<strong>La Pertinencia de la Reforma Protestante en nuestros días</strong>

La Pertinencia de la Reforma Protestante en nuestros días

“El cristiano es libre, sí, pero debe hacerse con gusto siervo, a fin de ayudar a su prójimo, tratándolo y obrando con él, como Dios ha hecho con el cristiano por medio de Jesucristo”
-Martin Lutero- 

El movimiento de la reforma protestante que inició hace poco más de 500 años se celebra  hoy día con mucho ímpetu dentro de diferentes círculos cristianos; recordamos las famosas 5 solas, que fueron estandartes de aquel acontecimiento y que hoy día siguen siendo una cuestión muy relevante a la hora de hacer teología. De igual forma se conmemora el evento protagonista de todo este mover, aquel 31 de octubre de 1517, cuando Martin Lutero, principal personaje de este movimiento, clava las ya famosas 95 tesis en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos en Wittenberg, Alemania. 

Algunas congregaciones dentro de nuestra denominación hacen cultos especiales acerca de este evento; y aun, las festividades se incluyen en los programas distritales, conferenciales y hasta nacionales: cuando menos yo recuerdo uno nacional, el cual cabe destacar fue increíble. Por lo que me permito aprovechar este espacio para decirle a las autoridades correspondientes de nuestra siempre amada Iglesia Metodista que sería muy bueno se repitiera un evento igual.  

Durante los cultos conmemorativos de reforma que he tenido la oportunidad de atestiguar he visto representaciones del momento en que Martin Lutero clava sus tesis, he escuchado himnos preciosos interpretados con instrumentos de orquesta, así como con instrumentos varios de las comisiones locales de música y alabanza; y he disfrutado cada uno de ellos, lo digo con sincero corazón; pero las presentaciones que más he disfrutado son aquellas que han puntualizado beneficios o luchas sociales que la reforma protestante nos heredó o promovió, como: la igualdad de oportunidades escolares, que todas las personas tengan acceso a la educación sin importar estatus económico; la educación gratuita o pagada por el estado; la inclusión de la mujer al ministerio sacerdotal; la dignidad de los trabajadores; un trato justo y un pago justo por su labor; esto por mencionar algunas pocas. 

Estas acciones me encantan porque creo que dejan ver el corazón evangélico de la reforma protestante y de sus iniciadores, más allá de sus aciertos o desaciertos como movimiento o como individuos, por encima de las cuestiones académicas y teológicas que se buscaban resolver con tratados, manifiestos y publicaciones literarias -mismas con las que aún hoy día no terminamos de ponernos de acuerdo- y más allá de la exactitud o inexactitud histórica de los eventos que hoy día conmemoramos y enseñamos en representaciones artísticas. Un corazón verdaderamente conforme al de Dios, quien sin duda alguna fue quien movía a cada involucrado en la reforma protestante, aun de los que dudamos sobre sus intenciones cristianas.  Por eso mismo inicié con esta frase:  

“El cristiano es libre, sí, pero debe hacerse con gusto siervo, a fin de ayudar a su prójimo, tratándolo y obrando con él, como Dios ha hecho con el cristiano por medio de Jesucristo” 

Esta frase me permite ver a Cristo en Lutero, y me permite ver a Cristo en todos los demás que dieron su tiempo, esfuerzo, dones y hasta su vida por la causa de la reforma protestante, porque me permite ver a Cristo y el anhelo de los cristianos de aquel entonces de parecerse a Èl. 

Así mismo me abre los ojos para ver la pertinencia de la reforma protestante hoy día, como la de otras de las frases que vinieron a identificar a la iglesia heredera de este movimiento: “iglesia reformada, siempre reformándose”. No una iglesia que se reforma en su liturgia, no una iglesia que se reforma en sus modos; con escenarios, luces, música etcétera; no una iglesia que se reforma con sus edificaciones -que quizá deba aclarar, ello no tiene nada de malo-, pero sí una iglesia que se reforma adecuando su agenda y programa a las necesidades sociales del siglo que vive; una iglesia que se reforma abriendo su mente y su corazón a las circunstancias de su entorno. Una iglesia que ama al mundo y a los que en él habitan, que con la libertad que el Padre a través de Cristo le ha dado se vuelve voluntariamente sierva de su prójimo y de la creación misma para entregarse en beneficio de la comunidad, siguiendo los pasos de su Señor. Una iglesia que se reforma hasta hacer lo imposible, lo escandaloso, en pos de la justicia, la misericordia y la bondad divina, justo como Dios lo hizo al traer el cielo a la tierra a través de un carpintero que murió humillado, y que fue exaltado hasta lo sumo reuniendo a quienes se habían separado por causa de la maldad y el pecado. 

Pastor Isaí Rayas Linares
Egresado del Seminario Metodista Juan Wesley, y actualmente es pastor de jóvenes en la Iglesia “Cristo, el Buen Pastor” en la ciudad de Durango.