Ivan Abrahams
Queridos amigos,
¡Reciban saludos cálidos mientras miramos con gran expectativa el cambio de temporada en todo el mundo!
Ya sean biológicas, adoptivas o de crianza, las madres ocupan un lugar especial en nuestros corazones. ¡Honramos y celebramos la dedicación y los sacrificios realizados por estas mujeres extraordinarias en nuestras vidas y les deseamos todas las bendiciones en el Día de la Madre!
Reconocemos también que los últimos meses no han sido fáciles para las madres que han visto a sus esposos, hijos e hijas atrapados en situaciones de violencia, guerra y conflicto, no provocados por ellas. Pensamos específicamente en las madres de Rusia, Ucrania, Sudán del Sur, Palestina, Tierra Santa, el norte de Nigeria y otros lugares afectados por conflictos.
Recordamos a las madres que temían al ver a sus hijos salir de casa por supuestas mejores perspectivas en pueblos, ciudades o países extranjeros, para no volver a saber de ellos. Reconocemos a las madres que perdieron hijos por enfermedad, adicción, aborto espontáneo u otras circunstancias. Este Día de la Madre, lloramos contigo.

Mientras reflexiono sobre los efectos de los tornados, las inundaciones y las sequías en muchas partes del mundo, me pregunto si nos hemos vuelto sordos a los numerosos informes sobre el cambio climático. El jefe Seattle dijo una vez: “No heredamos este planeta de nuestros antepasados. Lo tomamos prestado de nuestros hijos”. Me alegra que el Consejo Mundial Metodista haya identificado la Justicia Climática como una de sus prioridades estratégicas en 2016. Apoyamos la iniciativa Justicia Climática para Todos de los jóvenes metodistas, pero necesitamos hacer mucho más para prevenir el Armagedón climático.
La diversidad en sus múltiples formas es una de las afirmaciones clave del Consejo Metodista Mundial, pero la diversidad por sí sola no sirve como ancla conceptual de la asociación. Las iglesias miembros del Concilio Metodista Mundial no son uniformes, sino unificadas al aprovechar nuestra herencia común metodista/wesleyana y compartir un viaje hacia la perfección cristiana.
Si el Consejo espera seguir siendo relevante, tiene que luchar con los desafíos de nuestro tiempo sintiendo el pulso y los latidos del corazón de toda la creación, liderando con compasión y siendo solidario con “los hombres marginados” (sic) aquellos marginados. y vulnerables en la sociedad.
Les compartimos, pues, las historias de esperanza, como la de los metodistas que llevan suministros médicos a Odessa, el socio del programa SHIP y recuperación ante desastres con una subvención de 1.8 millones de dólares, y más.
Gracia y paz,
Ivan Abrahams
Secretario General del Concilio Mundial Metodista