Este año se ha comunicado a toda la IMMAR que se celebrará el 150 aniversario del metodismo en México. Sin embargo, algunos consideran que no es así, puesto que ya había presencia metodista en nuestro país antes de esa fecha; así lo podemos leer en la síntesis histórica de nuestra Iglesia que se encuentra en la Disciplina de la IMMAR, que a la letra dice:
“La Iglesia Metodista de los Estados Unidos estableció las primeras sociedades (no se llamaban iglesias en ese entonces), en la República Mexicana, en el otoño de 1815, siendo así la primera denominación evangélica que trajo el evangelio a nuestro país”. En 1826 arribaron a Real del Monte, Hidalgo, mineros de la región de Cornwell, Inglaterra; trayendo consigo el metodismo al territorio actual de nuestro país…”
Disciplina de la IMMAR 2018 – 2022, p. 27.
Desde un punto de vista personal considero que se debe considerar los 150 años, ya que es a partir de 1873 donde se incorpora a la Constitución mexicana la ley de libertad de culto. Por eso bien dice nuestra Disciplina: “Sin embargo hay que aclarar que todas las sociedades fueron establecidas en colonias norteamericanas, dado que las leyes de México prohibían todo tipo de trabajo religioso ajeno al catolicismo en nuestro territorio. Sólo por excepción asistieron a las reuniones algunos mexicanos”.
Debemos recordar que es entre 1859 y 1860 que el presidente Licenciado Benito Pablo Juárez García expidió las Leyes de Reforma, entre las cuales se encontraba la referente a la libertad de Cultos; y que éstas se integraron plenamente a la constitución mexicana hasta el año de 1873 bajo la presidencia del Licenciado Miguel Lerdo de Tejada.
“Ley Sobre la Libertad de Cultos (4 de diciembre de 1860). Permitió a cada persona practicar y elegir el culto que deseara, con plena libertad. También prohibió la realización de ceremonias fuera de las iglesias o templos”
https://www.cndh.org.mx/noticia/expedicion-de-las-leyes-de-reforma

“Años más tarde, al morir Benito Juárez (1872), Miguel Lerdo de Tejada asumió la titularidad del poder ejecutivo, como le correspondía por ser presidente de la Suprema Corte de Justicia. Al tomar posesión se comprometió a hacer cumplir las Leyes de Reforma y elevarlas jerárquicamente al incluirlas en la Constitución: lo cumplió con la Ley sobre Adiciones y Reformas a la Constitución del 25 de septiembre de 1873
https://www.cndh.org.mx/noticia/expedicion-de-las-leyes-de-reforma
Gracias a Dios por estos procesos históricos que se dieron en nuestro país. Pero sean 150 o más años de presencia metodista, ¿qué más da? o ¿qué diferencia hace si no estamos conscientes de que es ser iglesia? ¿si no tenemos las características que nos definirían como iglesia de Jesucristo?
Consideremos algunos énfasis de Juan Wesley sobre la iglesia que nos llevan a reflexionar y analizar sobre nuestra fidelidad como Iglesia de Jesucristo.
Juan Wesley mantuvo la fidelidad al artículo de religión de la Iglesia Anglicana respecto a la Iglesia y al surgir en 1784 la Iglesia Metodista en Norteamérica lo íntegro a los artículos de religión que envió a la naciente Iglesia. Este artículo de religión es el que actualmente tenemos como Iglesia Metodista en México y que heredamos del metodismo norteamericano y dice:
Artículo XIII. La iglesia visible de Cristo es una congregación de personas fieles donde se predica la palabra pura de Dios, y se administran debidamente los sacramentos de acuerdo a la ordenanza de Cristo en todo lo que necesariamente se requiere de ello.
Disciplina de la IMMAR 2018 – 2022 p. 60
Juan Wesley, en su sermón 74 titulado La Iglesia, nos lleva a reflexionar sobre lo que significa ser parte de la iglesia, iniciando con una definición de Iglesia en los siguientes términos:
“Una congregación de personas reunidas para rendir culto a Dios”. La palabra iglesia o iglesias significa, no los edificios donde se reunían los cristianos, como sucede frecuentemente en el idioma inglés, sino la gente que acostumbraba a reunirse allí ya sea que fuesen una o más congregaciones cristianas. Pero a veces la palabra “iglesia” es usada en las Escrituras en un sentido aún más extenso, que incluye a todas las congregaciones cristianas que hay sobre la faz de la tierra”.
González, Justo Ed. Obras de Wesley, tomo IV, Sermones IV. Providence House Publishers. U.S.A 1996. P. 83.
Y considerando Efesios 4:1: “Mirad por vosotros y por todo el rebaño…para apacentar la iglesia del Señor, la cual Él ganó por su propia sangre”, escribe: Aquí “iglesia” significa, indudablemente, la iglesia católica o universal, esto es, todos los cristianos bajo el cielo”.
Reflexionemos sobre tres énfasis de Juan Wesley.
Primer énfasis de Wesley sobre la iglesia. Características de la Iglesia.
Para Wesley es importante afirmar que “quienes son verdaderamente la iglesia de Dios”, son los santos, aquellos que han sido llamados por Dios a salir del mundo (de la esclavitud de pecado), que confían en la obra redentora de Jesucristo para su salvación y cuya fe viva se manifiesta en la santidad conforme a las Sagradas Escrituras.
El apóstol Pablo en su Carta a los Efesios enuncia el carácter de esta iglesia. Reflexionemos en ello: en primer lugar, todos los miembros gozan de la presencia del Espíritu Santo por el hecho de haber creído en Jesucristo y de ser sus discípulos, Dios envía su Espíritu a todos aquellos que se han reconciliado con él por medio de su Hijo Jesucristo.
En segundo lugar, los hijos e hijas de Dios vivimos en esperanza, la esperanza gloriosa del Reino en plenitud, la resurrección y la vida eterna; pero aún más: la esperanza diaria de la manifestación y extensión del Reino de Dios a través de nosotros para ofrecer a la humanidad la salvación y la vida abundante que hay en Jesucristo.
En tercer lugar, Jesucristo es aquel en quien creemos, a quien seguimos, a quien imitamos, a quien obedecemos y a quien servimos. Nuestro Señor soberano es él. A él le damos la autoridad sobre nuestra vida.
En cuarto lugar, hay una fe, la fe en Jesucristo como Salvador y Señor, una confianza plena en el perdón de los pecados y la certeza de haber nacido de nuevo, que se manifiesta en una vida santa cuya esencia es el amor a Dios y al prójimo, la consagración a la misión “de leudar toda la masa” de “reformar a la nación extendiendo la santidad escritural”; Wesley diría: tener “una fe viviente”.
Reflexionando al respecto Wesley reconoce que en muchos “miembros de la iglesia” sólo tienen una fe nominal; pero no por ello deben ser excluidos de la iglesia, sino que debemos ayudarles a través de la comunión constante a obtener esta fe viviente.
En quinto lugar, la participación del bautismo como el testimonio de ingreso a la Iglesia de Cristo, ya sea en la infancia por la confianza en las promesas del Padre, ya sea en la adolescencia, juventud, adultez o vejez, por decisión personal. Participando de él conforme el mandato de Jesucristo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y confiando únicamente en la gracia de Dios que obra por el amor y aceptando la experiencia propia de cada hermano en su bautismo.
En sexto lugar, el gozo de saber que todos tenemos a Dios por Padre, el cual gobierna el universo y está trabajando a favor de su Reino, que cada día manifiesta su amor y gracia sobre la humanidad y su iglesia, y cuya presencia es en nuestras vidas. Todos somos hermanas y hermanos.
Una definición más amplia considerando el carácter que el apóstol Pablo enuncia a los Efesios en el capítulo 4:1-6. La iglesia católica o universal es: Todas las personas a quienes Dios ha llamado a salir del mundo para concederles el derecho al carácter precedente, a ser “un cuerpo”, unidos por “un Espíritu”, que tienen “una fe, una esperanza, un bautismo; un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”
González, Justo Ed. Obras de Wesley, tomo IV, Sermones IV. Providence House P. 86.
Estas son características de la Iglesia de Dios, conformada por todos los creyentes en Jesucristo.
Segundo énfasis de Wesley sobre la iglesia. Una fe viviente.
Wesley considera que la expresión “congregación de personas fieles”, que se encuentra en el artículo de religión sobre La Iglesia, tiene un sentido más claro en la traducción al latín que usó las palabras coetus credentium, es decir “una congregación de creyentes, mostrando lisa y llanamente que por “personas fieles” los compiladores quisieron significar personas dotadas de una “fe viviente”.
Para Wesley la fe viva es una confianza plena en Jesucristo para el perdón de los pecados, una vida devocional gozosa, una vida santa de amor a Dios y al prójimo; y el propósito de Dios es que todo ser humano tenga esta fe. Esta característica es fundamental para ser parte de la Iglesia.
Respecto a los otros dos aspectos sobre la Iglesia mencionados en el artículo 13 a saber: “en la cual se predica la palabra pura de Dios” y “se administran debidamente los sacramentos” Wesley consideró que no son necesariamente cualidades para considerar a alguien de la Iglesia de Cristo.
González, Justo Ed. Obras de Wesley, tomo IV, Sermones IV. Providence House Publishers. U.S.A 1996. P. 88.
No me voy a tomar el trabajo de defender la exactitud de esta definición. No me atrevo a excluir de la iglesia católica a todas aquellas congregaciones en las cuales algunas doctrinas no contenidas en las Escrituras y de las cuales no puede afirmarse que sean “la palabra pura de Dios”, son frecuentemente predicadas. Ni tampoco a todas aquellas congregaciones en las cuales los sacramentos no son “debidamente administrados”
Tercer énfasis de Wesley sobre la iglesia. Andar como es digno de la vocación a la que hemos sido llamados.
No se es miembro de la Iglesia de Cristo solamente por estar bautizado (sea a la edad que fuere o en la forma que se haya realizado), ni tampoco por alguna afirmación bíblica-teológica-doctrinal, ni aun por asistir al templo o tener prácticas devocionales, ni por suponer tener una fe viva.
Ser y continuar siendo miembros de la iglesia sólo es posible cuando teniendo una fe viva, andamos como es digno de la vocación a la cual nos llamó Jesucristo.
El apóstol Pablo nos exhorta diciendo: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” Efesios 4:1-3.
Somos exhortados a vivir cada día conforme a la vocación cristiana a la cual nos llamó nuestro Salvador y Señor Jesucristo. Nuestra vida diaria debe corresponder, estar en consonancia con sus cualidades y carácter.
Wesley escribe: «Finalmente los verdaderos miembros de la Iglesia de Cristo se “esfuerzan”, con toda la diligencia posible, con todo cuidado y preocupación, con paciencia infatigable (y toda ella sería bastante poca), en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” para preservar inviolado el mismo espíritu de humildad y mansedumbre, de paciencia, de sostén mutuo y de amor; y todos estos consolidados y entretejidos por ese sagrado vínculo: la paz de Dios que llena el corazón. Solamente así podemos ser y continuar siendo miembros de esa iglesia que es el cuerpo de Cristo».
González, Justo Ed. Obras de Wesley, tomo IV, Sermones IV. Providence House Publishers. U.S.A. 1996. P. 92.
Ante estos énfasis del Reverendo Juan Wesley, los herederos del movimiento metodista en México debemos examinarnos y preguntarnos. ¿Somos una iglesia de creyentes con una fe viviente? ¿Podemos decir que como iglesia somos un cuerpo, que estamos unidos por un Espíritu, que tenemos una fe, (una fe viviente) una esperanza, un bautismo; un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”?
¿Estamos andando conforme a la vocación a la que hemos sido llamados por Jesucristo, en santidad de vida conforme al carácter de Jesucristo?
¿Amamos a Dios con todo el corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos? ¿Nos amamos unos a otros con amor fraternal?
Si ignoramos lo que la Escritura nos dice y no atendemos el ruego del apóstol Pablo, sean 150 o más años de presencia metodista en México, ¿qué más da? o ¿qué diferencia hace? Si no somos iglesia de Cristo.
Pbro. Basilio Filemón Herrera López.
Director del Seminario Gonzalo Báez Camargo.