Ética Pastoral: un comportamiento profesional en la fe

Ética Pastoral: un comportamiento profesional en la fe

Para quienes conocen las Sagradas Escrituras, el ser humano debe comportarse bien, no sólo ante otros hombres sino ante Dios, y Dios mismo plasmó sus normas esenciales.

José M. Tinoco Reyes

Citas: 1ª Tesalonicenses 2:10; Filipenses 1:27; Proverbios 3:27

La ética y el código profesional

La ética[1] nos ayuda a reflexionar sobre cuál debe ser el mejor comportamiento del ser humano, en independencia o más allá de la moral[2] que se nos transmitió en la familia o los principios de la religión que profesamos. La ética es la parte de la filosofía que reflexiona sobre el hecho de lo que se practica sobre lo que esté bien o mal. Actuar con ética hacia los demás, conlleva la empatía[3] por los demás. Para muchas personas, actuar con ética significa sentir empatía por los demás y respetar su pensar y actuar, como ellos lo hacen con uno mismo.

La ética profesional hace referencia al conjunto de normas y valores que mejoran el desarrollo de las actividades profesionales. Es la encargada de determinar las pautas éticas que deben regir dentro de un ambiente laboral. Estas pautas están basadas en valores universales que poseen los seres humanos. Es la encargada de estudiar los comportamientos de los seres humanos bajo normas que contribuyan a la armonía social. La ética profesional es fundamental en cualquier persona que desee trabajar, ya que implica la práctica de valores como la responsabilidad, puntualidad, honestidad, constancia, carácter, justicia, discreción. La ética profesional determina como debe actuar un profesional en una situación determinada. El profesionista enfrenta diariamente diferentes situaciones, y la ética profesional prevé errores de las malas acciones. La ética profesional busca primero vigilar el bien común por sobre los intereses particulares de cada trabajador. 

El código de ética es el conjunto de normas y valores tendientes a regular la conducta de las personas dentro de un contexto y ambiente de un centro de trabajo, comprometiendo una normativa que deberá ser cumplida de manera obligatoria por los integrantes del centro de trabajo. En el ámbito profesional de la contabilidad, los principios fundamentales de la profesión es la integridad, objetividad, independencia, competencia y cuidado profesional, confidencialidad, observancia de las normas[4], colaboración y comportamiento. Estos ejes son de carácter obligatorio, y faltar a ellos, conlleva sanciones hasta la pérdida de la cedula profesional y dejar de ejercer la contabilidad.

El comportamiento según las escrituras y la misión pastoral

Para muchos de los leídos, o conocedores de las Sagradas Escrituras, (y en un principio básico de conducta social), el ser humano debe comportarse bien, no solo ante otros hombres sino ante Dios, y Dios mismo plasmó sus normas esenciales (Éxodo 20:1-17):

  1. No tendrás dioses ajenos delante de mi.
  2. No te harás imagen, ninguna semejanza de lo que este arriba en el cielo, ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra. 
  3. No tomarás el nombre del Señor, tu Dios en vano.
  4. Acuérdate del día de reposo para santificarlo.
  5. Honra a tu padre y a tu madre.
  6. No matarás.
  7. No cometerás adulterio.
  8. No hurtaras.
  9. No hablaras contra tu prójimo falso testimonio.
  10. No codiciarás.

Estas son las reglas básicas del ser humano, de su comportamiento ético y moral, para con los hombres y para con Dios. Nuestro sano comportamiento, es la plataforma de nuestro ministerio, el testimonio más importante de nuestro trabajo evangélico, ya que somos “… testigos, de cuan santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con los creyentes” (1ª Tesalonicenses 2:10), ¿Cómo podemos hablar a otros de Dios, si nuestro testimonio es reprensible por otros? 

Si se desea evangelizar, llevar la palabra, es posible si “solamente que os compartáis como es digno del evangelio de Cristo, para que aquel que oiga de vosotros que estáis firmes en un espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (Filipenses 1:27). Hacer lo bueno, pero ante los ojos de Dios, no de los hombres. En el mundo material, profesional, hay que “hacerse notar” para poder progresar en el trabajo. En la Iglesia, los ministros y los congregantes, no deben “hacerse notar” para mejorar sus condiciones, ¿cuáles? La Iglesia se ha vuelto un club social para los creyentes y un espacio de labor profesional para los ministros. ¿Como es entonces que, un culto, un sermón, una liturgia conlleve la palabra de Dios con acciones poco éticas? Se ha discutido mucho sobre las congregaciones “carismáticas”, donde se sienta la fraternidad, pero ello se pierde, si se olvida del cómo se debe de comportar un cristiano, que, en esencia, es vivir como Cristo vivió entre los hombres, amando los unos y a los otros.

Como toda actividad, el ministerio pastoral tiene o debe tener su ética. La base de su comportamiento, es que, son el ejemplo vivo de que, es posible amar a Dios con todas las fuerzas, la mente y el corazón, y servirle, para amar al prójimo. Quién ha decidido servir a Dios como su pastor, ministro y mensajero, tiene la motivación más grande y hermosa, una misión sagrada, que no cualquiera acepta. Se trata de un llamado especial, al corazón, a servir, no producir, a edificar, no a triunfar, a consolar, no a pisotear, a guiar, no a obstaculizar, a predicar, no a dar monólogos, a enseñar, no a entretener; porque el resultado no es producto, un sueldo, una placa, un certificado, el propósito es que los hombres vivan en paz y conscientes del amor de Dios para cada ser humano. De todo esto, el pastorado es una actividad especial, que no debe (nunca) verse como una opción laboral, porque tiene una mística, rodeada de amor y sacrificio. Bien dicen que los “pastores de ayer son diferentes a los de hoy”, y no que fueran mejores, es verdad que, la situación actual es muy diferente a la que se vivía hace 20, 30, 40, 50, 60 años; pero el mensaje es el mismo, el esfuerzo es el mismo, quizás se cambio el auto por el caballo, las cartas por el WhatsApp, las caminatas por el metro, las visitas por el GoogleMeet, los cultos por el Facebook; pero la esencia no debe perderse, no solo es “ganar almas” es demostrar que si es posible amar a Dios, y esa es la base de todo comportamiento ético de un siervo del Señor.

¿Qué es un pastor ético?

Quizás una pregunta rara o incomoda. ¿Los pastores deben ser éticos?, y si lo son, ¿deben tener un celo profesional? Es claro y evidente, que muchos pastores comentan entre ellos mismos como son las iglesias, con que hermanos en cada congregación se puede o no contar, y no con expresiones de ayuda, sino en tono de alarma. Muchos nombramientos pastorales son vistos con cierto miedo, y no por temor a la congregación asignada, sino por la comodidad que representa. En la profesión contable, cuando se le asigna a un contador una empresa, no se le dice su situación, o “chismes”, solo se le da la información que se requiere para su trabajo, y al final del año, presentar los informes del trabajo realizado, lo mismo debe ser ante un cambio pastoral, no debe importar si es en la “ciudad o en la provincia”, si pueden pagar un presbítero de tiempo completo, parcial o de fin de semana; si hay internet, etc., lo que debe importar, es como será ejemplo del amor de Dios a su nueva congregación. Es válido, al llegar a una iglesia, reevaluar lo que se ha realizado, pero no juzgando el trabajo del anterior, no se trata de jactarse de mejores predicas, mejoras, clases, visitaciones, se trata de unir a una iglesia, de consolarla, de aliviar sus penas para que encuentren paz en Dios, claro que los congregantes no ayudamos mucho, pero podemos ser un obstáculo que fortalezca, y no “una piedra en el zapato”, por un lado el pastor no debe “dar por el lado” porque sea un hermano de “apellido” o que tenga los medios económicos, suficientes para imponer su voluntad, se trata de llevar el mensaje, no de adaptarlo al gusto del público, la congregación no es un cliente que espera un culto a su medida, es un pueblo que necesita, hoy más que nunca, saber que Dios si está allí para todos, que no nos deja ni desampara. Porque, si se pierde ese punto, esa ética, más que un ministerio, será una blasfemia.

Un pastor metodista, ya retirado, me comento que, siempre tuvo a su cargo 2 o 3 iglesias por nombramiento, que pasó muchas dificultades, cuando le pedían que solicitará un aumento a su superintendente u obispo, el contesto “No trabajo para que me pague el obispo o la Iglesia, trabajo para predicar lo que Dios dicta en mi corazón” ese es el sacrificio y el amor de un pastor ético de la iglesia metodista. No esperar nada de los hombres, sino darlo todo por el pueblo de Dios, sacrificando todo, vida, integridad, familia, todo en la balanza, y Dios premió sus esfuerzos con frutos a mas del 100% donde predico este pastor. ¿quién podrá decir de entre los pastores actuales una frase como esta?

¿Quién podrá sentir el compromiso de amor de esta respuesta?

“Piensa y deja pensar” es la locución que caracteriza al metodista, la de un ministro debe ser “Siento a Cristo y dejo que otros lo sientan”, “siento y dejo sentir” el amor de Dios.


NOTAS

  1. La palabra ética deriva etimológicamente del griego ethos, que se traduce por “Manera de ser, carácter o costumbre”.
  2. Entendemos la moral, como el conjunto de valores, normas y comportamientos aceptados por una sociedad que sirven para estructurar de forma correcta dicha sociedad y fomentar un equilibrio entre las personas que la conforman.
  3. La definimos como la habilidad de compartir, comprender como los demás se sienten y conocen el mundo.
  4. Propiamente hablando, de los principios de contabilidad, de las Normas de Información Financiera, el control interno, las reglas de la SHCP, las leyes de ISR, IVA y del código fiscal de la federación y su reglamento; en suma, todas las profesiones tienen una normatividad legal que deben de cubrir.

M.C.P. José M. Tinoco Reyes es miembro de la Iglesia Metodista en Cuautla, Mor.