Obispo Rodolfo Rivera De la Rosa
Conferencia Anual Norcentral
Estamos mentalizados para una Navidad sin viajes ni encuentros. Y sí, es por amor.
Dios quiso dar respuesta a las preguntas, dar alivio a las heridas, dar horizonte a las historias, derribar muros y quiso acariciarnos con Sus manos, hablarnos con Su misma Palabra y hacerse uno de nosotros, para abrazarnos en Él. En Belén de Judá, a las afueras del pueblo, porque no tenían sitio en el mesón. Y nació Jesús y lo envolvieron entre pañales y lo acostaron en un pesebre.
Él es la Palabra que susurra nuestro nombre, brillo que enciende las noches, justicia que repara lo injusto. Y Él es la verdad eterna. Y hoy celebramos su presencia.
Emmanuel, Dios-con-nosotros.
Feliz Navidad y un Año Nuevo pleno les desea Obispo Rodolfo Rivera y familia.
CANCEN
Diciembre 2020.
Al cuerpo pastoral de la CANCEN, con afecto:
Estamos a punto de terminar este año 2020, aún lleno de retos y todavía en medio de una pandemia. Año complicado, sin duda, porque hemos vivido el distanciamiento de nuestras familias, congregaciones y amistades, así como de los consiervos.
Difícil la tarea pastoral en medio de todo esto: pedimos ayuda a otros, nos reorganizamos, retroalimentamos o hasta improvisamos para responder a la necesidad de predicar, acompañar y ejercer el ministerio en estos tiempos. Ante las situaciones y retos anteriores, somos llevados a reflexionar sobre la vocación pastoral y a hacernos preguntas inevitables, preguntas como: ¿lo estaremos haciendo bien o no?, ¿mi congregación estará siendo alimentada con la Palabra adecuadamente?, etcétera.
Al enfrentar este panorama pueden nacer muchas interrogantes; incluso, es probable que cuestionemos y critiquemos nuestro desempeño pastoral; surge la vacilación, quizá, sobre si el llamado continúa allí, si aún se vive con frescura y pasión la vocación pastoral.
Estimadas pastoras y pastores, la vocación y el llamado pastoral son para siempre. El pastorado es un compromiso; compromiso aquél que hicimos con Cristo cuando, al recibir su llamada, respondimos: “Envíame a mí”. Compromiso que, en medio de tiempos grises, pedimos a Dios renueve y refresque con su Santo y glorioso Espíritu.
Es mi oración por cada uno de ustedes para que ese compromiso nos impulse a intentarlo de nuevo, a seguir celebrando la vida y a ser heraldos de la Palabra de Dios. Que ese sagrado compromiso nos haga seguir adelante para disfrutar con amor y gratitud la noble -y muchas veces difícil- tarea de anunciar las Buenas Nuevas de Cristo en todo tiempo: cuando el humor sea radiante y los motivos y el sol resplandezcan sobre ti; también cuando haya brumas, niebla, y cuando el frío de la noche te envuelva en medio del valle obscuro.
Somos capaces, por la gracia divina, de continuar en el servicio por amor a Aquél en quien hemos creído. Así como ningún matrimonio dura por siempre sostenido sólo sobre los días fáciles, ninguna consagración en el llamado pastoral puede permanecer esperando de Dios sólo tiempos buenos. Habrá momentos en que olvidemos los motivos, perdamos la firmeza y la nostalgia nos hiera, haciéndonos dudar del camino elegido. Eso no es ser débil; es ser humano.
Entonces, ¿por qué seguir, cuando no sientes la misma convicción de otros momentos? ¿Es puro voluntarismo? ¿Es miedo al cambio? ¿Es obcecación? ¡No! Seguimos porque creemos que Dios nos ha llamado y nos ha tenido por fieles, enviándonos al ministerio. Dios quiere renovar nuestra pasión, llenarnos de Su Espíritu y Su Palabra para, así, seguir peleando la buena batalla por aquello que hemos elegido. Dios nos ofrece un camino, y nos acompaña en él. Sirvamos con amor y compromiso, conscientes de que nuestro carácter, fe y llamado deben ser capaces de templarse ante el fuego más ardiente y de sostenerse en el frío más intenso. Sólo así contaremos con ministerios pastorales que resisten las crisis más fuertes, surgiendo -luego- más serenos y plenos a la vez.
Aquél que nos llamó sigue presente y no nos dejará solos. Él seguirá usándonos, donde quiera que estemos o vayamos. Él, que es fiel a sus promesas, así lo hará.
“Le doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, quien me ha dado fuerzas para llevar a cabo su obra. Él me consideró digno de confianza y me designó para servirlo”.
1 Ti. 1:12 NTV
Fraternalmente,
Obispo Rodolfo Rivera.