IGLESIA Y AUTORIDADES CIVILES

IGLESIA Y AUTORIDADES CIVILES

Tal vez alguna vez se ha preguntado, ¿qué pasaría si en nuestro país fuera gobernado por la Iglesia Cristiana? Podríamos pensar que las cosas irían mejor; sin embargo las ocasiones en que la Iglesia  como Institución y  los líderes de ésta han caído en esa tentación, se han adherido (no pocas veces) en yugo desigual a gobiernos o candidatos a gobernar un país, una entidad federativa o una municipalidad, el resultado ha sido  fracaso rotundo para la Iglesia: se ceden principios cristianos o se empobrece la misión misma de ella por favores políticos, o por derechos como el sentarse a la mesa del Príncipe, o el  derecho de picaporte al despacho del gobernante en turno para hablarle a éste al oído; en fin, se termina cambiando “Nuestra primogenitura por un plato de lentejas”. 

En  estos maridajes se ha  cedido ante la responsabilidad de denunciar las injusticias que los gobiernos pudieran cometer contra los gobernados, por ejemplo: el pecado de  la corrupción, injusticia, la falta de protección a los desvalidos, ancianos, niños, mujeres en estado de vulnerabilidad, etcétera.

 Ejemplo de lo anterior lo tenemos en Brasil y en  Estados Unidos, donde evangélicos entraron a la arena política como reacción a la legalización del aborto en el caso de Roe vs. Wade de la Corte Suprema en 1973 y al avance de una agenda progresista en el gobierno del demócrata Jimmy Carter (1977-1981). Líderes religiosos conservadores contrarios al aborto y la diversidad sexual, con el pastor teleevangelista Jerry Falwell a la cabeza, fundaron en 1979 la organización Mayoría Moral para movilizar fieles a favor de políticos que defendieran sus causa  (véase el periódico El Universal, Oct-04-2020). Con este tipo de relaciones, la Iglesia entra en un claro conflicto de interés y, por ende, viene a menos su autoridad para la denuncia profética del  pecado social de los gobernantes. 

El siglo III de nuestra era es un ejemplo claro de esto. Al hacerse oficial el Cristianismo por Constantino, la Iglesia apoyaba al rey y el rey a la Iglesia. El resultado fue la corrupción de la Iglesia, que hizo crisis claramente en el siglo XVI con la Reforma Protestante. Con esto no se quiere decir que los Cristianos no deban participar en política; al contrario, es deber de éstos participar en ella; pero en lo individual, por medio de los laicos, los seglares, y apoyar agendas de gobierno que vayan a favor de las personas y en particular de los más vulnerables, como las que van en contra de la violencia contra la mujer, servicios de salud para todos, salarios dignos para los trabajadores y todo aquello que vaya encaminado a la transformación de la sociedad. En el caso de México olvidamos (o desconocemos) que ha sido un gran logro de las Leyes de Reforma el Estado Laico, y con éste la libertad de conciencia y de culto, que  implica que cualquier ciudadano es libre de ejercer la religión que mejor le convenga. Es bajo estas leyes que el Protestantismo pudo entrar a México en el siglo XIX y con ello pudimos recibir el mensaje de Salvación de Cristo. Pero hemos de decir también que nuestros gobiernos no deben gobernar bajo el consejo de ninguna creencia religiosa, y menos de aquéllas que quieran imponer reglas morales a la sociedad a través de los gobiernos. 

Nuestro ámbito de trabajo como Iglesia Cristiana está en pregonar las buenas nuevas de Jesucristo y con ello la transformación de  los corazones de los individuos. Esto traerá como consecuencia un  cambio en su forma de pensar, su moralidad; y este mensaje como un “Virus benéfico” se irá contagiando, y a la vez  ayudando al desvalido, alimentando al hambriento, cubriendo al desnudo y con ello sembrando la semilla del Reino, de una verdadera  transformación de la sociedad. Como Iglesia hemos sido llamados a ser “Manada Pequeña” que incomoda al poder político, la piedrita en el zapato que incomoda a los gobernantes cuando toman decisiones que contravienen el bien común de los gobernados.


Simón Chairez Gamboa es miembro de la Iglesia Metodista. Actualmente participa en SEHIMM y es parte del consejo del colegio Palmore. Sirve activamente junto con su esposa y sus tres hijas en la Iglesia Metodista “Príncipe de Paz”