Testimonio: Soy el esposo de una pastora. Y eso está bien.

Testimonio: Soy el esposo de una pastora. Y eso está bien.

Soy Pablo Solís Montes de Oca, ingeniero bioquímico de profesión, Maestro en Ciencias en Alimentos, congregante de la iglesia metodista Príncipe de Paz en la ciudad de Chihuahua, Chih., y esposo de la Pbra. Ana Borunda Magallanes. Y algo curioso es que mucha gente me conoce sólo por lo último. Y no tengo problema con eso. Ahora me explico.

Si de joven alguien me hubiera mencionado que sería esposo de una pastora, me habría extrañado la afirmación. No por el hecho de ver a una mujer como pastora, dado que ya conocía algunos casos en ese entonces, pero más bien sobre la idea de cuál sería mi rol. Nunca he tenido el llamado pastoral y algún intento de ser misionero nunca despegó. En esos momentos entendí que mi camino no iba por ahí.

Ahora que ya soy esposo de una pastora, mi pensamiento sigue firme. Veo el ministerio desde una perspectiva diferente y entiendo con claridad cuál es la mejor manera de servir. Es por ello que no tengo conflictos con mi decisión, y ambos estamos felices con la dinámica que hemos desarrollado. Si bien, para algunas personas puede parecer inusual, tengo entendido que en ciertas conferencias del sur resulta un poco más común este tipo de situaciones, donde el llamado se ha dado en las esposas.

Ahora, mi forma particular de apoyar a su ministerio ha sido en encargarme de todo lo que rodea el culto los domingos y actividades entre semana, para que su atención esté enfocada en compartir el mensaje de la Palabra. En ese sentido podría decirse que coloco los reflectores para que la predicación siempre tenga su lugar principal en el servicio.

Quizás eso ilustre en cierta manera la relación que tenemos. Ella tiene el llamado pastoral, y Dios la ha ido confirmando y consolidando. La iglesia la busca, procura, confía y se apoya en ella. Mi responsabilidad está en cuidar a la persona detrás de ese llamado. Yo estoy ahí cuando llegan las victorias y también las luchas. Cuando el ánimo está con fuerza y cuando las cosas parecen no tener solución. Cuando todos llegan con ánimo a la iglesia, y cuando nos quedamos solos al cerrar. Cuido lo más precioso de mi vida para que ella pueda enseñar lo más precioso de Dios a otros.

Y frente a todo esto, realmente nunca me he sentido en una posición inferior, porque entiendo y reconozco los roles que tenemos y que a la vez nos complementan. Si algo se necesita hacer, busco la manera de aprenderlo y dejarlo listo. En ocasiones me menciona cómo puede ser que yo asimile y haga tantas cosas, a lo que respondo que Dios me dio esos talentos para poder apoyarla y ser útil en su ministerio. Y he encontrado plenitud en ello.

Por eso, cuando las personas llegan y me saludan como ´pastor’, sonrío por dentro y amablemente respondo ‘gracias, pero la pastora es mi esposa, no yo’. Y en cada ocasión siempre dirijo a los congregantes hacia ‘la pastora’ y no hacia ‘Anita’. Primeramente por respeto a la investidura y en segundo por reconocer su llamado ante un mundo que cuestiona el rol de la mujer, pero ese es un tema para otra ocasión. He visto los frutos de su trabajo, y sé que Dios lo ha seguido confirmando.

He encontrado mi rol y lugar en el ministerio. Me gusta el servicio y me siento cómodo en él. Quizás eventualmente cambien las responsabilidades y llegue a tener más o incluso menos, pero en esencia siempre tendré el mismo objetivo. Mi esposa lo recuerda muy bien en las palabras que le dije al conocernos: “No soy pastor y nunca lo seré, pero sé dejar todo listo para que tú te concentres en predicar la Palabra”. Eso ha sido desde el inicio, y lo será hasta que Dios nos llame a su presencia.

Un comentario sobre “Testimonio: Soy el esposo de una pastora. Y eso está bien.

  1. Excelente!!
    Si alguien un día me pregunta por que es la ayuda idónea mencionaré: “proveer el escenario para que él o ella cumplan con su llamado”.
    Me encanto!!! te admiro y te respeto Pablo Solis.

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