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La Biblia dice: Y creó Dios al hombre a su imagen y semejanza, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne. Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí era bueno en gran manera (Gn. 1:27; 2:24; 1:31).
Los cristianos evangélicos aceptamos que el sexo es algo bueno, santo y creado por Dios para bendición y gozo del ser humano, y para la reproducción de su especie, todo lo cual sólo se logra si las relaciones sexuales se hacen como Dios manda.
La Biblia enseña que toda la conducta y personalidad del humano debe estar revestida y adornada de sexualidad: Femineidad para la mujer y masculinidad para el varón.
La Biblia dice y la ciencia confirma que por su fórmula cromosómica sexual XX o XY, que el humano es un ser bisexual, o sea que únicamente tiene individuos de dos sexos; y que no somos como los gusanos que son hermafroditas (tienen los dos sexos en un solo cuerpo) ni como las abejas o las hormigas que tienen tres individuos sexualmente diferentes (la reina, los zánganos, y las obreras).
Además, que el humano tiene dimorfismo sexual, o sea que, aún desde antes de nacer, se pueden distinguir diferencias obvias entre las características del cuerpo de la mujer y del hombre, sobretodo en sus órganos genitales. Ante un ojo experto, son muchas más las diferencias estructurales, y genéticas entre los dos sexos, pues ahora se sabe que en cada una de nuestras células, desde nuestra concepción, está grabado genéticamente el sexo de un individuo con los cromosomas sexuales XX en la mujer, y los cromosomas sexuales XY en el varón, por lo que aún a nivel celular, es imposible cambiar el sexo de una persona.
Por otro lado, la Biblia, la ciencia, y la anatomía en particular, nos informan, enseñan y dan razones biológicas y fisiológicas inequívocas, de por qué es obvio que lo natural, conveniente y útil para la reproducción, es que las relaciones sexuales del humano sean heterosexuales, o sea entre individuos del sexo opuesto, y entre el pene y la vagina.
Se le llama homosexualidad a la práctica de relaciones sexuales entre individuos del mismo sexo. La homosexualidad en las mujeres, se llama lesbianismo. Se llama bisexual al individuo que practica relaciones sexuales con individuos de ambos sexos; se llama afeminado al varón cuya conducta pública ó social imita a la de las mujeres y puede o no ser homosexual; se llama transvestista al que se viste y arregla como las personas del sexo opuesto al suyo, sea o no homosexual: y se llama transexual al que por cirugía y hormonoterapia, altera su cuerpo intentando que se parezca al del sexo opuesto.
Debemos mencionar que la homosexualidad se practica desde el origen de la humanidad, y que está descrita en documentos históricos muy antiguos de varias culturas. En la Biblia, se menciona desde el Génesis, en pasajes tan conocidos como los de las ciudades de Sodoma y Gomorra.
Además, por ser dañinas para la salud corporal y mental (tanto individual como social), todas estas alternativas de conducta sexual están condenadas en la Biblia, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, porque no son inconsecuentes, sino dañinas e inconvenientes, y porque desde el punto de vista epidemiológico, ahora se sabe que son consideradas como conductas de alto riesgo, porque contagian enfermedades infecciosas, principalmente las sexualmente transmitidas, en forma más virulentas que cuando se contagian por la uretra y la vagina.
Debemos aclarar que el pseudohermafroditismo del humano, es una alteración del desarrollo sexual determinado por aberraciones cromosómicas (fórmula sexual XO, XXO XXY, etc.) que provocan que los órganos sexuales se desarrollen en forma anormal, presentando algunos rasgos de ambos sexos. Es una enfermedad que se asocia con esterilidad y con una conducta psicológica y social que generalmente corresponde al sexo femenino (por predominio del cromosoma X).
Debe mencionarse también, que el pseudohermafroditismo, nunca determina conductas homosexuales. Los psiquiatras, psicólogos y psicoanalistas durante mucho tiempo consideraron a la homosexualidad como una enfermedad mental, trastorno de la personalidad, o inmadurez, e intentaron por todos los medios posibles, “curar” sin éxito, a los homosexuales. Se desarrollaron infinidad de trabajos de investigación al respecto y se trató de averiguar si la causa de la homosexualidad era genética, hormonal, psicológica, o social.
La pregunta era si un homosexual «nace o se hace». Muy diversas y exhaustivas investigaciones hasta ahora, no han comprobado que el homosexualismo tenga origen genético, hereditario, o congénito. Al respecto, hay un estudio clásico en parejas de gemelos univitelinos (idénticos y que tienen esencialmente la misma información genética), con el que se descarta que la homosexualidad sea causada por información genética dominante, pues en los casos en que uno de los gemelos era homosexual, el otro no lo era.
Tampoco se ha logrado encontrar alteración hormonal específica y causal del homosexualismo. Por ejemplo, hay personas a las que por diversas razones se les operan y extraen los ovarios o los testículos, dejándolos sin sus hormonas sexuales y nunca, por deprivación hormonal, adquieren conductas homosexuales. Tampoco los varones que como tratamiento para ciertas enfermedades, reciben hormonas femeninas, o las mujeres que por prescripción médica, reciben hormonas masculinas, a pesar de que desarrollan caracteres sexuales secundarios parecidos a los del sexo opuesto (cambio en el tono de la voz, mayor grosor de la piel, y distribución masculina del vello corporal), no por eso cambian su conducta de heterosexual a homosexual. Por ello se concluyó que a los homosexuales, ni les faltan ni les sobran hormonas.
También se descartó que alguna alteración psicológica o alguna circunstancia social, como el abuso sexual en la niñez, sea una causa inevitable de la homosexualidad. Tampoco el antecedente de incesto o de violación, fueron causas determinantes de homosexualidad, pues la mayoría de las personas que son abusadas sexualmente, conservan su conducta heterosexual. Además, hay homosexuales que fueron huérfanos, o que nunca los violaron, y también hay hijos homosexuales, en familias donde todos los demás miembros, son heterosexuales. Hemos de mencionar que tampoco porque un niño se críe con puros hermanos o individuos del sexo opuesto, o se vista con colores que culturalmente corresponden al sexo opuesto, tiene una mayor tendencia a ser homosexual. Por todo esto, desde 1974, la Asociación Psiquiátrica Americana declaró: «la homosexualidad por sí misma, no necesariamente constituye un trastorno psiquiátrico.”
Hasta hoy, desde el punto de vista científico, se considera que la homosexualidad es una conducta sexual que se establece en forma prácticamente definitiva, durante la adolescencia, por lo que si pasa de ser un experimento ocasional a una práctica persistente a esa edad, dicha conducta se vuelve irreversible.
Como en toda conducta humana, se concluye que independientemente de qué tanta influencia genética, familiar o social se compruebe como contribuyente, a final de cuentas, como cualquier otro humano, el homosexual es responsable de su conducta, así como de las consecuencias personales, a terceros y a la sociedad en general, que dicha conducta ocasione.
Al respecto, la Biblia dice: “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío (Ro 1:27,28).
La experiencia de todos los que han tratado de ministrar a los homosexuales, es que hasta hoy, no hay un método, disciplina, o programa eficaz, y que sólo en forma excepcional o prácticamente milagrosa, es que se ha logrado que un homosexual adulto, regrese a una conducta heterosexual.
Debe mencionarse que la homosexualidad situacional y transitoria de adultos que a veces se da en reclusorios, campos de concentración, y otras situaciones de prolongado aislamiento de personas, sin individuos del sexo opuesto, con todo y lo indeseable que es, no cambia permanentemente la conducta sexual de la persona que generalmente, al reincorporarse a la sociedad, regresa a la heterosexualidad.
De acuerdo con el conocido estudio de Kinsey, si una experiencia homosexual fuera suficiente para causar «adicción» a esta costumbre, cuando menos el 50% de la población estadounidense sería homosexual, y eso es obvio que es falso.
Desde un punto de vista puramente médico, el mejor argumento en contra de considerar la homosexualidad como una alternativa aceptable de conducta sexual, aparte de que interfiere con la reproducción humana, es el basado en el análisis y conocimiento microscópico de la anatomía y fisiología de los órganos de la cópula (pene y vagina), así como de los usados en las relaciones homosexuales (la boca y el recto). La conclusión a esto, es que las relaciones homosexuales, son una práctica “contra natura” (antinatural).
Tampoco la homosexualidad se puede considerar una alternativa inocente de conducta sexual, pues el uso antinatural del pene, la uretra, el recto, la lengua o la boca, ocasiona contaminaciones, alteraciones y daños significativos en dichos órganos, tanto en la pareja receptora como en la otra, que no suceden con las relaciones heterosexuales.
Se ha comprobado que el contagio de enfermedades sexualmente transmitidas es mucho más fácil y virulento por la boca y el recto, comparado con el contagio conocido por la vagina y uretra (la vía natural), pues el recubrimiento interior de la vagina y la uretra, cuando está íntegro (sin úlceras o escoriaciones), es prácticamente impermeable, mientras que el recubrimiento interior de la boca y el recto, son extraordinariamente permeables. Si se coloca una sustancia debajo de la lengua o un supositorio en el recto, se absorben hacia el torrente sanguíneo casi tan rápido como si se inyectan en la vena.
Esto significa que si un microbio (bacterias, o virus) patógeno (que ocasiona enfermedad) se deposita en la uretra o vagina, lo más que ocasiona (sobre todo la mujer no está menstruando a la hora de la relación sexual), es una infección local; pero si el mismo microbio se deposita en la boca o el recto, este no sólo contagia ese sitio, sino que con extraordinaria velocidad se absorbe, y pasa al torrente sanguíneo, y se disemina en todo el organismo.
Esto se comprobó exhaustivamente, en el caso del virus VIH que eventualmente causa el SIDA, enfermedad que es extraordinariamente más frecuente en las personas que, sean homosexuales o no, acostumbran practicar relaciones sexuales por la boca y el recto. Menos del 3% de los pacientes con SIDA, son parejas heterosexuales estrictas (que sólo usan el pene y la vagina)
Además, desde un punto de vista social, el homosexualismo es indeseable porque “nadie es homosexual a sus propias expensas,” por lo que necesariamente, un homosexual tiene que hacer “proselitismo,” exponiendo a otras personas a las consecuencias y enfermedades asociadas con esta conducta de alto riesgo. Al respecto, se han publicado reportes de homosexuales que en su vida, han acumulado entre 550 y 4,000 parejas sexuales diferentes; y homosexuales que se han dedicado, con consentimiento o no de sus parejas sexuales, a diseminar la el VIH, el resto de sus vidas Es cierto que numéricamente, ocasionan más problemas y padecimientos y daños las prácticas heterosexuales de alto riesgo (con múltiples parejas, antes o fuera del matrimonio, sin uso del condón, por la boca y recto, etc.), que también son reprobadas por las Sagradas Escrituras (Fornicación, adulterio, incesto, etc.), pero esto no hace menos graves, ni más aceptables los daños que la homosexualidad ocasiona en el espíritu, alma, y cuerpo de los individuos que la practican.
Por todo ello, aunque es obvio que amamos al pecador, cualquiera que sea, y toleramos sin discriminación a todos los pecadores, sin aplaudirlos, aprobarlos, ni menos patrocinarlos, siempre buscamos ser instrumentos para que Dios los lleve a la salvación por la fe en Jesucristo.
Y porque la Biblia lo enseña, los cristianos debemos repudiar cualquier práctica sexual de alto riesgo, como la homosexualidad, por ser antinatural, dañina, y pecaminosa, y a la vez, debemos ponderar los beneficios y grandes beneficios que trae el establecer un matrimonio heterosexual, monógamo estricto (con una sólo compañero sexual, del sexo opuesto), en donde está comprobado que las enfermedades sexuales son inexistentes.
En otras palabras, aunque los cristianos odiamos al pecado, por los daños espirituales, mentales y corporales que ocasiona, debemos amar a los pecadores con la compasión de Jesús y predicarles las buenas nuevas de salvación, vida eterna y vida abundante que Dios milagrosamente ofrece a través de Cristo nuestro Salvador.
Como en todas las cosas en medicina, la moral y la vida eterna, siempre más vale prevenir que curar, y dentro de nuestra responsabilidad social, está el advertir a la población en general y a los adolescentes en particular, sobre las consecuencias nefastas de cualquier práctica sexual de alto riesgo y condenada por Dios (como la homosexualidad, y el practicar relaciones sexuales pre y extramaritales), enfatizando la bendición, belleza, y gozo que dan el hacer las cosas como Dios manda, cuando Dios manda, con quien Dios manda, y por donde Dios manda.
La Biblia dice: “No te echarás con varón como con mujer; es abominación. Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron” (Lv 18: 22 y 20: 13). “No erréis: ni los fornicarios, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, heredarán el reino de Dios” (1ª Co 6:9,10). “Sed pues imitadores de Dios como hijos amados y andad en amor, como también Cristo nos amó; pero fornicación, y toda inmundicia, ni aun se nombre entre vosotros como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis que ningún fornicario o inmundo, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Nadie los engañe con palabras vanas porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis pues partícipes con ellos y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas, porque vergonzoso es aún hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mirad pues, con diligencia como andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo porque los días son malos. Por tanto no seáis insensatos sino entendidos de cual sea la voluntad del Señor, dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. AMEN (Ef 5:1-20).


Hno. Jorge Mendoza, no hemos publicado tu comentario debido a que la forma de expresión de tus ideas, que mucho respetamos, no coincide con las políticas de este Órgano Oficial de Comunicación. Por favor, redacta tu reacción de una manera más cordial y la publicaremos enseguida. Dios te guarde.
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Gracias Dr Contreras, muy claro análisis médico científico, de la conducta homosexual, dicho sea de paso, ante el «proselitismo» o seducción del homosexual, principalmente contra jóvenes, se genera otra conducta homosexual, pues en una unión homosexual ambas personas ejercen esa conducta y se hace más evidente que es una conducta adquirida, cuanto que el o la seducida cambio su conducta por factores externos como: acoso, seducción, pornografia, etc.
Para los cristianos, es obvio que debemos amar al pecador, porque también lo somos, porque sabemos que: «….Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» Ro 8:5
La Biblia señala como conducta indeseble la homosexualidad, junto con muchas más enlistadas en 1 Co 6:9,10 ««¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
Pero en el vers 11, habla que es posible dejar de ser homosexual, entre todos los demás citados, a través del señorío de Jesucristo, cuando dice: «Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.»
Saludos de Jorge Ordóñez Rascón
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Hno. Ordoñez, publicamos su reacción en la esperanza de que el Dr. Contreras tenga la oportunidad de leerla. Gracias, y saludos hasta Chihuahua. Bendiciones.
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Gracias Pastor Rendon, me gusto mucho su escrito para los diputados de Nuevo León, con una introducción, al publicarlo en El Evangelista Mexicano, de dolor y pena por la terrible omisión del gob ante tanta inseguridad.
No hallé como enviarle mis felicitaciones y aún más, por el contenido del periódico, que se recibe rico en opiniones y conceptos que nos ayudan a formarnos un criterio sano ante tantos acontecimientos que nos afectan.
Dios lo siga bendiciendo en su vida y en la dirección de este órgano oficial de nuestra Iglesia Metodista.
Jorge Ordóñez Rascón
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Gracias por el aliento que representan sus palabras, Hno. Jorge. Seguiremos con la tarea. Bendiciones.
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Que tal,
Me parece muy acertado este post, y estoy muy de acuerdo con ello, pero, me gustaria mucho saber las referencias donde se basaron los estudios y las conclusiones medicas y cientificas, esto para ayudar a las demas personas que o comprenden o no aceptan dichos argumentos. Mucha gente, creyendo en pseudo ciencia psicologica o medica, se ve engañada con los argumentos, y por ende, tambien refuta la biblia. Entonces, creo desde mi perspectiva que, referencias bibliograficas cientificas y medicas ayudarian mucho en este aspecto.
De nuevo muy excelente articulo, y gracias por este tipo de argumentos fuertes.
Saludos.
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Hno. Pablo David, estamos publicando tu pregunta para que llegue al Dr. Contreras, y él responda de la manera que le sea posible o conveniente. Dios te bendiga.
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