EDITORIAL

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La victoria definitiva de Jesús

La Pascua cristiana es la época en que celebramos la Resurrección de Jesús, consumando su misión redentora, venciendo a la muerte y dándonos la certeza de la vida perdurable a través de su acompañamiento perenne en nuestras vidas. Es pues, la certeza de nuestra fe y la convicción de la presencia de Dios mediante la acción del Espíritu Santo en nuestra vidas, nuestra iglesia y nuestras comunidades.

Este 2021, el tiempo pascual se ve enmarcado en «el año que nunca imaginábamos ni esperábamos”, pero que nos sigue mostrando de mil y una maneras la multiforme gracia de Dios hacia nosotros. Nos sigue llenando de esos pequeños milagros que vemos día con día, pero sobre todo, de oportunidades que nos da de participar en la construcción de Su Reino. Múltiples oportunidades de manifestar el amor de Dios hacia nuestro prójimo que, ahora con las capacidades que nos dan la tecnologías de la información y la comunicación, surgen de las maneras más impensadas e inesperadas.

Por ello, en esta edición de El Evangelista Mexicano,  querido/a lector/a, encontrarás artículos que nos sensibilizan para la intervención social en la pandemia. El artículo de Jim Patterson nos ayuda a visualizar la adoración comunitaria virtual usando medios tecnológicos a distancia. También, Steve Sang-Cheol nos invita a entender la cosmovisión surgida en la útlima generación para desarrollar contenidos de comunicación del Evangelio más efectivos y más empáticos. Pensando en una generación de nativos digitales ávidos de relaciones reales, practicando la cosmovisión bíblica, tomando como modelo a la Iglesia de Jesucristo actuando a través del mundo. Entender a las nuevas generaciones es una parte esencial de una auténtica mente de misión en este mundo que cambia rápidamente.

Pero sin perder de vista que no se trata de “aculturizar” al Evangelio a las culturas posmodernas, sino asimilar que el Evangelio de Cristo es más que un mensaje unidireccional de Dios hacia nosotros: es una forma de vida y de construcción de relaciones de amor. Pero aún más, es una experiencia basada en la Gracia de Dios ante la imposibilidad humana de alcanzar la santidad por sí solos. Carlos Muro nos recuerda que la “caída” es la separación de Dios consecuencia de nuestra propia naturaleza humana. No podemos creernos autosuficientes y menos pensar que cualquier filosofía nos obligará a crear una “cultura del Reino de Dios”. Es necesaria la misma Gracia de Dios para vivir conforme a su Paz y Misericordia, extendiendo Su amor, mostrando verdaderamente la pasión ante el necesitado y  soportando aún la agresión por ello. Hoy también recordamos en esta edición los arteros asesinatos del Dr. Martin Luther King en 1968 y del Pbro. Epigmenio Monroy Velasco en 1881, mártires de la construcción de ese Reino de Paz y Gracia.

Hacemos nuestro el compromiso como miebros del pueblo global llamado metodista, de celebrar que el más grande e inamovible milagro de que Dios, en Jesucristo, está con nosotros en nuestras luchas para hacer frente a los desafíos del día. Este compromiso supone atender ciertos temas: justicia climática, desigualdad racial, nacionalismo creciente y violencia de género. Estos son algunos de los temas candentes que llevamos en nuestras oraciones y acciones durante el último lustro.

Les compartimos asimismo el artículo de Juan Cavin Palomares: Gracia y Paz. Esa es la vocación cristiana. Crear comunidad en la paz desde la gracia. Una vocación política, en un sentido mucho más profundo que la política que se desarrolla en partidos políticos. La propuesta política de Jesús es crear comunidad amando a nuestros enemigos. Y eso sólo se logra por el poder de la resurrección. Por el “levantamiento del cuerpo”, pero también por la actitud ante la vida del cristiano. La resurrección sólo puede ser entendida como la victora definitiva de Jesús sobre la injusticia del mundo.

Que este tiempo pascual sea útil para llegar a esta generación postcristiana. Para ello, es necesario hacer una exégesis de la cosmovisión de esta generación. Entendiendo que la generación actual, si bien no niega lo sobrenatural, sí requiere una cosmovisión madura y rica que explique las razones de la fe; requiere enteder por qué cree lo que cree. Porque creemos que la única posibilidad de regeneración social es a través del Resucitado y Su Testimonio:

“Aun si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero porque sé de dónde vine y a dónde voy. […] Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí”.

Juan 8:14, 18