UNA INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA DEL PACTO METODISTA
(Segunda y última parte)
“Nunca es demasiado tarde para redescubrir la alegría de estudiar a Dios”.
Thomas C. Oden
¿SEGUIMOS NOSOTROS EN EL PACTO?
Las señales de una alianza
La Biblia, más que una constitución de la iglesia, es un documento de la alianza o del pacto que tenemos con Dios. Al igual que el Israel de la antigua administración del pacto que espera un Mesías que venía, nosotros también hacemos lo mismo esperándolo nuevamente. Podemos ver en el canon bíblico más que una serie de reglas interminables: es el tratado donde vemos cómo Dios se relaciona con nosotros y nosotros con Él. Y es que no sólo el A.T. hace esto, también podemos ver en Cristo y sus doce apóstoles (representando a las tribus) como una continuación de lo que el Señor estaba haciendo con su pueblo. Como dice Kline:”La función particular de los cuatro evangelios en el canon del Nuevo Testamento es ofrecer el testimonio documental legal del hecho históricamente realizado de la ratificación de la nueva alianza por la acción de Dios en la misión mediadora de Jesucristo”. De hecho podemos decir que el canon que Dios fijó es el instrumento que Dios usa para administrar y ratifica su pacto. Si vemos en la Biblia, veremos que Dios varias veces ratifica su pacto con Israel de una manera mejor: ya no es “yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo”, sino algo superior: “Cristo en nosotros y nosotros en Cristo”.
Así que el Nuevo Testamento no termina el pacto; al contrario, lo ratifica, pero para una mejor administración. El bautismo es la señal de entrada de ese pacto, como dice Wesley cuando se bautiza a un párvulo: “Ahora este niño o personas sido injertados en el cuerpo de la iglesia de Cristo”. Wesley también afirma que el bautismo es el sacramento de iniciación, el cual nos hace entrar en pacto con Dios. Y este signo de promesa es para todos, como bien lo dice Pedro al inicio de la historia de la Iglesia:
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, Y PARA VUESTROS HIJOS, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y es que dice G.K. Beale respecto a la unión de estas dos acciones:
El bautismo es el equivalente redentor-histórico y tipológico de la circuncisión, entonces parece natural que el equivalente del NT a la circuncisión, que es el bautismo, también se aplique a los infantes. También hay que recordar que incluso con el «bautismo de adulto» o «bautismo del creyente», el bautismo no necesariamente connota sólo la salvación, sino que como signo de pacto transmite nociones tanto de bendición como de maldición. Sólo la vida de perseverancia de una persona determina qué aspecto del signo de agua se realiza en la persona bautizada.
El cristianismo -al igual que el judaísmo- es una religión social, de familias, no de individuos solitarios que caminan sin rumbo fijo. Y si vemos también este pasaje de Deuteronomio, nos podremos dar cuenta de ello:
Vosotros todos estáis hoy en presencia de Jehová vuestro Dios; los cabezas de vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, todos los varones de Israel; vuestros niños, vuestras mujeres, y tus extranjeros que habitan en medio de tu campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tu agua; para que entres en el pacto de Jehová tu Dios, y en su juramento, que Jehová tu Dios concierta hoy contigo.
Todas estas ideas estaban en los escritores bíblicos, hermanos, no se les olvide aquello. Para ellos y también para nosotros debemos pensar que Dios no cambia, y su trato es un paquete completo. Si creo, debo enseñar a los demás que están en mi casa, bautizándolos y enseñándoles lo que significa ser discípulo de Jesús. Ahora, existen aquellos credo-bautista que creen esto, pero no lo afirman, ¿Qué es eso sino lo que algunos llaman como la “presentación de los niños”? O como algunos teólogos le llaman: bautismo sin agua. Al final también creen que el niño debe ser encargado a Dios y presentado con Él, ¿no es eso sino querer hacerlo entrar en el pacto? Como vemos todos creemos lo mismo, sólo que algunos no lo aceptan.
Ahora, existen algunas objeciones sobre la manera o quiénes son los sujetos para entrar en el pacto con base en algunos versículos que se leen de manera literal. Tenemos el caso de Mateo 28:19: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Esto es interesante, ya que mucha gente malinterpreta. Como si la lectura fuera una serie de pasos de manera consecutiva cuando es manual del modo:
- Por tanto, id 🡪 El mandamiento es id y la pregunta es ¿a qué?
- A hacer discípulos 🡪 pero esto ¿cómo lo haremos?
- Bautizándolos en nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo 🡪 Haremos discípulos cuando estamos bautizándolos y enseñándolos.
Es como cuando te mandan y te dicen: “arregla el carro de favor, ponle la llanta y tráelo a la casa”. Si vemos, la oración tiene la misma estructura, es un mandato y luego viene el modo de hacerlo. Igual con nosotros, el modo no es que primero hagamos un discipulado intensivo (ya que esto puede durar toda la vida), sino que el bautismo es señal del discipulado que inicia.
Tenemos otra objeción: muchos dicen que Jesús nunca se bautizó de pequeño. Debemos recordar que Jesús está en una etapa de cambio, al igual que Abraham; éste también se hizo la circuncisión ya grande, pero ello no significa que no se la hayan aplicado a los niños pequeños después de él. Cristo -si vemos realmente- sólo da la enseñanza del bautismo hasta después de su resurrección, hasta después de decir: “consumado es” y terminar con la antigua administración del pacto.
Pero después en muchas comunidades se tomó como una práctica inicial de la iglesia. Esto lo podemos ver en las comunidades generadas a partir del Nuevo Testamento: desde los inicios la práctica del bautismo era vista como una continuidad, y los apóstoles la enseñaban. Por ejemplo, Orígenes decía que era una tradición recibida por los apóstoles. A fines del siglo segundo, San Ireneo nos dice que «Cristo vino para salvar a todos los que renacen en Dios, recién nacidos, pequeños, niños, jóvenes y ancianos». San Cipriano se apoya en una decisión del Concilio de Cartago en el año 252 para pedir que se bautice a los niños tres días después de su nacimiento. En el Concilio de Cartago (año 253) se dio el acuerdo de que los niños deberían bautizarse lo antes posible, sin retrasar al octavo día como lo era la circuncisión en el antiguo pacto.
Debemos remarcar que aquí no se luchó con el hecho de si debían bautizarse o no, lo cual implica que el bautismo infantil era algo ya admitido por todos, sino que la cuestión iba en cuanto al día del bautismo. Esto es importante porque los credo-bautistas repiten muchas veces que el bautismo infantil fue a partir del Concilio de Nicea. Esto es imposible, ya que faltaban casi cien años para que Constantino naciera y que permitiera a los cristianos estar en paz, en ese tiempo la iglesia aún estaba siendo perseguida.
Como podemos ver en concordancia, la circuncisión nunca se vio como una señal interna de salvación en la primera administración del pacto. Es una señal externa que apunta al nuevo nacimiento (ver pasajes como Romanos 4:12 o Colosenses 2:11-12). En éstos podemos ver que para Pablo el bautismo es una circuncisión que reemplaza el bautismo. Cabe destacar el estrecho vínculo entre bautismo, santificación y nuevo nacimiento como un complejo en el uso de Pablo. El propio Wesley toma lo mismo que algunos otros y menciona: “El bautismo no es el nuevo nacimiento. No son una y la misma cosa…Un hombre puede posiblemente ser ¨nacido de agua¨, y todavía no ser ¨nacido del Espíritu¨. Puede a veces haber una señal externa donde no está la gracia interna”.
Cristo fue circuncidado por nosotros. Él fue cortado por nosotros. Él se hizo impuro por nosotros. Él también fue bautizado por nosotros. Él sufrió y fue abrumado por el diluvio del justo juicio de Dios por nosotros. Tanto la señal antigua, la circuncisión, como la señal nueva, el bautismo, apuntan a la misma realidad: la muerte de Cristo por TODO SU PUEBLO.
También he escuchado alguna objeción acerca del bautismo como señal para toda la familia, y es que dicen que esto no se menciona explícitamente. Bueno, existen muchas cosas que no se mencionan explícitamente y son creencias que están impregnadas en la Biblia. Pero si así fuera, el bautismo no dice que se lo demos a las mujeres, ¿pero no hacemos esto? Claro que bautizamos también a las mujeres, ya que no sólo los varones son marcados, sino también ellas y juntamente con los niños. Aparte, hacer lo otro es negar lo que el Antiguo Testamento hace, que es revelar un Dios de gracia para con su pueblo.
Así como los judíos tenían su Shemá, nosotros tenemos el credo de los apóstoles: una confesión de fe de un pueblo que adora a Dios. En esta declara que:
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Los credo-bautistas no pueden confesar consistentemente los credos universales, con su declaración de creencia en la iglesia “una, santa, católica, apostólica”, mientras sigan negando que el bautismo de párvulos sea un bautismo válido, una señal del pacto; ya que niegan ese valor, y anuncian que la iglesia ha estado equivocada todo este tiempo, y que sólo ellos tienen la verdad. La señal del pacto significa que la catolicidad multiforme de la iglesia sigue presente en los sacramentos para el perdón de los pecados. Durante los últimos dos mil años, virtualmente todos los cristianos han sido bautizados válidamente; y hoy en día, prácticamente todos los cristianos están válidamente bautizados y adoran en iglesias donde el bautismo existe como señal de que seguimos dentro del pacto.
Entender la teología del pacto y los signos que ésta da, representa el abrazo del Señor hacia todos, incluso con los más pequeños, los más quebrantados y confundidos. La teología del pacto declara que Cristo, la gracia, redimió, redime y seguirá redimiendo no sólo a la persona individual, sino en cuanto a su familia.
…y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.
Génesis 12:3
Jesús Rodríguez González
Pastor en la Iglesia “El Mesías”
Torreón, Coahuila