Este mes de octubre de 2022 conmemoramos 92 años de la creación de El Evangelista Mexicano como periódico oficial de la recién organizada Iglesia Metodista de México. La publicación ya existía previamente, al amparo de la Conferencia Mexicana y de las Misiones de Texas y Occidental, y así lo constatamos al observar la portada del número del 8 de octubre de 1930; se llegó a editar el número 38 del año 10.

El hecho notable reseñado en esta edición del 8 de octubre, a saber, la Conferencia Anual que se realizó en la ciudad de México del 24 al 30 de septiembre de ese año, fue la primera reunión de la Iglesia Metodista de México, resultado de la fusión de las iglesias fundadas por la Iglesia Metodista Episcopal (la obra al centro del país) y la Iglesia Metodista Episcopal del Sur (la obra en el norte de México). El periódico entraría así en una nueva época, la III, como se aprecia en la portada de la primera edición, fechada el 14 de octubre de 1930.

El Evangelista Mexicano, pues, nace como una manifestación de unidad de la naciente Iglesia mexicana, y así lo vemos expresado en las palabras del propio Vicente Mendoza, primer director de la publicación. Habiendo él participado en el extinto “Mundo Cristiano”, órgano interdenominacional que había dejado de circular seis años atrás, sintió el llamado a “sacar la pluma, limpiarla del moho de los meses y alistarse para volver otra vez a las lides del periódico cristiano…Y por esta razón de nuevo ascendemos al trípode de los que hablan al pueblo, mediante la página impresa, y reanudamos la plática que habíamos dejado pendiente” (Sección Editorial, página 2).
Agradecemos a la Dirección de Archivo e Historia de la Iglesia Metodista las imágenes que nos permite presentar de las ediciones de El Evangelista Mexicano que aparecen en el presente número.
Desde 1930, y a lo largo de más de nueve décadas, este periódico se ha ido adaptando a los tiempos que nos toca vivir: ha variado su nombre, formato y manera de distribución: pero sigue siendo un punto de reunión del pensamiento y quehacer de los metodistas mexicanos, para expresar nuestro deseo de dar a conocer el poder transformador del Evangelio de Cristo.
Llenos de agradecimiento por la constancia, esfuerzo y lucidez de los iniciadores de la publicación -quienes lograron sacarla adelante trabajando con recursos limitados y en una época tan convulsionada de la historia de nuestro país-, recordamos también la fidelidad de los directores y colaboradores que siguieron con esta tarea de difusión durante los años siguientes. Hoy, celebrando un año más de vida, ya con reuniones de manera presencial en casi todas nuestras congregaciones, El Evangelista Mexicano quiere seguir siendo esa tribuna desde la cual todos los metodistas -de todas las edades y latitudes de México-, como dijo Vicente Mendoza, puedan hablar al pueblo.
La expresión de nuestro sentir y actuar, seamos niños, jóvenes, adultos, de cada rincón de la República, nos da un sentido de pertenecer a esta parte del Cuerpo de Cristo llamada Iglesia Metodista de México, ahora IMMAR, reconocida desde 1992 como Asociación Religiosa por el Estado Mexicano. La IMMAR se expresa en este número de aniversario en distintas formas:
a través del trabajo en una iglesia local,
en los grupos discipulares,
mediante la crónica de una reunión distrital de iglesias,
por la reflexión teológica de un joven ministro,
por un libro escrito para ayudar a los educadores de nuevas generaciones;
también halla expresión mediante la voz de uno de nuestros seminarios,
en la búsqueda de nuevas estrategias para alcanzar a los no creyentes,
así como por la tarea reflexiva de una de nuestras instituciones educativas.
Los metodistas mexicanos vemos también a nuestro alrededor, atestiguando y orando por aquellas situaciones que afectan a otras iglesias y naciones; cada sección de noticias internacionales es compilada por el hermano Donato Rodríguez y Romero, anterior director de esta publicación, cuyo aporte quincenal resulta invaluable para este periódico.
La misión de este periódico se mantiene como al principio, buscando tomar hoy las formas que hagan accesible el mensaje del Evangelio. México no es el mismo de hace 92 años. Que por la obra del Espíritu Santo podamos seguir “hablándole al pueblo” de ese mensaje que transforma la vida de la gente.