<strong>Los metodistas: liderazgo pastoral (1)</strong>

Los metodistas: liderazgo pastoral (1)

John y Mary Smith participaron en una reunión de clase que transformó sus vidas. Eran pobres trabajadores de una fábrica, quienes como la mayoría habían escuchado de boca de las personas acerca de las reuniones de las clases. Recibieron el permiso para asistir dos veces antes de tomar la decisión de unirse al grupo. Les encantaba el libre fluir de las ideas, el compartir con transparencia y sobre todo, se sentían más cerca de Dios.

Joel Comiskey

Esa noche en mayo de 1747, Ellos asistieron a la reunión de la clase en la casa de George, quien también era un líder. George abrió la reunión con una oración. John y Mary, eran una pareja recién casada y se sentían cómodos con la amplia mezcla de parejas solteras y casadas. Esa noche como siempre ellos cantaron apasionadamente los dos cantos, y posteriormente ellos ya sabían lo que George preguntaría: “¿Cómo prospera tu alma?”.

Ellos habían estado esperando oír las palabras de George durante toda la semana. Ellos les compartieron de manera honesta a las once personas reunidas en la casa de George. Mary dijo que ella disfrutaba del tiempo de oración y que estaba creciendo. John confesó que dos mañanas él había salido corriendo hacia la fabrica sin siquiera abrir su biblia. Él le pidió al grupo que orara por él. Ambos necesitaban oración para ser mejores testigos en la fábrica local de camisas, llamada Bristol. George fue hacia otros en el grupo, haciéndoles la misma pregunta. Él tenía esta manera de hacer la misma pregunta de diferente manera para asegurarse que cada persona respondiera honestamente y de manera transparente.

Algunos se apenaban y eran menos transparentes, pero otros compartían con confianza la obra santa de Dios en sus vidas. Todos sentían que eran parte de algo más grande que ellos mismos, de una misión para difundir la santidad por toda la tierra. John y Mary se sentían parte de un ejército que limpiaría Inglaterra, convertiría a las almas perdidas, y cambiaría la nación.

La Prioridad de los Grupos Pequeños

Wesley veía la predicación como el preámbulo de lo que sucedería en los grupos pequeños. El discipulado tuvo lugar en las reuniones de las clases dirigidas por laicos a través de la ministración mutua. Henderson escribe: “La reunión de la clase era la unidad de instrucción más influyente en el metodismo y, probablemente, la mayor contribución de Wesley a la tecnología de la experiencia de grupo”[1]. Aunque increíblemente sencilla, tuvo un impacto duradero, que los educadores y líderes religiosos por igual elogiaron. Una biografía de Adam Clarke (quien era un predicador metodista durante la vida de Wesley) relató la insistencia de Wesley sobre la prioridad de las reuniones de clase:

Por una larga experiencia conozco con propiedad los consejos del Sr. Wesley: “Establece reuniones de clase y forma sociedades donde quiera que prediques, y ten oyentes que sean atentos; para que donde hayamos predicado sin hacerlo, la palabra sea como la semilla por el lado del camino”. . . Sr. Whitefield. Cuando él se separó del señor Wesley, no siguió el consejo. ¿Cuál fue la consecuencia? El fruto del trabajo del señor Whitefield murió con él. Lo que Wesley dejó permanece y se multiplica[2].

Las reuniones de la clase, fueron la estrategia de Wesley para hacer discípulos, en vez de oidores de sermones. Henry Ward Beecher dijo: “La cosa más grande que John Wesley le dio al mundo fue la reunión de la clase metodista”. Dwight L. Moody, el renovador (avivamiento) del siglo XIX, dijo: “Las reuniones de la clase son las mejores instituciones que el mundo jamás haya visto para capacitar a los convertidos” [3].

El Sistema Entrelazado: Bandas, Clases, Sociedades

Wesley llamó a sus tres grupos entrelazados bandas, clases y sociedades. En términos modernos los grupos de Wesley son similares a los grupos de responsabilidad o para rendir cuentas (bandas), células (clases), y grupos grandes de adoración (sociedades).

Bandas

Las bandas se iniciaron en 1738, antes de las clases, y siguieron el patrón de Moravia de promover la renovación espiritual de cada miembro[4]. Las bandas se organizaban de acuerdo al sexo, la edad y el estado civil, y por lo general tenía unas seis personas[5]. Eran grupos homogéneos que se reunían para la comunión más íntima, con el objetivo de la transformación[6]. A diferencia de las clases, la asistencia no era necesaria y sólo alrededor del veinte por ciento de los del movimiento metodista se unieron a una banda [7].

En cada reunión de las bandas, los miembros se preguntaban entre sí acerca de los pecados que habían cometido desde la última reunión, las tentaciones con las que habían tenido que lidiar, y la forma en que habían sido liberados de esas tentaciones. Las preguntas que se preguntaban eran como las siguientes:

  • ¿Qué pecados conocidos has cometido desde la última reunión?
  • ¿Con qué tentaciones te has encontrado?
  • ¿Cómo fuiste liberado?
  • ¿Qué has pensado, dicho o hecho que pudiera o no ser pecado?

Debido a que la asistencia no era requerida, las bandas no pudieron multiplicarse como las clases [8]. Doyle resume el propósito de las bandas:

[…] estos eran grupos pequeños de alrededor de seis miembros, hombres y mujeres en grupos separados, que se reunían semanalmente para la confesión de sus pecados y para recibir cuidado pastoral. Sólo las personas que estaban seguras de su salvación podían unirse y sólo los que deseaban una más, más profunda, e íntima comunión[9].

La reunión de la clase era el punto focal entre los metodistas, aunque las bandas tenían su lugar y eran importantes. A pesar de que las clases se convirtieron en la unidad básica de la organización metodista, las bandas no fueron desatendidas.

Clases

Después de desarrollar las bandas y las sociedades, Wesley seguía frustrado por la falta de una estrecha supervisión pastoral, especialmente para aquellos que se habían convertido recientemente. Las clases surgieron como una forma de asegurarse de que cada miembro tuviera que rendir cuentas. En realidad, las clases iniciales se desarrollaron por una razón diferente: para recaudar dinero.

En 1742, un grupo de metodistas estaban tratando de encontrar la manera de pagar una deuda de un edificio en Bristol, Inglaterra. Capitán Foy sugirió que la sociedad Bristol se dividiera en grupos de doce personas. Una persona de cada grupo sería designada el líder y sería responsable de visitar a todos en el grupo, todas las semanas, con el fin de recoger un centavo de cada uno de ellos. Por este medio, Foy creyó que la deuda del edificio podría ser pagada. Alguien expresó la preocupación de que esto evitaría que los metodistas más pobres pudieran ser involucrados. El Capitán Foy respondió, convirtiéndose en voluntario para tomar a los once miembros más pobres de la sociedad Bristol en su grupo. Él los visitaba cada semana y les preguntaba si podían contribuir. Si no estaban en condiciones de hacerlo, él personalmente pagaba sus centavos por ellos. Luego, desafiaba a los demás asistentes a la reunión a hacer lo mismo.

En cuanto este plan se puso en práctica, se hizo evidente que muchos metodistas no mantenían las “Reglas Generales”, las cuales se esperaba que cada metodista mantuviera. Las Reglas Generales eran: no hacer daño, hacer el bien, y atender a las ordenanzas de Dios[10]. Wesley se dio cuenta que los líderes de la clase podrían ayudar a los metodistas a practicar las reglas generales y a recoger la ofrenda semanal [11]. Él también entendió que las clases ayudarían a cada persona a crecer espiritualmente y a cuidarse mutuamente.

Las clases se convirtieron en una parte vital del movimiento metodista y desde 1742 en adelante, ya no era posible ser un miembro de la sociedad más grande a no ser que la persona fuera parte de una clase.Wesley resumió su actitud acerca de las clases, diciendo: “Aquellos que no se puedan reunir en una clase no puede quedarse con nosotros” [13]. Para decirlo de otra manera, en el metodismo no se te permitía unirte al grupo grande (la sociedad), antes de unirte al grupo pequeño (la clase) [14].

Las reuniones de la clase eran grupos mixtos y heterogéneos en términos del sexo, edad, posición social, y la preparación espiritual. Wesley visualizó la reunión de la clase como el punto de entrada para la mayoría de los iniciados en el metodismo, y él quería que los grupos de ingreso fueran un lugar de cálida confraternización de los compañeros luchadores, que representan una sección del metodismo[15]. El tamaño de la mayoría de las clases era de cinco a veinte. Un miembro de la clase de ese tiempo, escribió, “Una reunión de la clase, en la actualidad, se compone de un número indefinido de personas, generalmente de doce hasta veinte; aunque a veces aún menos de doce”[16].

Sociedades

Las sociedades se convirtieron en la suma total de las clases y los grupos. Para asistir a la reunión de la sociedad, una persona tenía que tener un boleto que mostrara que él o ella era un miembro fiel de una reunión de la clase. Estos boletos eran los permisos de entrada a las reuniones de la sociedad. Eran renovables trimestralmente y la falta de asistencia a las reuniones de la clase, excluía a la persona de entrar a las reuniones de la sociedad del próximo trimestre. El objetivo era que la persona que fallaba en la asistencia se arrepintiera y se volviera más plenamente a Cristo[17].

Las sociedades no se reunían semanalmente, como las reuniones de la clase. Más bien, se reunían cada trimestre, y el enfoque principal era enseñar la Palabra de Dios y adorar juntos. Las personas que seguían comprometidos con Jesús y asistían a la clase cada semana eran admitidas automáticamente como parte de la sociedad después de tres meses [18]. Hunter hace una comparación importante:

Una sociedad metodista se componía de la suma total de clases que se le atribuían. Como la membresía de una persona en el cristianismo primitivo se centraba principalmente en una iglesia en la casa y en segundo lugar en toda la iglesia dentro de la ciudad, igualmente en el metodismo la membresía principal se centraba en la clase y en segundo lugar en la sociedad[19].

Las reuniones de la sociedad se programaban cuidadosamente para no entrar en conflicto con cualquiera de los servicios de la Iglesia de Inglaterra[20]. Wesley quería que su movimiento fuera sumiso a la Iglesia Anglicana y transmitiera el mensaje, “somos fieles anglicanos y no en competencia o en contra de la Iglesia de Inglaterra”[21]. A lo largo de su vida, Wesley se mantuvo dentro de la Iglesia anglicana establecida de Inglaterra, e insistió en que su movimiento se mantuviera dentro del anglicanismo.

Wesley no tuvo que lidiar con los principales problemas políticos de la iglesia, ya que estos ya estaban establecidos en la Iglesia de Inglaterra. Él estaba más preocupado por la transformación de los miembros que formaban parte de la Iglesia Anglicana, y por alcanzar a aquellos que no tenían una relación con Jesús. Algunos han comparado el movimiento de Wesley con una orden religiosa, o con un movimiento dentro de un movimiento.

De Regreso al Cristianismo Primitivo

Wesley deseaba basar todo lo que hacía en la Biblia. A pesar que las clases comenzaron como una forma de recaudar dinero, Wesley no quería continuar con ellas a menos que pudiera ver su base en las Escrituras. Él escribió: “No podía dejar de observar, esto se trata de la misma cosa que era desde el principio del cristianismo. . . Los primeros predicadores se reunieron con estos catecúmenos, como se les llamaba, aparte de la gran congregación, para instruirlos, reprenderlos, exhortarlos y orar con ellos, según sus diversas necesidades”[22].

Wesley era un estudiante de la iglesia primitiva y creía que la Iglesia de Inglaterra era una iglesia caída que necesitaba avivamiento. Él quería ayudarla a volver al ideal primitivo [23]. Sentía que la transformación a largo plazo requería de una estructura organizativa eficaz, y trabajó arduamente para construir una amplia red de grupos pequeños. Hunter señala:

Wesley también observó que ciertos comportamientos normativos fueron característicos de la vida en la iglesia primitiva. Se reunían “a fin de estimularse en el amor y en las buenas obras. . . animándose los unos a los otros” (Heb. 10: 24-25). Parecía que se habían enseñado, amonestado, exhortado, y orado los unos por los otros. Se regocijaban con los que se regocijaban, y lloraban con los que lloraban (Rom 12:15). Sus comportamientos hacia los demás iban de contarse los pecados del uno al otro (Mateo 18: 15-18.) hasta edificarse los unos a los otros (1 Tesalonicenses 5:11.) Y Wesley creía que las primeras iglesias siguieron el pasaje de Santiago (5:16): “confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados”. Con pesar, Wesley no vio tal comportamiento en su Iglesia Anglicana. Una de las causas de esto, a su juicio, era la falta de grupos pequeños, una deficiencia que no estaba presente en las iglesias en las casas de la iglesia primitiva[24].

Wesley se dio cuenta que a medida que acercaba a la gente a las clases para que se desafiaran y animaran los unos a los otros, el contagio y el poder de la iglesia apostólica se movería una vez más en la historia humana[25]. Él escribió:

Nunca omitas reunirte con tu Clase o Banda; Nunca te ausentes de ninguna reunión pública. Estas son los mismos tendones de nuestra sociedad; y lo que debilite, o tienda a debilitar nuestro interés por éstas, o nuestra fidelidad para asistir a ellas, golpeará la raíz misma de nuestra comunidad [26].

El debilitamiento de la estructura de la clase, de acuerdo con Wesley, golpearía la raíz del metodismo. Al igual que la iglesia primitiva, los grupos metodistas se reunieron principalmente en los hogares, pero también se reunían en tiendas, aulas, áticos, e incluso en depósitos de carbón—donde quiera hubiera espacio para que diez o doce personas se reunieran. Algunos seguidores piadosos caminaban largas distancias, soportaban aflicciones, y situaciones incómodas con el fin de asistir a su clase [27].

Haciendo Discipulos

La reunión de la clase nunca fue un fin en sí misma; más bien era un medio para hacer discípulos. Algunos se preguntan por qué no se escribió más literatura acerca de las reuniones metodistas de las clases durante el tiempo de Wesley. David Lowe Watson cree que aquellos en los días de Wesley estaban más preocupados por la razón por la que se reunían, y por lo que planeaban lograr, que en los aspectos específicos de la propia reunión [28]. Se reunían para convertirse en seguidores más fuertes de Jesús, para crecer en santidad, y en última instancia para transformar Inglaterra. Las personas, se suponía, que debían trabajar en su salvación gradualmente a lo largo del tiempo y desarrollar madurez. Las conversiones eran sólo el primer paso en un proceso gradual de llegar a ser como Jesús. Henderson escribe:

Uno de los elementos clave de la reunión de la clase era la disposición para confrontar el pecado y ser sincero acerca del pasado oscuro de cada miembro. No debían ocultar nada. Una de las características notables del formato de la reunión de la clase fue el realismo sobre la naturaleza humana que se construyó en su diseño [29].

Reunirse semanalmente les ayudó a sostener el proceso de discipulado y mantener la rendición de cuentas. David Watson dice: “El genio detrás de la organización de Wesley de las sociedades metodistas yacía en su reconocimiento que el discipulado cristiano era ante todo una respuesta a la gracia de Dios”[30]. Las clases no eran tan intensas como las bandas; ni fueron diseñadas para las sesiones de consejería intensiva o para estudios bíblicos profundos. La dinámica de la comunión cristiana se desarrolló rápidamente, en cuanto los miembros comenzaron a “llevar las cargas de los otros”, y a “preocuparse por los demás”. Wesley escribe:

Muchos ahora han experimentado felizmente esa comunión cristiana de la que no tanto tenían una idea antes. Ellos comenzaron a “llevar las cargas de los otros”, y “naturalmente” a “cuidarse el uno al otro”. Como se conocían a diario, cada vez más, se tenían un mayor afecto los unos por los otros. Y, al “hablar la verdad en amor, crecieron en Él, en todas las cosas, que es la cabeza, el Cristo; de quien todo el cuerpo, bien unido, y compactado por aquel que suministra todas las articulaciones, de acuerdo con la operación eficaz en la medida de cada parte, aumentó su propia edificación en amor”[31].

El único requisito para unirse a una reunión de la clase era el deseo de huir de la ira venidera. Una persona necesitaba estar dispuesta a crecer en santidad y a tomar las medidas necesarias para separarse del pecado y para separarse para Dios. Hunter escribe: “Con el tiempo, dos años en promedio, la mayoría de los miembros experimentaron la justificación y el nuevo nacimiento; y desde ese punto en adelante ‘esperaban’ experimentar ‘santificación’, es decir, ‘habiendo sido perfeccionados en el amor “en esta vida”[32].

Los primeros metodistas audazmente reducían el número de personas si notaban cualquier pecado. Ellos querían una sociedad pura, libre de la contaminación del pecado. De hecho, a los invitados sólo se les permitía visitar una clase a modo de prueba. El visitante necesitaba entender las reglas de la sociedad y hacer un compromiso con esas reglas. Hubo muchos casos en que rechazaron los boletos de entrada cada trimestre a los que no lograron cumplir con ellas[33). Y la renovación trimestral de los boletos de la clase se convirtió no sólo en un examen disciplinario, sino también una ocasión en que todos los miembros, inclusive el líder, eran interrogados acerca de su crecimiento espiritual[34]. La reunión de la clase funcionó para determinar si un metodista estaba caminando en la gracia de Dios, y a través de las reuniones de la clase Wesley podaba la vid Metodista[35].

Más que nada, la reunión de la clase era la manera principal de mantener a los recién convertidos a salvo de volver a caer en su antigua forma de vida. Wesley escribió:

Estoy cada vez más convencido que el mismo diablo no desea nada más que esto, que la gente de cualquier lugar esté medio despierta, y luego abandonados a sí mismos para dormirse de nuevo. Por lo tanto puedo determinar, por la gracia de Dios, que no asestaré un golpe en un lugar donde no pueda seguir golpeando[36].

A diferencia de la sociedad más general, el propósito de la clase metodista fue principalmente el de disciplina, de discernir, como Wesley dijo, “si [estaban] de hecho trabajando en su propia salvación [37). Wesley estaba convencido que la gente rara vez progresaba en santidad por sí misma. Wesley criticó explícitamente la falta de asistencia de George Whitefield a la reunión de la clase en Pembrokeshire en su diario publicado en 1763:

Yo estaba más convencido que nunca que predicar como un apóstol, sin juntar a los que están despiertos y entrenarlos en los caminos de Dios, es sólo engendrar hijos para el asesino. ¡¿Cuánta predicación ha habido durante estos veinte años en todo Pembrokeshire?! Pero no hay sociedades regulares, sin disciplina, sin orden ni conexión. Y la consecuencia es que nueve de cada diez de los que una vez estuvieron despiertos ahora se duermen más rápido que nunca[38].

Sin la estructura del grupo pequeño, Wesley sintió que la predicación trajo poco fruto duradero. De hecho, tanto George Whitefield como John Wesley predicaron continuamente al aire libre. Muchos se salvaron con Whitefield y Wesley. Ambos tenían historias similares y eran excelentes en la predicación al aire libre. Ambos fueron testigos de miles de conversiones a través de sus ministerios. Benjamín Franklin una vez calculó que Whitefield podía predicar fácilmente a una multitud de treinta mil personas —sin un micrófono. Whitefield probablemente incluso registró más conversiones que Wesley, debido a las enormes multitudes que atraía.

Aunque, también hubo algunas diferencias importantes entre los dos. Al final de su vida, George Whitefield dijo esto: “Mi hermano Wesley actuó sabiamente—las almas que fueron despertadas bajo su ministerio las unió en clases, y por lo tanto preservó los frutos de su trabajo. De esto me descuidé, y mi pueblo es una cuerda de arena” [39]. Wesley organizó el movimiento y lo puso bajo una administración sistemática; Whitefield esperaba que los que habían sido “despertados” siguieran por su propia iniciativa; Wesley dejó nada al azar.

Reportándole a tu Alma

La reunión de la clase no era un evento altamente organizado. Normalmente duraba una hora, y el objetivo principal era “reportarle a tu alma” [40]. La clase comenzaba con una alabanza de apertura, o dos. A continuación, el líder compartía una experiencia personal o religiosa. Luego, él hacía preguntas sobre la vida espiritual de los del grupo. Cada miembro daba un testimonio acerca de su condición espiritual. Después que los participantes respondía a la pregunta, el líder se volvía a otra persona en el grupo y le hacía la misma pregunta.

El líder de la clase u otra persona, responderían a la respuesta dada ofreciendo aliento, y en ocasiones dando consejos. Luego otros miembros compartirían sobre sus vidas espirituales. El patrón básico de la reunión era tan sencillo. Las personas estaban esencialmente dando testimonio de su experiencia con Dios durante la semana pasada. Y Dios usó este formato para transformar vidas y para mantener a cada persona responsable de vivir una vida santa. ¡Las personas a menudo experimentaban la conversión simplemente a través de la participación en una reunión de la clase! [41]. Antes de cerrar con oración, había una ofrenda para apoyar el ministerio. Mallison escribe: “Se esperaba que cada miembro tuviera un sentimiento de pertenencia, que hablara libremente y con claridad sobre todos los temas, desde sus propias tentaciones hasta los planes para el establecimiento de una nueva reunión en una cabaña, o visitar a los afligidos” [42] .

Puede ser difícil de entender cómo se vería la reunión de la clase hoy en día, o por qué tenía un impacto tan poderoso en aquel entonces. Hunter lo explica:

Pero debido a que la experiencia del metodismo del siglo XVIII se llevó a cabo en un tiempo y cultura diferente a la nuestra, el significado más profundo o la misión de las reuniones de las clases no es tan obvia hoy en día, y al menos varios estudiosos han tratado de identificar la misma. En la ilustración del pionero Gloster Udy (1962), él llegó a la conclusión que la misión principal de las reuniones de clase era proporcionar a las personas el tipo de experiencia familiar que la agitación y la fragmentación de la revolución industrial les habían robado. Las experiencias de la clase inculcaban valores interpersonales y facilitaron el crecimiento y desarrollo de las personas [43].

Wesley a menudo utilizaba “unos-a-otros”, para indicar que se llevaba la carga del otro, para describir la esencia de las reuniones de la clase. Eran una familia lejos de la familia, al igual que las iglesias en las casas primitivas. Lo que ocurría en las primeras reuniones de las clases metodistas se asemeja a lo que el escritor de Hebreos dice:

Cuídense, hermanos, de que ninguno de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios vivo. Más bien, mientras dure ese hoy, anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado (3:12-13).

Una forma en que los miembros ministraban a Dios y se ministraban los unos a los otros era a través del canto de himnos. Uno de los miembros de una clase, en los tiempos de Wesley, habló acerca de cómo cantar era una parte importante de la reunión de la clase. Él escribe:

Ya que el canto forma una parte considerable del servicio en una reunión de clase, debo darles uno o dos ejemplares de sus himnos. . . Son derramados de la manera más suave, relajante, y languideciente, sin el menor esfuerzo como sólo con la música se puede hacer; y ya sabes que la música tiene encantos para calmar a una bestia salvaje[44].

Continuará…


NOTAS

  1. Henderson, p. 93.
  2. J. W. Etheridge, The Life of the Rev. Adam Clarke (La Vida del Reverendo Adam Clarke) (Nueva York: Carlton y Porter, 1859), 189, citado en el libro de Kevin Watson (2013-11-01), The Class Meeting: Reclaiming a Forgotten (and Essential) Small Group Experience (La Reunión de Clase: Reclamando una Experiencia Olvidada y Esecial del Grupo Pequeño) (Kindle Location 1816). Editorial Asbury Seedbed. Edición Kindle.
  3. Citado en Henderson, p. 93.
  4. Latourette, p. 1026.
  5. Brown, p. 38.
  6. Estas no eran reuniones de discipulado uno-por-uno, una práctica que más tarde llegó a ser muy popular en Estados Unidos. Más bien las bandas daban prioridad a la interacción del grupo pequeño con el propósito de la transformación. La interacción uno-por-uno existía entre los miembros y líderes de la clase con su supervisor, pero la banda era una experiencia de grupo.
  7. Young, p. 112.
  8. Bunton, p. 64.
  9. Young, p. 112.
  10. (Las “ordenanzas de Dios” referidas a las prácticas cristianas o disciplinas espirituales, ejemplo: adoración pública, oración privada, lectura de la biblia, y así sucesivamente)
  11. Kevin Watson, Kindle Locations 377-390.
  12. Bunton, p. 63.
  13. Wesley, Wesley’s Works, Vol. 2 (Londres, Wesleyan-Methodist Book/Libro Metodista Wesleyano- Habitación/), p. 482.
  14. Young, p. 113.
  15. Henderson, p. 98.
  16. David Lowes Watson, p. 95.
  17. Bunton, pp. 63-64.
  18. Hunter III, p. 85.
  19. Ibid., p. 85.
  20. Henderson, p. 85.
  21. Ibid., p. 85.
  22. Citado en el libro de Stanley Aysling, John Wesley (Nueva York: Editoriales Collins, 1979), p. 132.
  23. Hunter III, pp. 124-125.
  24. Ibid., p. 125.
  25. Ibid., p. 125.
  26. John Wesley, “Un Relato llano sobre la Perfección Cristiana ,” en Works, Jackson, 11: 433, citado en
  27. Kevin Watson, Kindle Locations 1828-1829.
  28. Henderson, p. 99.
  29. David Lowes Watson, p. xi.
  30. Henderson, p. 103.
  31. Henderson, p. 103.
  32. Citado en in Kevin Watson, Kindle Location 1823.
  33. Hunter III, p. 121.
  34. David Lowes Watson, p. 108.
  35. Ibid., p. 110.
  36. Kenneth J. Collins, John Wesley (Nashville, Imprenta Abingdon, 2003), p. 122.
  37. Wesley, March 13, 1743, “Recuentos y Diarios II” (1738-1743), Vol. 19 en Trabajos, 318.
  38. Collins, p. 122.
  39. Wesley, “Journal for August 25, 1763,” “Diario para el 25 de agosto,1763” en Trabajos, 21: 424, citado en Kevin Watson, Kindle Location 1856.
  40. Henderson, p. 30.
  41. Snyder, p. 55.
  42. Thomas R. Albin, “‘Inwardly Persuaded’: Religion of the Heart in Early British Methodism,”(“Persuadido por dentro: Religión del Corazón a Inicios del Metodismo Inglés”) “in Heart Religion”(“Religión en el Corazón”) in the Methodist Tradition and Related Movements(en la Tradición Metodista y en los Movimientos Relacionados), Richard B. Steele, ed. (Lanham, MD: Imprenta Scarecrow, 2001), 45, citado en Kevin Watson, Kindle Locations 1826-1827.
  43. John Mallison, Growing Christians in Small Groups (Cristianos Creciendo en los Grupos Pequeños) (Londres: Scripture Union, 1989), pp. 127-128.
  44. Hunter III, p. 121.

REFRENCIA

Comiskey, Joel. (2014). Los metodistas: lidearzgo pastoral . Mayo 14, 2022, de Joel Comiskey Group Sitio web: https://joelcomiskeygroup.com/es/recursos/church_leadership/es_metodistas/