México ocupa un lugar importante en embarazos de adolescentes.¿Qué papel juegan el hogar la familia y los padres en este problema? Es evidente el descuido de los padres y de la iglesia, en la formación y magisterio hacia nuestra juventud y niñez.
Abner Alaniz Rangel
México tiene el primer lugar en embarazos de adolescentes. En México ocurren al año aproximadamente 340 mil nacimientos en mujeres menores de 19 años, según datos del Instituto Nacional de las Mujeres. El olvidar la enseñanza de las escrituras en Proverbios 10:1 “Los proverbios de Salomón: el hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza para su madre”, ha traído como consecuencia la decadencia moral y espiritual como resultado de la ausencia de valores que proporciona una verdadera vida cristiana, aunado a la ausencia de una verdadera educación y la falta de una responsabilidad de los padres. Ello ha traído como consecuencia el aumento del embarazo juvenil, que ha conducido a nuestro país a ocupar el nada honroso primer lugar en embarazo de adolescentes.
“Las quinceañeras cambian fiesta por bebé”. “Aumenta el número de jóvenes que se embarazan en los últimos cinco años”. Las edades en las que se concentra el mayor número oscila entre los 15 y 16 años, señalan los encabezados de la prensa diaria. En los últimos cinco años ha aumentado el número de jovencitas que se embarazan a temprana edad, como explica Nancy Álvarez Villalba, coordinadora municipal del programa de Atención a la Madre Adolescente del DIF municipal, en Toluca, Mex. El programa establecido por el gobierno abarca a niñas de entre 12 y 19 años. Incluso actualmente, tienen dos casos en los que las madres son niñas de apenas 14 años: “una de ellas estaba a punto de celebrar sus XV años, pero ya tuvo a su bebé”, detalló Álvarez Villalba. Al programa acuden, tanto la pareja de la mujer encinta como los familiares, para tratar de que se involucren en el desarrollo del embarazo y para buscar conciliar las molestias que halla con los padres de los adolescentes al no cumplir las expectativas que tenían con sus hijas. No obstante, la coordinadora afirmó que lo anterior no significa que en la actualidad se embaracen más que en épocas de antaño, sino que ahora hay más confianza por parte de las niñas para hablar del tema.
La actitud de los padres es fundamental. Recuerdo que, durante mi pastorado en una iglesia de cierto renombre, una familia en donde el padre presumía de su cristianismo cuando la hija resulto embarazada la corrió de la casa pues había mancillado el honor de la casa y esta tuvo que refugiarse en casa de un familiar. Nancy Álvarez, Coordinadora de proyecto en el DIF, puso como ejemplo el caso de una joven originaria de Durango a quien, por quedar embarazada la mamá decidió enviarla con familiares a Toluca para que la gente en su estado natal no se percatara del embarazo. En cambio ahora, las familias, aunque no lo aceptan del todo, poco a poco muestran mayor apertura.
Los embarazos han sido los mismos, lo que ha cambiado es esa apertura que tenemos como sociedad; “es la aceptación que tenemos como papás en ya no estarlo escondiendo, el aceptarlo como una problemática social”, puntualizó Nancy Álvarez. Tanto a las embarazadas como sus parejas y familiares se les atiende en el Sistema Integral de Atención Médica Asistencial (SIAMAS) en la capital mexiquense.
México ocupa el primer lugar, entre países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de embarazos en adolescentes, con una tasa de 77 nacimientos por cada mil mujeres de entre 15 y 19 años de edad. De acuerdo al Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) y la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (ENAPEA), en territorio mexicano aproximadamente ocurren al año 340 mil nacimientos en mujeres menores de 19 años. En 2020 el número de personas adolescentes de 10 a 19 años en el país es de 22 millones, que representan 17.4% del total de la población; de las cuales, poco menos de la mitad, es decir, casi once millones son mujeres. La población femenina adolescente representa 15.8% de mujeres en edad fértil y contribuyen con 340 mil nacimientos de los dos millones que hay anualmente en mujeres (de todas edades).
En 2015, la tasa de nacimiento en Puebla era de 83 por cada mil niñas y adolescentes de 10 a 18 años; para 2020, se redujo a 77 nacimientos por cada mil. En 2020 hay registro de 200 nacimientos en madres menores de 15 años.
El Inmujeres indica que el 23% de las y los adolescentes inician su vida sexual entre los 12 y los 19 años; de esta cifra, 15% de los hombres y 33% de las mujeres no utilizaron ningún método anticonceptivo en su primera relación sexual. Si bien la tendencia es decreciente, el embarazo en adolescentes aún representa un alto porcentaje de los nacimientos anuales en muchos países.
Es una situación que se produce en gran número y en muchos países. El embarazo en adolescentes trae aparejadas muchas vivencias para una futura madre, maravillosas y estresantes, pero también implica unos riesgos y precauciones que conviene conocer. Hoy en día, los embarazos en adolescentes constituyen el 11% de los nacimientos en todo el mundo. Este número, sin embargo, ha descendido de manera irregular desde 1990. Muchas mujeres jóvenes planifican su embarazo y lo viven como un proceso sumamente natural. Pueden disfrutar de sus momentos buenos y malos en el contexto de contención y amor que esta etapa de la vida merece.
Esta punzante realidad, que hemos visto con datos duros, de diversos organismos y que como botón de muestra nos presenta el Estado de México, se da en todo el país. Esta aseveración en lugar de enorgullecernos debe alarmarnos. ¿Qué papel juegan el hogar la familia y los padres en este problema? El evidente descuido de los padres y de la iglesia, en atender el llamado de la Biblia al señalar en Proverbios 22:6 “instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”, ha conducido a nuestra sociedad a esta lamentable situación. En 1 Tesalonicenses 4:3-5 se señala: “Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación: que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su vaso en santificación y honor; no con afecto de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios”. Por su parte en 1 Corintios 7:1-40 el apóstol señala: “Cuanto a las cosas de que me escribisteis, bien es al hombre no tocar mujer. Mas a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su mujer, y cada una tenga su marido. El marido pague a la mujer la debida benevolencia; y asimismo la mujer al marido. La mujer no tiene potestad de su propio cuerpo, sino el marido: é igualmente tampoco el marido tiene potestad de su propio cuerpo, sino la mujer. No os defraudéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos en la oración: y volved a juntaros en uno, porque no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. Más esto digo por permisión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo: empero cada uno tiene su propio don de Dios; uno a la verdad así, y otro así. Digo pues a los solteros y a las viudas, que bueno les es si se quedaren como yo. Y si no tienen don de continencia, cásense; que mejor es casarse que quemarse. Mas a los que están juntos en matrimonio, denuncio, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se aparte del marido”.
El escritor de la Carta a los Hebreos en 13:4 señala: “Honroso es en todos los matrimonios, y el lecho sin mancilla; mas a los fornicarios y a los adúlteros juzgará Dios. Huid la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre hiciere, fuera del cuerpo es; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca”. Finalmente, en Éxodo 22:16,17 se señala: “Y si alguno engañare a alguna doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá dotarla y tomarla por mujer. Si su padre no quisiere dársela, él le pesará plata conforme al dote de las vírgenes”.
Ante el rechazo de la sociedad, la actitud de los padres es importante para evitar en la madre adolescente problemas de autoestima, depresión, sentimiento de abandono y soledad. La preocupación e inseguridad sobre la crianza y preparación, podría llevar a la adolescente a una crisis emocional relacionada a la identidad, Para evitar tal situación, los padres deben:
- Comprender y apoyar. Ningún padre quiere recibir la noticia del embarazo precoz de su hija adolescente. Pero cuando la situación se presenta, se recomienda brindarle comprensión, cariño, amor incondicional y apoyo y… prepárese para ser abuelo.
- Bríndele seguridad y confianza. La adolescente necesita sentir estabilidad, para seguir trabajando y así lograr sus objetivos, metas y proyectos.
- Establezca una comunicación constante. El diálogo ayudará a que la adolescente sienta el apoyo de sus padres y así tome la mejor decisión acerca de la futura maternidad.
- Ejerza su magisterio, los padres son los primeros maestros. Una buena educación hará que el adolescente escoja las amistades adecuadas y tenga confianza en sus padres para conversar de cualquier tema. “Son los padres quienes tienen la tarea de dar información abierta a sus hijos, esto influirá mucho en su toma de decisiones”.