Decisión

Decisión

David Almanza Villalobos

“Y mi opinión entonces es que no debemos ponerles obstáculos a los gentiles que se convierten a Dios. Al contrario, deberíamos escribirles y decirles que se abstengan de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de inmoralidad sexual, de comer carne de animales estrangulados y de consumir sangre. Pues esas leyes de Moisés se han predicado todos los días de descanso en las sinagogas judías de cada ciudad durante muchas generaciones”. 

Hechos 15:19-21. NTV.

Ya hablamos de la disputa, de la posible división, de la defensa y ahora, cuál fue la Decisión. Los líderes y toda la iglesia dirigidos por el Espíritu Santo llegaron a una conclusión, la cual declaró Santiago.

Santiago esta como una especie de juez de este concilio, lo que debería llamar la atención a nuestros amigos católicos, si Pedro fue el primer papa, Pedro hubiera sido el que estaba a cargo de este concilio, pero aquí está presidiendo Santiago. 

Santiago no se impone, sino que depende de los demás apóstoles y los apóstoles dependen de la voz del Espíritu Santo.

Ellos no buscaban argumentos humanos, buscaban la dirección del Espíritu Santo. La decisión fue una decisión doble. Una decisión doctrinal y una decisión práctica. La doctrinal era esta: Que ambos, judíos y gentiles, todos son pecadores y solo pueden ser salvos por la gracia a través de la fe en Cristo Jesús. Esta es la doctrinal.

La decisión también es práctica: Él les está diciendo que la fe verdadera conduce a las buenas obras, en ese orden. La fe conduce a las obras, no las obra a la fe. 

Él les está diciendo a los judíos que deben dejar de discriminar a los gentiles por motivos de circuncisión, pero le está diciendo a los gentiles, que deben abstenerse de pecados flagrantes como la inmoralidad sexual, pero también, deben ser respetuosos de algunas tradiciones antiguas de los judíos.

Cuando Santiago menciona en su decisión, la comida ofrecida a los ídolos, los animales ahogados, los que contienen sangre; él les está diciendo a los gentiles: “No es porque sea pecado para ustedes, porque esto es parte de la ley judía, pero ya que se ha predicado a través de muchas generaciones, todos los días de reposo, cada vez que van a la sinagoga oyen estos reglamentos, entonces ustedes sean sensibles al proceso de ellos”.

En esencia la decisión es esta, a los de la ley les está diciendo, tienen que demostrar ser más abiertos y amorosos con los gentiles, a los gentiles les está diciendo tienen que mostrar sensibilidad, sean sensibles a las convicciones de otros.

¿Por qué es importante esta reflexión? ¿Qué relevancia tiene conmigo? Porque hemos estado orando por gente nueva, por una iglesia llena del Espíritu Santo, por crecimiento.  Y repito, una iglesia en fuego siempre va a crecer, porque el fuego se propaga, las llamas se esparcen. 

Y entre más crezca la iglesia, va a llegar gente que menos se parece a nosotros y tenemos que practicar la compasión, decir: sabes qué, yo no te voy a cambiar en la puerta, te va a cambiar el Espíritu Santo en tu corazón, y cuando tu vengas a él, él va a hacer el cambio en ti, que Dios tiene para tu propósito.

Que la iglesia sea la iglesia y que Dios sea Dios. El único que cambia el interior es Dios. Nosotros no podemos cambiar a nadie. Como iglesia, nuestro deber es predicar el evangelio, nuestro deber es amar al pecador, nuestro deber es recibir al que viene buscando, orar por los enfermos, mostrar compasión para el necesitado, y luego dejar que Dios haga el resto.

El tipo de personas que quizá puedan llegar a venir, quizá no se van a parecer nada a nosotros, incluso, puede que te sientas incómodo, pero no debes sentirte indiferente o superior.

Los que han sido cristianos por mucho tiempo, los entiendo, y es posible que con un mensaje como este, sientas que Dios te habla, pero a la vez una preocupación: Pastor pero ¿hasta dónde vamos a predicar la gracia y hasta dónde vamos a permitir el pecado?

El problema es que vemos la gracia como un concepto, una idea, un dogma. Y la iglesia se preocupa porque dice: es que la gente va a abusar de la gracia para comenzar a pecar. Pero esto es incorrecto, la gente no necesita abusar de la gracia para comenzar a pecar, ya son pecadores. 

Y aquellos que pecan a propósito, y planean con anticipación su pecado, e incluso hacen alarde de su pecado en nombre de la gracia, la verdad es que nunca han conocido la gracia. Han encontrado una idea de la gracia, un dogma, un concepto, pero la gracia verdadera, no es una idea, no es un dogma, la gracia verdadera es una persona, y su nombre es Jesús. 

La Biblia dice en Juan 1:14: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (RVA). ¡Lleno de gracia y de verdad!

Nos hemos pasado toda la vida, inclinados de un lado o de otro, o somos de gracia o somos de verdad; pero Jesús pone el ejemplo: hay que estar llenos de gracia y de verdad. Y el que ejemplifica eso es Jesús. Cuando nos damos cuenta que la gracia es una persona, entonces el abuso, ya no es una opción. Es fácil abusar de un principio, un sistema, manipular un argumento o quizá discutir una doctrina, pero es mucho más difícil abusar de una persona o violar una relación. 

Yo, por ejemplo, he estado casado con mi esposa por muchos años, y la amo, y sé que ella me ama, pero nunca la he engañado y he dicho: ah es que ella me tiene que perdonar y me tiene que amar. ¿Por qué? Porque no piensa uno así, porque yo no estoy casado con una idea de quién es Diana, yo estoy casado con una persona que se llama Diana, y si la amo, y estoy agradecido a Dios por su vida, y por el amor que ella me tiene a mí, entonces cuando yo la ofendo, yo me arrepiento, me duele, e intento ser mejor porque soy fiel no a una idea impersonal del matrimonio, soy fiel a una persona llamada Diana. Y no es para que me llegue a amar, sino porque me ha amado, y no es para que me acepte, sino porque ya me acepta tal y como soy. 

De la misma manera, cuando nosotros tenemos un encuentro con Jesús, hay que reconocer, que lo conocimos por gracia, que fuimos salvos por gracia, que no merecíamos su misericordia, no merecíamos su favor, que realmente no tenemos derecho a decir, tengo derecho. Entonces de ahí brota un corazón agradecido que dice: Señor, ahora yo me voy a comportar a la altura, de un nuevo corazón que me has dado; no porque eso me vaya a salvar, sino porque ya soy salvo por ti.

Quiero vivir en agradecimiento a la altura de esa nueva identidad en Cristo Jesús. No somos nosotros, Es Jesús.  

Y Jesús, quiere que todos vengan a su presencia. Seamos una iglesia de puertas abiertas, brazos abiertos y corazones abiertos.