Conocer que los movimientos protestantes en Latinoamérica se fueron gestando gracias a difusores bíblicos, conocidos como colportors, genera un sentido de unidad y reconocimiento de que todo inició con el deseo interior de seres humanos dispuestos a compartir y extender el mensaje de la Palabra viva que es Jesucristo
Omar Isaí Villegas Hernández
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo expone un tema poco conocido y divulgado dentro del ámbito eclesiástico protestante. Me refiero a los primeros sembradores que dieron a conocer las buenas nuevas del Evangelio de Jesucristo en Latinoamérica, durante una época hostil y peligrosa hacia toda persona que compartiera una enseñanza distinta a la enseñanza oficial de la religión dominante. Estas personas eran llamados colportores, quienes fueron enviados por la Sociedad Bíblica a inicios del siglo XIX. Uno de ellos fue el Pastor James Thomson, quien se considera uno de los primeros colportores en llegar y compartir material protestante en Latinoamérica. Además, se describirá cuál fue el impacto que él tuvo en México, y cómo su ejemplo de entrega, servicio y persistencia abrió puertas y nuevas oportunidades para la propagación de las Escrituras dentro de la sociedad mexicana. Para que después, a inicios del siglo XX surgieran nuevos colportores de nacionalidad mexicana, que continuaron sembrando vida a través de compartir literatura protestante a lo largo y ancho de la República mexicana. Tarea que no sería sencilla, porque se enfrentaban a una cultura totalmente intolerante y opositora dónde el fanatismo religioso terminaría con la propagación del material y en algunos casos, con la vida misma del colportor. Por último, se dará una reflexión personal, dónde se destacará la importancia actual de aquellos pioneros que no tuvieron temor, ni miedo por compartir el mensaje de fe y esperanza en Jesucristo. Cabe señalar que el interés del mismo, viene dado por la pérdida de consciencia histórica, que se ha traducido en un gran desconocimiento de las raíces históricas que hoy componen el protestantismo mexicano. La intención es despertar conciencias por nuestra memoria histórica metodista, de tal manera que, seamos consumidos por el anhelo de esparcir el Evangelio de Jesús, en una época donde no existen barreras, ni oposiciones estrictas para divulgar el mensaje de Salvación.
James Thomson en México
La palabra colportor es una palabra no sólo de difícil pronunciación y memorización sino también de poco conocimiento sobre su significado. Nelson lo definirá “Los colportores (distribuidores itinerantes de la Biblia y literatura protestante) fueron precursores del movimiento evangélico en casi todos los países [de América Latina], pues iniciaron en ellos sus labores antes que las iglesias [protestantes] de Europa o Norteamérica enviaran sus primeros misioneros”[1]. Es decir, fueron las personas encargadas de compartir, propagar y difundir la literatura protestante en los rincones de Latinoamérica. Una de estas personas destacadas en su actividad evangelística y misionera fue el colportor James Thomson.
Thomson nació el 1 de septiembre de 1788 en Creetown, suroeste de Escocia. Hasta su adolescencia fue integrante de la Iglesia Presbiteriana, antes de viajar por primera vez a Latinoamérica fue copastor, junto con James Haldane, en el Tabernáculo de Leith Walk, en Edimburgo[2]. Aquí es cuando los hermanos Haldane invitan a Thomson a realizar su primer viaje con dirección hacia América Latina, en Buenos Aires, Argentina. Con el propósito de impulsar los trabajos de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (SBBE), así como los de la Sociedad Misionera de Londres (SML).
A raíz de su éxito obtenido en la tarea educativa, y tras siete años de trabajo intenso en Sudamérica, decide regresar a su país en 1825. Donde tiene un encuentro con Vicente Rocafuerte, quien le hace una invitación para viajar a México para promover el fortalecimiento y expansión de la SBBE, así como la Sociedad de Escuelas Lancasterianas (SEL).
Su etapa como colportor en tierras mexicanas se dividiría en dos momentos: el primero de ellos fue una instancia de tres años, de 1827 a 1830. El mismo Thomson declarará “el clima es excelente y todo el panorama alrededor es hermoso”[3] Con este entusiasmo y optimismo caracterizado en él, iniciará con las labores de distribución de la Biblia en la Ciudad de México y en cada estado.
No obstante, el entusiasmo por compartir la Biblia de manera libre con la comunidad mexicana terminaría muy pronto, debido a la fuerte presión por parte de la Iglesia Católica para que abandonara el país. Pero, aún con estas presiones inquisitorias de parte del clero católico, no se imaginaron que, en su estancia por México, Thomson iniciaría con la tarea de viajar y distribuir las Sagradas Escrituras en diversas entidades del país. Lo que significaría el inicio para descubrir un cristianismo totalmente opuesto, distinto, y de libertades.
El segundo momento o el regreso a México de Thomson ocurrió en los años de 1842 a 1844. Los obstáculos por parte del gobierno mexicano eran ininterrumpidos sobre el colportor. Uno de los sucesos más significativos fue cuando la propia aduana le retira y le incauta la literatura protestante. “La aduana le ha retenido los materiales que le había remitido la SBBE, el que considera Thomson es “un acto ilegal por parte del administrador de la aduana”. Albergaba esperanzas de que, en el futuro, “cuando haya aquí un sistema más liberal, las cosas serán de otro modo, y entonces la ley habrá de verse y aplicarse, no lo dudo, tal como yo la veo”. Sin embargo, el panorama para cuando escribe es ominoso porque “la regla, en este momento, es una marcada intolerancia”[4].
Empero, Thomson siempre característico a la misión de un colportor, estuvo constantemente alerta para encontrar oportunidades que fortalecieran su labor como colportor. A pesar de, los obstáculos, las vicisitudes y los conflictos que encontró en el camino y la intolerancia de quienes ostentan el poder. No se detuvo, sino que continuó compartiendo ese libro que revela la vida y la luz de Jesucristo para el ser humano. Tal fue su impacto, que un siglo después se vería el fruto de las semillas sembradas y esparcidas en cada entidad de México. Sólo sería el inicio de una gran cosecha espiritual.
Sembradores del Evangelio en México en el siglo XX
Las condiciones para sembrar la semilla del Evangelio de las buenas nuevas eran las más óptimas para la labor de los colportores durante el siglo XX a diferencia del siglo pasado. O al menos así parecía en el panorama, después de haber logrado una victoria en contra de todo sistema autoritario, represivo, dictatorial y dominante como lo era el Porfiriato. Pero, sorpresivamente sucedió todo lo contrario, se arrastraron ideologías opresivas de siglos atrás en el ámbito de las libertades religiosas y de consciencia.
No obstante, sin importar los adversarios que se pudieran encontrar en el camino. Muchos colportores decidieron seguir adelante con la misión de traer la luz de Jesucristo sobre el fanatismo y el pecado de las comunidades más lejanas del territorio mexicano. Por ejemplo, en el circuito de Huitzo perteneciente a la Iglesia Metodista Episcopal del Sur, fue gracias a la visita del colportor Don Alejandro González que el Sr. Manuel Mendoza conoció acerca de Jesucristo, tal como él mismo relata “a los cuatro días de mi llegada arribaron a él en busca mía el mismo Sr. González y el Sr. Antonio Prieto… Presbítero del Sur, con el fin de invitarme a aceptar a Cristo como mi Salvador, hacerme ver los errores de la Iglesia Romana y encarrilarme en el sendero donde hay muchas almas que conquistar para el reino del Mesías”[5] Es así como las funciones del colportor no eran exclusivamente las de repartir y vender Biblias, sino también se dedicaban a compartir el mensaje del Evangelio con otras personas, es decir, tenían una vocación evangelista donde poseían un venturado deseo de compartir a Cristo con otras personas.
Pero, además de ser una tarea tan complicada la de difundir el mensaje del Evangelio por medio de la Biblia en un ambiente muy hostil y de rechazo; de compartir el mensaje de salvación para que se vuelvan las personas a Jesucristo y de impulsar el trabajo local dentro de las comunidades. También tenían que enfrentar a quien se autonombró como su directo enemigo, el sistema romanista. En ocasiones, el mensaje revolucionario y el grado de intolerancia y fanatismo eran muy extremos, que las consecuencias fueron irreversibles porque llegaron a costarle la vida al colportor.
Tal fue el caso de un joven llamado Florentino Piña sacristán enérgico, predicador ferviente, que recorrió cerca de unos 800 kilómetros, atravesando valles, desiertos, altas sierras, barrancas profundas, sufriendo calores, hambre y sed y terribles persecuciones sin quejarse[6]. Sin embargo, nunca se imaginó lo que le estaba por acontecer. “Un día llegando a Bacerac en junio de 1902, en el noroeste de Sonora, llegando un individuo enloquecido por el licor y el fanatismo, se le acercó en el momento que estaba enseñando los libros a algunas personas que querían comprar, y sin decir una palabra le disparó dos balazos. Se dice que nunca volvió en sí, muriendo a las pocas horas”[7]. Florentino se convirtió en uno de los primeros mártires mexicanos por compartir y anunciar el Evangelio de Jesucristo. Asimismo, dejó un gran legado que muy difícilmente otro colportor lo llegó a superar. Dejó una huella tan grande en las personas que lo conocieron, pero también en quienes hemos podido notar su gran pasión por contribuir en el cumplimiento del reino de Dios en la tierra, sin importar las consecuencias. Apropiándose las palabras de su Señor: bien, buen siervo y fiel.
Todas estas experiencias, demuestran que la labor de un colportor no era muy sencilla, puesto que, enfrentaban todo tipo de conflictos durante el camino. Sin embargo, todos compartían una valentía constante porque estaban motivados por un deseo profundo de anunciar el mensaje de salvación en Jesucristo que ellos mismos habían recibido y que estaban experimentando en sus corazones.
CONCLUSIONES
¿Hay alguna importancia para el protestantismo actual, conocer acerca de la labor de los colportores? Sin duda que la hay porque surge una visión más amplia de entender, explicar y vivir nuestra fe. Es decir, adoptar una nueva manera de practicar la vida cristiana donde se ha adquirido una consciencia, no sólo mediante la fe, sino también de manera histórica e identitaria. Mucho más en ésta época donde se ha perdido la curiosidad y el interés por conocer la historia del protestantismo en nuestro país.
Conocer que los movimientos protestantes en Latinoamérica se fueron gestando a las labores de cada uno de los colportores, genera un sentido de unidad, dónde no hay espacio para la jactancia de ninguna denominación, sino el reconocimiento de que todo inició con el deseo interior de seres humanos dispuestos a compartir y extender el mensaje de la Palabra viva que es Jesucristo. Logrando a su paso, cambiar las realidades de una sociedad sumergida en el fanatismo, en la intolerancia y en la censura total hacia todo el que pensara diferente a la norma religiosa.
Depende ahora de cada lector, tomar el desafío que se presenta frente a nosotros. El desafío de compartir y anunciar el Evangelio de Jesucristo por todos los medios posibles, de todas las formas posibles, aún si esto representa riesgos, aún si hay muchos obstáculos que vencer o sí hay caminos pantanosos que tenemos que atravesar para lograr el objetivo. La pregunta entonces sería, ¿Cómo puedo ser un colportor de mi tiempo, donde todas las personas ya tienen acceso a las Sagradas Escrituras a través de los medios electrónicos? Ahora bien, sí tomamos ésta definición sería algo sencillo de realizar, tomemos la definición en un sentido más amplio. En la de adoptar una vocación evangelista e impulsar a que otras personas persigan ese mismo deseo intenso de compartir a Jesucristo con otras personas. Pero también, en el sentido de impactar a otras personas por nuestro estilo de vida, nuestro carácter, nuestra forma de amar y servir en la obra de nuestro Señor; de transmitir un mensaje que no se conforme al status religioso impuesto aún por la mayoría de la población, sino que gracias a un mensaje disidente busque transformarlo desde adentro; de entregar nuestras vidas por completo, sin miedo, ni temor porque estoy seguro, que el mismo Dios y Señor
que fortaleció a los primeros sembradores de la Palabra de Dios, es el mismo Dios que nos abrirá la brecha para seguir sembrando en tierra fértil el mensaje del Evangelio.
Omar Isaí Villegas Hernández, es Pastor Suplente de Fin de Semana en las Iglesias “El Divino Redentor”, Benito Juárez, Pue. y “Bethel”, San Cristóbal Hidalgo, Pue. Actualmente cursando el sexto semestre de la Licenciatura en Teología en el Seminario Metodista “Dr. Gonzalo Baez Camargo”.
NOTAS
- Wilton.M. Nelson, “Nuevo diccionario Ilustrado de la Biblia”, p.967
- Carlos Martínez García, Periódico La Jornada “Mora, Thomson y el códice Chimalpahin”, p.23
- Carlos Martínez García, Periódico La Jornada “Mora, Thomson y el códice Chimalpahin”, p.23
- Carlos Martínez García, “Regreso de Diego Thomson a México, 1842-1844”, Protestante Digital
- Revista El Abogado Cristiano Ilustrado, “Huitzo”, p.344
- Revista El Abogado Cristiano Ilustrado, “El mártir Florentino Piña”, p.71
- Revista El Abogado Cristiano Ilustrado, “El mártir Florentino Piña”, p.71
BIBLIOGRAFÍA
- Cora, G. «El viaje de un colportor.» El Abogado Cristiano Ilustrado, 1912: 47. Cora, G. «Moisés Olivares.» El Abogado Cristiano Ilustrado, 1911: 574.
- Martínez García, Carlos. «Mora, Thomson y el códice Chimalpahin.» La Jornada, 1 de octubre de 2014: 23.
- —. «Protestante Digital.» James Thomson, el colportor que recorrió Sudamérica. 17 de octubre de 2009. https://www.protestantedigital.com/kairos-y-cronos/9577/james-thomson-el- colportor-que-recorrio-sudamerica (último acceso: 16 de diciembre de 2021).
- —. «Protestante Digital.» Regreso de Diego Thomson a México, 1842-1844. 26 de octubre de 2012. https://www.protestantedigital.com/kairos-y-cronos/13059/james-thomson-sembrador- de-la-semilla-biblica-en-mexico (último acceso: 16 de diciembre de 2021).
- Montiel, Carlos. «Huitzo.» El Abogado Cristiano Ilustrado, 1910: 344.
- Nelson, Wilton. Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia. New York: Harper Collins, 1989. Osorio, Vicente. «Tuxtepec.» El Abogado Cristiano Ilustrado, 1910: 347.
- Sein, E.M. «Don Donaciano Cortés.» El Abogado Cristiano Ilustrado, 1911: 36.
- Wagner, Horacio. «El Martir Florentino Peña.» El Abogado Cristiano Ilustrado, 1910: 71.