Hemos iniciado el año conferencial 2022-2023 y con ello el cuadrienio 2022-2026. Para muchos metodistas en México esto quizá no es algo desconocido, pero para algunos puede ser algo que comenzarán a hacer parte de su vida dentro de alguna de nuestras congregaciones en el país. Hay conferencias que han reelecto a sus Obispos (porque es algo que la Disciplina vigente, nuestro libro de gobierno, permite); otras han elegido entre sus presbíteros itinerantes (que cubren los requisitos para serlo), a alguno de ellos para dar esta responsabilidad y encargo por los siguientes 4 años. Tal es mi caso, y con este nombramiento inicio mi vigésimo octavo año de ministerio dentro de mi amada Iglesia Metodista de México.
Al igual que todos los que inician un nuevo trabajo, tengo algunos temores y dudas. Habrá cosas que no podré hacer o responder de forma inmediata; pero también, como muchos miembros del cuerpo de Cristo y de la familia de la fe, tengo mi mirada puesta en Dios y mi confianza en sus promesas y una gran disposición por aprender o desaprender si es necesario. Creo en la bendición que el Padre da al esfuerzo de sus hijos, soy testigo de su respuesta a nuestras oraciones, estoy convencido de que Jesucristo es el Señor de la Iglesia y cada uno de nosotros servidores en su Nombre. Así que, como aquel que emprende una nueva aventura, yo me esforzaré por desarrollar cada una de las tareas y asumir cada una de las responsabilidades que la encomienda episcopal me presente.
En la historia bíblica y de la Iglesia encontramos que la humanidad ha pasado por periodos difíciles, producto de la separación del hombre de su Creador. Está por demás decir que las dificultades que ahora atravesamos no sólo han alcanzado a la generación de nuestro tiempo, sino que parece que no podrán ser superadas pronto. Sin embargo, la misma historia nos enseña que la bondad de Dios se manifiesta cuando es el tiempo en que su voluntad puede ser reconocida y el arrepentimiento del hombre es una expresión que nace del corazón del hombre.
El profeta Isaías 62:1 dice: Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha. Por eso creo que debemos escuchar juntos Su voz que nos seguirá hablando, porque Él no descansará y nos ama. En ese amor sin límite ni condición que ha ofrecido a través de Jesucristo a la humanidad entera; pero que hoy el compartir de este mensaje es una responsabilidad dada a la Iglesia, a ti y a mí que hemos creído, que hemos aprendido, que hemos aceptado ser parte de este cuerpo y de esta familia que es la Iglesia Metodista en cada una de las Conferencias Anuales en este país, pero de la gran familia metodista alrededor del mundo.
Nos encontramos en camino a celebrar 150 años de presencia metodista en este país, donde Dios ha usado a hombres y mujeres a lo largo de las generaciones para bendecir a nuestras comunidades y sus familias. Quizá no habrá forma de enumerar los aportes que los creyentes metodistas han hecho en las diferentes áreas de la vida social, cultural y económica que han ayudado a su bienestar y que han marcado diferentes rubros de ella. Es por lo que estamos comprometidos a seguir viviendo el espíritu del Evangelio, para que el Reino siga tomando forma en todos los lugares en donde un metodista se encuentre.
No estamos solos,y a más de esto Jesús nos dice en Lucas 12:32: No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. Es decir, no debemos tener una actitud pasiva o indiferente, sino una participación entusiasta. El reino ya es parte de nosotros; por tanto, como Iglesia Metodista de México tenemos el imperativo de hablar de Jesucristo como el Señor que preside este reino, que nos ha incluido en él y nos ha dotado de los dones y talentos necesarios para propagarlo. Hablar de sus valores y vivirlos con toda intensidad e intención para que nuestro mundo sea transformado para Honra y Gloria de su Nombre.
Hoy tenemos una gran oportunidad delante de nosotros, la de influir para que los cambios que se den en el mundo tengan el toque divino y alcancen los corazones de los hombres, para experimentar la santidad a la que hemos sido llamados y, como enseñó Juan Wesley, para que esta sea social; de otra forma nuestra tarea será en vano y nuestras vidas se habrán vivido en vano. Que sea Dios quien responda a nuestras expectativas, quien responda a nuestras preguntas, quien renueve nuestras fuerzas, quien ponga en nosotros visión, quien bendiga nuestros esfuerzos, quien marque el rumbo a seguir.
Nuevos tiempos, nuevas oportunidades, nuevas experiencias, nuevas criaturas; que el poder de Dios encuentre espacio en cada uno de nosotros para tomar forma, para tener color, para ofrecer sabores y sonidos que inviten a la vida, y que la vida en plenitud en el presente nos impulse a esperar con confianza la vida que está por venir, la vida eterna. La vida a la que aspiramos los creyentes, la vida perfecta, la vida para siempre, la vida completa. Pero mientras esto llega, no desperdiciemos el tiempo, no derrochemos nuestros dones, no perdamos la oportunidad de disfrutar del amor de Dios, su gracia y su perdón.
Así como nosotros esperamos mucho de Dios, Él espera mucho de nosotros. Vivamos conforme a su voluntad, honremos su Presencia y amemos como Él nos ha amado. Que nuestros planes, proyectos, metas; así como nuestras reflexiones, oraciones y devoción entera, apunten a conocer al Buen Pastor más y mejor. Y en consecuencia toda la obra de la Iglesia, en la que cada uno de nosotros tiene un lugar especial, dé frutos en abundancia y de calidad, mostrando que somos siervos en los que el Señor puede confiar y en quienes puede verse reflejado de muchas formas.
Que nuestras oraciones, reflexiones de la Escritura, cánticos de alabanza, tiempos de fraternidad cristiana, proyectos de servicio al prójimo, etc., estén impregnados del amor de Dios que todo lo sana, restaura y embellece; que Su Presencia que todo lo llena nos acompañe constantemente; y su mano que es capaz de arropar a la humanidad entera nos brinde continuamente su calidez. Que su rostro nos mire con agrado y su sonrisa nos contagie su amor por la vida. Dios está con nosotros y en palabras de Jesús nos ha dicho: “…y he aquí yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20b).
Obispo Agustín Altamirano Ramos.
Conferencia Anual de México.
Excelente Dios esta con nosotros. Bendiciones Obispo Agustìn.
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