¿Qué es el amor no comprometido de nuestro Dios?
Entiéndase el término “comprometido” no en el sentido de que se asume un compromiso de carácter ético, en lo político o social, o espiritual; sino en el sentido de que es peligroso, difícil, delicado y hasta temerario cuando definimos, usamos o pensamos del amor diferente a lo que Dios ha establecido que es el Amor.
La causa de todas las causalidades desde la creación de todo -incluyendo al Ser humano- es su Amor; está establecido que Dios es Amor.
La revelación del Hijo y su manifestación en el escenario humano es única y exclusivamente por su Amor. Proclama la palabra: …”De tal manera amó, Dios al mundo que envió a su hijo…”
El empollamiento,y movimiento continuo del Espíritu Santo entre nosotros hoy es la causa del Amor; porque la esencia y su sustancia plena y absoluta de nuestro Dios Trino es el Amor,
Pero este Amor, es aquel que define él en su Palabra, cómo se proyecta; su significado y sus límites son los que él mismo ha marcado a través de su Palabra Revelada.
A Dios y su Amor no lo define el hombre, no lo manifiesta la filosofía, no lo explica la cultura, la ciencia o la razón, mucho menos la ideología.
El Amor de Dios no consiste en emociones, aunque puede incluirlas; no lo revela la erotización del mismo, aunque el romance humanamente es bueno; no lo dan a conocer los pensamientos, por más sublimes que puedan ser. Lo que el hombre hace, piensa, culturiza o ideologiza, está muy por debajo de la definición de Dios y su Amor.
No se puede comprometer de esa manera. Si estuviera en el hombre definir el Amor de Dios, se contamina, se corrompe, se diluye, se politiza, se cambia, se resume a deseos, ideas, percepciones y en última instancia en buenas acciones humanizando, pero esto no es suficiente.
El amor de Dios no se compromete cuando se expresa con toda su Santidad y limpieza.
El amor de Dios no se compromete cuando la Gracia es el regalo que Salva y Transforma.
El amor de Dios no se compromete cuando la Fe que se proclama es el medio de salvación y no meramente la acción humana.
El amor de Dios no se compromete cuando nuestro obrar es la expresión de un corazón agradecido por esta redención y no la paga por ella.
El amor de Dios no se compromete cuando éste es la base del perdón de nuestros pecados pasados, de nuestra nueva vida en él transformada en el presente y de la seguridad de nuestra vida eterna en el futuro..
Cuando apelamos al amor de Dios para justificar nuestro pecado, estamos comprometiendo el evangelio, pues lo que proyectamos es que en él y su amor, se puede vivir igual como los demás que no lo tienen.
Cuando el amor de Dios es el escudo para nuestra debilidad y nuestra falta de disciplina cristiana permanentemente, indolentemente, recurrimos al regalo más grande, para hacerlo el más vil de los obsequios.
Cuando recurrimos al amor de Dios y su perdón por no practicar las verdades cristianas, hacemos de él y su evangelio simple conocimiento, ideas, filosofías. Ésa es exactamente la diferencia: las filosofías son teorías…pero el evangelio es praxis.
Cuando culturizamos el evangelio, entonces el amor de Dios se diluye y es efímero, como lo es la misma cultura: momentánea, pasajera, accidental, no definida; será mera costumbre, mera tradición…y sólo eso. Él nos expresó que la misma creación espera la manifestación de los hijos de Dios…en esa creación está también la cultura, que necesita, debe y puede ser redimida.
Cuando ideologizar el evangelio forma parte de nuestra vida, tendremos sólo eso…ideas; y como él mismo lo dijo: “Lo que es de la carne, carne es, lo que es del espíritu, espíritu es” . Alguien dijo: “El hombre es la medida de todas las cosas”…pues en esa altura nos quedaremos, cuando hay un universo divino rebosando de amor en su Amor, en su Gracia y en su Misericordia.
A Dios lo mueve su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
A Dios no lo mueve tu necesidad, tampoco tu bondad, tu enfermedad, ni siquiera tu pecaminosidad..A él lo mueve el Amor; aunque al tenerlo suple todo lo anterior.
Ese amor cambia a las personas, no las justifica para seguir en su pecado y seguir pecando.
Entendemos que su Amor hace que nos ame, aunque no ame nuestro pecado, y espera siempre que recurramos a él, pues está presto para socorrernos.
Así que ven al Amor, ese amor que cubre multitud de errores, y pecados; pero para perdonarlos, no para perpetuarlos. Ven al amor que echa fuera todo temor, e impregna toda tu vida, tu ser entero de ese amor que te hace vivir y ser en plenitud, porque el que ama, ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
Pbro. Fernando Fuentes Amador.