¿Qué significa servir a Dios en cualquier oportunidad? Esta es una pregunta que quiero responder con mi testimonio de trabajo para el Señor en las distintas áreas en las que he podido servir por gracia de Dios. Mi nombre es Edna Cepeda, soy miembro de la Iglesia Metodista La Trinidad en el centro de Monterrey, N.L. Tengo 20 años de conocer al Señor y en este tiempo Dios me ha enseñado a servirle con gratitud en todo tiempo.
Mi experiencia de servicio al Señor comenzó en el tiempo en el que solamente asistía al grupo de discipulado y posteriormente a la Sociedad Misionera Femenil. En aquel tiempo comenzaba a asistir regularmente a la iglesia y recuerdo que me invitaron a ser ujier, para servir dando la bienvenida a quienes iban llegando a las reuniones. En ese momento, no era complicado pensar en servir al Señor, podía hacerlo con gusto y placer. Sin embargo, cuando el tiempo fue pasando, algunas hermanas se acercaron a mí para decirme que querían considerarme para ser candidata a algún cargo dentro del liderazgo de la Sociedad Misionera Femenil. Esa plática me hizo sentir insegura; yo pensaba que no estaba preparada para ser líder y oré al Señor para que Él escogiera a alguien más para esa responsabilidad.
Aunque mi oración en aquel momento fue para que alguien más tomara esa responsabilidad, yo misma no me negué al servicio. En mi oración también le pedí al Señor que me diera la oportunidad de servirle en alguna área en la sintiera que lo estaba haciendo con excelencia, como Él se merece. Tan insegura era para servir en áreas de liderazgo, que en mi oración le dije al Señor que me usara en cualquier oportunidad, aunque fuera con la escoba y el trapeador, pero yo estaba dispuesta a servir.
Tiempo después, la persona que hacía la limpieza en el Templo tenía que dejar de hacerlo para estar cerca de su familia y me hablaron para preguntarme si yo estaba dispuesta para encargarme de la limpieza de la iglesia. Inmediatamente yo les dije que sí, recordando mi oración. En lo personal, disfrutaba mucho llegar a la iglesia; ely ver el templo solo y en silencio me infundía paz. Siempre comenzaba a orar antes de comenzar a limpiar. Después de un tiempo, la secretaria del templo y yo nos coordinamos para orar juntas antes de comenzar a trabajar, y teníamos tiempos de oración hermosos delante del Señor.
Las oportunidades de servicio al Señor continuaron después de un tiempo limpiando el templo, pues hace 9 años recuerdo que me hablaron para ir al Seminario Metodista Juan Wesley para hablar con el director. En aquel tiempo yo oraba por un trabajo en el cual pudiera también servirle, y sobre todo que me ayudara a no descuidar mi asistencia a los distintos servicios de la iglesia. Mi sorpresa es que esa plática con el director era una invitación formal para trabajar en el seminario, en el área de la cocina, para hacer el desayuno, la comida y la cena a los seminaristas.
Al comenzar a trabajar para el Señor en el Seminario, me percaté de que mi responsabilidad delante de Dios no solamente era preparar los alimentos, sino también el acompañar a los seminaristas en su proceso de formación ministerial. Mi papel en la cocina no es enseñarles Biblia, Teología o aspectos ministeriales prácticos; pero al estar con ellos en el tiempo de comida puedo compartir el amor de Dios a ellos al estar dispuesta a escucharlos, a platicar con ellos cuando necesitan a alguien para dialogar, a abrazarles cuando se sienten solos, a darles una palabra de ánimo, a ser familia cuando su familia está lejos y a orar con ellos.
Una de mis intenciones al escribir este artículo es invitarlos a orar por todas las personas que son parte del Seminario, todas las personas que colaboran de alguna manera en la formación de los seminaristas tanto en las aulas como fuera de ellas: en la cocina, en las oficinas, en los pasillos, en la biblioteca, en la capilla. Pero también tengan en sus oraciones a los seminaristas que están en su proceso de formación para el ministerio. Generalmente oramos para que Dios envíe obreros a la míes; pero también es importante que oremos para que esos obreros persistan, que Dios les guíe en su formación, en su trabajo y en cada aspecto que viven.
Otro motivo para escribir este testimonio es invitar a quienes leen a disponerse a servir al Señor en cualquier oportunidad que se les presente. Servir al Señor comienza con disposición. Posteriormente esa disposición se alimenta con acciones que demuestren nuestro amor y compromiso a hacer todo para el Señor. De todo lo demás, Dios se encargará.
“Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor
y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis
la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.
Colosenses 3:23-24
Hna. Edna Cepeda
Miembro de la Iglesia Metodista La Trinidad, Monterrey, N.L. Trabajadora en el área de Cocina en el Seminario Metodista Juan Wesley desde el 2013