EDITORIAL

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¿Nuevo cristianismo?

En nuestros días hay muchas percepciones diferentes de la realidad en que vivimos, muchas concepciones del significado de la convivencia humana y su entorno, y todavía mayor número de cosmovisiones. La exposición a grandes cúmulos de información, la secularización y las nuevas formas de interacción humana nos han llevado a ser una generación más informada, más comunicada, más global. No sólo en términos culturales, políticos y económicos, también en ámbitos más íntimos como la espiritualidad y la salud. 

Pero pareciera existir un factor común: la búsqueda de respuestas al cuestionamiento permanente del por qué vivimos la realidad que vivimos, cuáles son las causas de los avatares a los que se enfrenta la presente generación y cuáles son los derroteros que nos esperan en las próximas generaciones. A nivel mundial, la pandemia que azota al planeta desde hace un par de años nos confronta diariamente con nuestras propias debilidades, vulnerabilidades y temores. Aún las medidas de emergencia que se toman en nuestras congregaciones, que son medidas prudentes, consensuadas y estudiadas, no dejan de abonar a esos temores.

Por ello, es muy refrescante leer los mensajes de los obispos de la Iglesia Metodista de México a propósito del año nuevo 2022, en los que percibimios un mensaje de esperanza basado en el Evangelio de Cristo. En esta edición de El Evangelista Mexicano, querido lector, encontrarás la voz episcopal de la Iglesia Metodista de México que, en voz de nuestros obispos, nos invitan a confiar en que Dios está con nosotros. Lo sintamos o no. Lo percibamos o no. Su presencia nos inunda y nos afirma en que este año es un año de confianza, es un año en que veremos la bondad del Señor y, sin duda, es un año de bendición.

No cabe duda que, históricamente, en los momentos críticos de la humanidad, el Señor ha puesto los medios para acercarnos a Él. El protestantismo, en su momento marcó la conciencia individual de la sociedad moderna. Como lo señala nuestro hno. Jesús Caos Huerta en su magnífico ensayo de esta edición, “tanto el protestantismo como el metodismo ayudaron a consolidar el liberalismo social y económico, por lo que a pesar de ser una minoría fue contundente en la consolidación de la modernidad latinoamericana”.

Por otro lado, los organismos mundiales a los que pertenencemos y en los que participamos activamente, como el Concilio Mundial Metodista, nos comparten su visión de aprovechar este año nuevo para “recalibrar” la misión del Iglesia. Para ello, debemos atender a las voces que hablan a diario en el planeta: las voces de los débiles, las voces –y a veces gritos- de los que no han tenido voz, las voces de los desválidos. Hay muchas voces que escuchar y atender: migrantes, mujeres, pobres, enfermos. La salud es un tema contemporáneo, pero no sólo la salud de las personas, también la salud de nuestro planeta.

El metodismo mundial ha identificado la pobreza y la desigualdad, la justicia climática y la discriminación racial como los temas centrales en este lustro. Por ello es fundamental la voz de la Iglesia Metodista de México en todos los foros posibles, de acuerdo a la propia de visión de nuestra denominación de estar cerca de los grandes conflictos mundiales, particulamente aquellos que marcan la actualidad de la Tierra desde diversos ámbitos: sociales, económicos y aún políticos. Particularmente, el Concilio Mundial Metodista ha sido muy preciso al señalar cinco grandes zonas de conflicto a nivel mundial:

  • Medio Oriente, con el conflicto árabe israelí, de carácter religioso.
  • La península coreana, con el aciago conflicto entre ambas Coreas por motivos ideológicos y políticos.
  • Los conflictos en el corazón de África, con los resabios del colonialismo imperialista de los siglos anteriores que causaron heridas que siguen todavía abiertas.
  • Los conflictos religiosos en los límites de la Europa Oriental y los países escandinavos.
  • La frontera México-Estados Unidos, como un paradigma de la división socioeconómica entre Norte y Sur, acentuando las asimetrías entre ricos y pobres.

¿Es necesario un nuevo cristianismo? 

Por supuesto que no. En todo caso, será necesario un reencuentro genuino con el Resucitado. Un encuentro en su presencia que, forzosamente, nos confrontará con los retos que nos plantea Su Reino; en el aquí y en el ahora, en el contexto actual y en las condiciones globales actuales. Por que el Señor es el mismo, ayer, hoy y por los siglos.

Pero no es sólo sentarse a esperar a que “nos llegue el mensaje”. Los valores del Reino nos retan y nos comprometen.

El metodismo mexicano tiene un gran reto en nuestro país. Pero no sólo aquí, tenemos la responsabilidad de levantar la voz a nivel global comprendiendo que somos sólo una pequeña pieza del gran plan del Señor para redimir a la humanidad, a esta generación posmoderna que sigue en su búsqueda incesante por la luz que ilumine los caminos de oscuridad. Una luz que sólo nos puede proveer el Señor Jesucristo.

Al final del día, tenemos la esperanza del triunfo final del Reino de nuestro Señor Jesucristo y Su justicia.

El Señor nos siga llenando de Su sabiduría, de Su esperanza pero, sobre todo, de Su amor y misericordia para ser instrumentos de su paz en nuestro México y en nuestro mundo.