SEÑOR, HOY CELEBRAMOS TUS OBRAS

SEÑOR, HOY CELEBRAMOS TUS OBRAS

Salmo 145 PDT

Pbro. I. Agustín Altamirano Ramos. 
Obispo Conferencia Anual de México.

1Te alabaré mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre, eternamente y para siempre. 2Cada día te bendeciré y alabaré tu nombre, eternamente y para siempre. 3Grande es el SEÑOR y merece ser alabado; su grandeza sobrepasa todo entendimiento. 4Tus obras serán festejadas de generación en generación; siempre se hablará de tus poderosos hechos. 5Se hablará de tu gloria maravillosa; yo siempre hablaré de tus milagros. 6Siempre se recordará tu asombroso poder; yo les contaré de tu grandeza. 7Se recordará tu bondad y se cantarán canciones que hablen de tu generosidad. 8El SEÑOR es bueno y compasivo, no se enoja con facilidad y rebosa de fiel amor. 9El SEÑOR es bueno para con todos y muestra compasión hacia todo lo que ha creado. 10Que todo lo que has creado alabe tu poder y gloria, SEÑOR; que todos tus fieles te alaben. 11Ellos les contarán a los demás lo grandioso que es tu reino y lo bueno que eres. 12La gente sabrá las maravillas que has hecho y sabrán de la gloria del esplendor de tu reino. 13Tu reino existirá para siempre; tu dominio permanecerá de generación en generación. El SEÑOR es fiel a sus promesas y todo lo que hace es bueno. 14El SEÑOR levanta a quienes caen y sostiene a los que están angustiados. 15Todos buscan en ti el alimento y en el momento apropiado les das su comida. 16Abres tus manos y a todos los seres vivos les das lo que necesitan. 17El SEÑOR es justo en todo lo que hace; sus hechos muestran lo bueno que es. 18El SEÑOR está cerca de todos los que lo buscan; de los que lo buscan sinceramente. 19Cumple los deseos de los que lo respetan; escucha sus peticiones de ayuda y los salva. 20El SEÑOR protege a todos los que lo aman pero destruirá a los perversos. 21Que mi boca alabe al SEÑOR; que todos alaben su santo nombre, ahora y siempre.

Esta mañana nos reunimos en el marco de la celebración del 150 aniversario del Metodismo en México, y nuestro corazón se llena de alegría por ser partícipes de este histórico momento. En este acto conmemorativo como representantes de una Iglesia nacional, somos invitados como escribiera el Pastor Manuel V. Flores, en la 3ª. Estrofa del himno de su autoría “Iglesia de nuestra fe”: Exaltemos con gratitud la bondad de Dios – por la Iglesia que nos formó: – Iglesia centenaria, de Cristo pregonera; – el fruto de la fe obra fue de misioneros – y legiones de pastores ¡Grande es Dios!

A través de este acto testificamos que el amor de Dios es inmenso y permanente. Somos parte de una generación que se dispone a remontar el vuelo y experimentar el poder de Aquel que inspiró a los primeros misioneros metodistas en este bello país, que bendijo la obra de los primeros pastores nacionales, el Dios de nuestros abuelos, de nuestros padres, el Dios nuestro y el de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos; porque nuestra fe está fundada en sus promesas, y éstas nos acompañan por el poder de su Espíritu todos los días que se afirma en nuestros corazones. 4 Tus obras serán festejadas de generación en generación; siempre se hablará de tus poderosos hechos.

Los misioneros Juan C. Keener (Iglesia Metodista Episcopal del Sur) y Gilbert Haven (Iglesia Metodista Episcopal) en inicios del año 1873, no imaginaron que varias décadas después (1930) sus esfuerzos iniciales darían lugar a una Iglesia nacional (Iglesia Metodista de México), antes que experimentar la unificación de las ramas del metodismo, en el mismo país de donde habían sido enviados por sus respectivas juntas de misiones. Y menos quizá pensaron que esta obra permanecería por 150 años; sin embargo, ellos sólo obedecieron a lo que Dios a través de sus nombramientos y encomiendas les había enviado a este país ajeno y extraño.

Obedecer, caminar, creer, esperar:´pueden ser experiencias y prácticas fundamentales para mirar el fruto de aquello que en el nombre y con la ayuda de Dios se emprende. Nuestra Iglesia ha tenido varias oportunidades a lo largo de su historia de hacer pausas en el camino, para volver su mirada al Padre, para dirigir su oído a su voz, para ser renovada y transformada conforme a su voluntad.

Por lo que, en medio de la celebración, la confesión y reconsagración de lo que tenemos y somos, es como una puerta que se abre para que la bendición fluya, el vigor aumente y el amor por la obra nos mueva a compartir de la gracia de Dios, con quienes no tienen la experiencia de disfrutarla ahora en sus vidas. Que celebrar sea anunciar, compartir y dar; porque del Señor de quien son todas las cosas creadas visibles e invisibles, hemos recibido todo lo que necesitamos para la vida presente y futura a través de su Hijo Jesucristo, quien es nuestro Señor y Salvador. 11 Ellos les contarán a los demás lo grandioso que es tu reino y lo bueno que eres. 12 La gente sabrá las maravillas que has hecho y sabrán de la gloria del esplendor de tu reino.

Que nuestro trabajo y servicio constante al Señor -que toma forma en nuestro amor al prójimo- sean el instrumento para que muchos rindan su vida al Dios de amor en el que nosotros creemos. Que Su Nombre sea glorificado por toda acción que tenga como propósito acercar a otros a su Reino. Que como Iglesia Metodista no perdamos de vista que la santidad social es el reflejo de la obediencia y consagración de quienes nos decimos ser discípulos de Jesucristo.

Este tiempo de gratitud y celebración sea una inspiración para seguir adelante, para replantear lo que hemos de hacer y cómo lo hemos de hacer. Tiempo para depender más de Dios y para estar más cerca los unos de los otros, uniendo esfuerzos, oraciones y recursos a través de esta Iglesia en la que el Señor nos ha dado tanto y tiene mucho por ofrecernos para seguirle conociendo cada día.