David Almanza Villalobos
“Dios bendice a los que son humildes, porque heredarán toda la tierra”.
Mateo 5:5 (NTV)
Para el griego del Nuevo Testamento, tanto manso como humilde, vienen de la misma raíz.
Pero ¿qué significa ser manso o humilde? Muchos relacionan la humildad o mansedumbre con debilidad, con pereza o lentitud, con falta de carácter.
Pero en realidad, para el Nuevo Testamento el manso es aquel que es determinado y constante, pero que sabe controlar su carácter, que tiene dominio propio.
En los evangelios Jesús se describe a sí mismo como manso y humilde, sin embargo, lo vemos azotando a los que hacían negocios en el templo.
El dominio propio es la mejor cualidad para describir a una persona mansa y humilde.
Esto implica al menos dos cosas:
- No responde mal por mal, sino que con el bien, vence el mal.
- No tiene más alto concepto de si mismo que el que debe tener.
Así que, lo opuesto a una persona mansa y humilde, es una persona que:
- Responde vengativamente cuando se siente ofendido.
- Busca reconocimiento y elogios pues de eso alimenta su alma.
Las bienaventuranzas están ligadas una con otra como una cadena.
Los pobres espíritu reconocen su necesidad de Dios, de su perdón y ayuda continua; éstos, lloran por el pecado que los aleja de Dios y se arrepienten; además, también lloran por las injusticias que se hacen contra ellos, pero controlan su carácter no devolviendo mal por mal y no son altivos, sintiéndose superiores.
Ellos, como en las otras bienaventuranzas, también tienen una promesa. Heredarán la tierra.
Indudablemente no está hablando Jesús de esta tierra, sino de los cielos nuevos y la tierra nueva.
“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:10-13).
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21:1).
Amado hermano, amada hermana, quien quiera que seas que sufres en este momento, te digo a ti, tranquilo, todo va a pasar.
No te impacientes, Dios está al control.
No te desanimes, sigue luchando, sigue creyendo, sigue amando, Dios te está mirando y pronto, muy pronto, descansarás en su presencia.