Pedro López Hernández
Estaba por terminar el año 2020 y de hecho, los medios de comunicación españoles mostraron una noticia sorprendente. Poco tiempo después, lo ocurrido fue conocido en otros continentes. Pues bien, una iglesia protestante llamada Nueva Vida Santander fue atacada, ya que un grupo de católicos dejó pancartas que decían “Cristo, María y España. Fuera ratas protestantes y luteranas”; inclusive depositaron bolsas con ratas blancas.
Esto evidenció que la persecución hacia los cristianos todavía existe, pero también este suceso muestra una lección de oro, misma que compartió Julio García, pastor de la mencionada congregación, quien con entusiasmo y amabilidad brindó información.
⎯Este hecho conmocionó al mundo y no es para menos. Se conocen pocos antecedentes, pues bien ¿podría hablarnos al respecto, es decir, cómo inició todo esto?
Era el día de Navidad por la mañana, nosotros no tenemos costumbre de celebrar esta festividad temprano, sino más bien por la tarde y en la iglesia. La mañana era preciosa, estábamos dando un paseo, entonces llamó una vecina muy alarmada y asustada, diciéndome que aparecieron carteles en las ventanas de la iglesia, indicando que éramos ratas, herejes, no éramos católicos y nos teníamos que ir del país. Como saben, dejaron ratas que se usan para alimentar a otros animales, las cuales estaban metidas en bolsas. Mi preocupación era que llegaran y se encontraran con ese panorama, pues se trataba de una celebración muy importante, sobre todo esto afectaría a los niños y a los adolescentes. Afortunadamente, lo pudimos retirar antes del medio día y cuando la gente vino a la iglesia todo estaba en orden, aunque debo reconocer que me encontraba conmocionado. Pese a que había decidido no ponerlo en conocimiento de la policía, fueron los propios miembros de la iglesia quienes insistieron que lo hiciera. Así sucedió y la verdad entiendo que la policía algo indagó, pero no encontraron nada, no hubo un sospechoso siquiera.
⎯¿Es la primera vez que convive con un hecho como éste, o ya tenía conocimiento de otros en España?
Ha habido más casos de esta magnitud en España; especialmente, hay que reconocerlo, las iglesias evangélicas sufren porque ser español y ser evangélico o protestante, es como ser renegado de su patria. Lo normal es que siendo castizo, se tiene que ser católico, no en vano hay personas como la reina Isabel la católica. Casi quinientos y pico de años, este país se unió o se coció en torno a los reyes católicos, pues la religión del dirigente era la del pueblo. En Europa, la parte norte era protestante y la parte sur era católica u ortodoxa. Entonces, aquí sí ha habido persecución y sigue ocurriendo, de vez en cuando alguna muestra de esto en puertas, ventanas y paredes de los templos, donde se dice “fuera herejes, fuera protestantes”. En los 41 años que lleva nuestra iglesia abierta, hemos sufrido de muchas maneras; no tan duramente como el día de Navidad, pero sí somos señalados como gente diferente, raros; y no por nuestra valía ni nuestra obra social tan importantísima en el mundo de las prisiones, de las víctimas de trata desde hace más de 27 años, de los desposeídos, de los refugiados; eso no se mira, solamente se señala que no eres católico. Yo siempre digo que la iglesia católica, en este sentido y sobre todo en España, así como en los países latinos, tiene un pecado que se llama “de omisión”, por no decir abiertamente que nosotros no somos cristianos; pero claramente lo somos, como son cristianos los ortodoxos y los católicos. Este pecado de omisión de las autoridades católicas, en los países especialmente de habla hispana, es de señalar y es el que induce de alguna manera a que haya sectores de la sociedad que piensen que no somos cristianos por no ser católicos.
⎯Este hecho fue más conocido en México al año siguiente, es decir, en enero. Sin embargo, ¿cómo lograron perdonar a los agresores, porque hay muchas personas que deben preguntarse esto, ya que es algo difícil?
Primero, por nuestra fe. El Señor nos dice que perdonemos a los que se declaran nuestros enemigos. ¿Por qué soy enemigo o puedo tener enemigos? Porque no soy de la misma fe o porque tengo una fe con matices. En segundo lugar, por mi edad. A mis años, me he dado cuenta de que no perdonar es más dañino para mí que para mi ofensor. Y en tercer y último lugar, porque el que perdona demuestra mucha madurez, sabiduría, incluso piedad. Así que sinceramente no me costó. Es verdad que tampoco supimos quiénes hicieron esto, pero en el fondo sí me hubiera gustado coincidir.
⎯Si en este momento pudiera coincidir con ellos, ¿qué les diría?
Creo que la educación y la formación son valores. Entonces, me gustaría poder decirles: “Oye, ¿por qué pensáis así de nosotros?, ¿qué os hace pensar que somos ratas o que somos gente despreciable? Me gustaría saberlo.
⎯Justamente me comentó que el que no perdona se hace más daño a sí mismo y muchas personas han hablado de esto. Entonces, usted que lo ha experimentado, ¿puede decirnos cuáles son los beneficios del perdón, aparte de curar el alma?
Claro. Como bien sabes, en la vida hay que perdonar, empezando por el círculo familiar. El daño que se causa ahí y entre los amigos es letal. Hay personas que enferman de por vida, por falta de perdón, resentimiento y por guardar rencor. El perdón es una medicina y trasciende a la religión. Es más, debería ser una asignatura que se impartiera y enseñar que el que perdona se libera a sí mismo y libera a su ofensor. Siempre dicen ese símil de que una persona para manchar a otra, primero debe ensuciarse las manos o los zapatos. Si uno quiere tirarle a alguien porquería, lo hará con el puntapié o con las manos, pero primero uno se tiene que manchar. Entonces, el perdón es una asignatura pendiente para enseñarse desde el seno familiar, en el colegio y en las relaciones de amigos. En la cuestión política, aprender a perdonar a los que piensan diferente de nosotros, a los que necesariamente tienen que pensar, porque esa es la gracia de la multiculturalidad, ser diferentes. Si todos fuéramos iguales sería un aburrimiento, entonces perdonar es un acto de grandeza.
⎯Con todo esto, ¿qué pasaje bíblico nos podría recordar sobre el perdón, uno tan poderoso que cuando debamos perdonar pensemos en un personaje o en alguien?
Sin ir más lejos, en el Señor Jesús, colgado en la cruz, escarnecido, escucha las injurias de los ignorantes y de los instigadores del mal. Cada que leo eso, me sorprende la frase: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Jesús podía haber dicho “estos, qué malos son y yo solo he hecho el bien”. Pero Él ve más lejos y se da cuenta que sus agresores no saben lo que están haciendo. Y la verdad que, pienso que hay mucha gente que hacemos mal a los demás y no somos del todo conscientes, porque nuestro egoísmo, intereses, ambiciones, nos impiden ver a quien tenemos enfrente. Fíjate, esta misma tarde escuchaba la radio mientras manejaba y dicen que los bancos ganarán una gran cantidad de dinero a cuenta de la crisis humanitaria que estamos viviendo, especialmente en Europa, consecuencia de la guerra de Putin contra Ucrania. No sé si las empresas financieras se dan cuenta de cuántas personas irán a la ruina, cuánta gente pasará hambre y frío. Pero el interés no está en cuidarnos unos a otros, sino “tonto el que no piense en sí mismo”. En cualquier área de la vida es bueno meditar: “esto lo hace la gente porque no saben lo que hacen, porque su ambición y su egoísmo no les permiten ver la realidad; no son ellos, sino lo que hacen”.
⎯Exactamente. Hay cosas que nos ciegan; y como comentó un pastor, si perdonamos fácilmente, incluso se dice que no tenemos carácter ni fortaleza suficiente…
Eso es. Jesús dijo que los mansos heredarán la tierra, no los violentos ni los egoístas, sino los mansos, porque disfrutarán de ella, de la vida, del amor y la paz, pero de la paz interior que da el perdonar. Cuando tú perdonas, realmente te liberas. Es como estar aguantando una cuerda que te presiona; y cuando la sueltas, es un alivio.
⎯Para finalizar, ¿qué le gustaría decirle a los lectores, pues la mayoría son de Latinoamérica y desconocen el caso?
Fundamentalmente, hay que aprender que para vivir bien, ni hay que juzgar a los demás ni hay que dejar de perdonar. Una de las cosas que más acuso de las personas, creyentes y no creyentes, es la facilidad con la que juzgamos a otros. Juzgamos todo, menos cuando nos toca sufrir algo en carne propia; ahí nos gustaría que todos nos entendieran y que comprendieran por qué hacemos o por qué no hacemos, nuestras inclinaciones, nuestras equivocaciones o nuestros desvaríos. Tuve una gran maestra, que fue mi mamá, y ella siempre perdonaba a un tío que bebía, pues al hacer esto él decía cosas que no debía, pese a que no era violento. Recuerdo que alguna vez le dije a mi madre. “mamá, pero es que el tío…”, a lo que me respondía: “no es él, hijo, lo que toma es lo que le hace malo”. Agradezco esto, porque incluso en otras ocasiones cuando la gente ha sido violenta con nosotros, he pensado en lo anterior y ha sido fácil concluir: “pobre persona, quién le habrá enseñado a odiar, quién le habrá enseñado a ponerse en contra de nosotros, quién le habrá enseñado a juzgarnos, quién le habrá enseñado que no somos buenos, quién le habrá enseñado a no tenernos en cuenta”. Invito a los lectores a que se pongan en los zapatos del que juzgan, será muy fácil terminar perdonando y terminar aceptando. Jesús, en el Evangelio, trata con empatía a lo peor de la sociedad. Debemos aprender mucho de Él, pues no juzgó a la mujer samaritana, no juzgó a Zaqueo ni a sus discípulos cuando los escogió; con los únicos que lo llevaba duro era con los que se creían buenos.
Pedro López Hernández
Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Apasionado de las artes como
escribir, razón por la cual decidió cursar dicha carrera. Igualmente gusta de visitar lugares
históricos, en consecuencia busca dedicarse no sólo a Literatura, sino también al
Periodismo. Asiste a la iglesia metodista «El Buen Pastor», ubicada en Tlaxcala.