfora del Reino. Les dice a los discípulos que si no se hacen como ellos, tendrán problemas con el reino. Hay una valoración que hace a los niños protagonistas del Reino.»
    Esta frase luminosa me agradó de modo especial. Felicidades.
    Pbro. B. Rendón M.

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