Como parte fundamental del ministerio pastoral, presentamos una reseña de los inicios de los retiros de este tipo en nuestra área conferencial, así como el de los retiros similares de caràcter nacional.
Elia Zúñiga de Rosas
Uno de los privilegios más hermosos y enriquecedores para la esposa de pastor es poder tener koinonía con otras personas que comparten el mismo sentir y experiencias similares en apoyo a su esposo como pastor.
Para muchas esposas de pastores este es un tiempo de esparcimiento y a la vez de fortalecimiento espiritual, ya que en los retiros aprendemos cuál es nuestro rol; y al escuchar testimonios de lo que Dios hace en otras hermanas, podemos confiar en que Dios también está con nosotras y nos ayuda en cada circunstancia que enfrentamos.
Nadie entiende mejor a una esposa de pastor que otra esposa de pastor, pues juntas pueden compartir el mismo sentir en cuanto a las bendiciones y también las demandas que se tienen hacia ellas.
En mi experiencia personal tuve mentoras que trascendieron con sus vivencias, de las que aprendí cómo sobrellevar el rol de esposa de pastor, apreciando el honor que Dios me ha otorgado al lado de mi esposo.
Una de las hermanas que dejaron un legado a mi vida y a la de muchas esposas de pastores fue la hermana Marinita de Esparza, quien con mucho amor nos enseñó a través de los retiros que ella realizaba en el tiempo de episcopado del Obispo Ricardo Esparza. Ella nos ayudó a ver el ministerio como un llamado y privilegio que compartimos con otras compañeras de ministerio y aprendimos a amar la obra del Señor.
También aprendimos a que somos un equipo; ya que en todos los retiros que ella organizó, dio lugar a la participación de diferentes hermanas, unas con más experiencia y otras que íbamos empezando, para que desarrolláramos los talentos y dones del Señor, y nos motivaba a crecer y aportar lo que de Dios habíamos recibido.
Los retiros no sólo contenían temas espirituales, sino que abarcaban todas las áreas de nuestras vidas: como esposas, madres, personas, temas de salud, administración de la economía, etc. Aprendimos que para funcionar mejor, debíamos atender todas las necesidades básicas que tenemos nosotras y nuestras familias.
En los retiros vimos los diferentes retos que enfrentamos tanto en nuestras familias como en la congregación y las problemáticas que se ven en nuestra sociedad.
Siempre se decía que “detrás de un buen esposo, está una buena esposa”. Pero con ella aprendimos que “al lado de un buen esposo, está una buena esposa”; porque aunque el título de pastor es del esposo, el apoyo de la esposa es indispensable para que el ministerio vaya bien.
Con todo lo aprendido, quiero narrar mi experiencia como esposa del Obispo Raúl Rosas González, durante los años 1999 al 2006.
En 1999 organizamos el Primer Retiro Conferencial. Con la ayuda de las esposas de los superintendentes nos organizamos de manera que se llevó a cabo nuestra reunión los días 14 y 15 de mayo en el Campamento Sierra Linda, en Santiago, N.L. Fue un tiempo muy especial, pues rodeadas de la naturaleza pudimos tener tiempo de convivencia y esparcimiento. Se mandaron hacer playeras con el lema del retiro y el material fue impreso con los temas que trataríamos y quiénes participaríamos en este primer retiro.
Todo se llevó a cabo en un ambiente de unidad y gozo, ofreciendo lo mejor para que las esposas de los pastores pudieran disfrutar de este tiempo. Fue una nueva experiencia para nosotras, pues generalmente el campamento lo usaban niños y jóvenes en diferentes actividades; y aunque fue muy hermoso contemplar las estrellas y escuchar a los pajaritos cantar en el día, vimos que no era un lugar muy adecuado para nosotras.
Tuvimos diversidad de actividades donde buscamos relacionarnos unas con otras y apoyarnos en las diferentes situaciones que se viven en el ministerio. Fue todo un reto, pero lo disfrutamos y todas quedamos entusiasmadas para seguir reuniéndonos cada año, ya que este tiempo es para nosotras y representa un refrigerio para todas.
Tuvimos una evaluación donde vimos la posibilidad de reunirnos cada año. Llegamos de regreso a las oficinas episcopales, donde ya nos esperaban nuestros esposos para llevarnos a casa, muy contentas porque fuimos edificadas por los temas y la convivencia.
En 2001 se realizó el Segundo Retiro Conferencial los días 25 al 27 de mayo en la ciudad de Reynosa, Tamps. En esta ocasión nos organizamos haciendo actividades en los diferentes distritos para apoyarnos con los gastos que tuvimos y así poder estar más cómodas en un hotel.
A través de los equipos de trabajo en los distritos, se fortaleció la unidad entre las hermanas y cada una aportó de sus talentos para llegar a la meta y reunir las aportaciones establecidas para cada distrito.
Este fue un retiro especial, ya que el lema fue “Vasos de barro” y fuimos muy confrontadas con el trato de Dios con cada una. Gracias a Dios porque en cada uno de los temas Dios habló a nuestros corazones, haciéndonos ver que Él tiene autoridad sobre nosotros y quiere moldear nuestras vidas para que seamos más a su imagen y lo reflejemos en nuestro servicio.
Fue un buen tiempo para reflexionar sobre el rumbo de nuestras vidas y las motivaciones que tenemos al compartir el trabajo de la Iglesia con nuestro esposo. También tuvimos tiempo para relajarnos y platicar con nuestras amigas y poder hablar de temas en común y además disfrutar de las instalaciones del hotel, ya que muchas esposas de pastores esperan este tiempo para renovarse y sentir que salen de paseo o vacaciones.
En 2002 tuvimos nuestro Tercer Retiro Conferencial los días 24 al 26 de mayo en un hotel en Monclova, Coah. Gracias a Dios cada vez se añadían más hermanas al retiro. Fue un tiempo muy especial y pudimos también recibir ministración de la Palabra y tener esparcimiento.
En esta ocasión -por primera vez y con la autorización del Obispo- se envió una carta previa al retiro a la Junta de Administradores de cada congregación, pidiendo el apoyo económico para que las esposas de pastores pudieran asistir al retiro, ya que muchas no asistían por falta de recursos económicos.
Se enviaron cartas a las esposas de los superintendentes y ellas ayudaron a repartirlas a las iglesias junto con sus esposos. Gracias a Dios, a partir de allí se sentó un precedente y las esposas de los pastores recibieron apoyo para ir a los retiros hasta la fecha. Con el apoyo de las junta de administradores de cada congregación, se incrementó el número de las asistentes y se hizo cultura ir a los retiros espirituales organizados cada año.
En el año 2003 tuvimos la bendición de organizar el Primer Retiro para Familias Pastorales en el Parque Fundidora de Monterrey, N. L. Una vez más fuimos retados, pues era la primera vez que participábamos todos como familia en un retiro y se tuvo que pedir ayuda a personas que ministraran a nuestros hijos mientras nosotros también nos reuníamos como matrimonio. Hubo actividades propias para los hijos de los pastores, además de convivir con sus amigos y conocerse más; y también tuvimos tiempo de ser ministrados juntos como familias y nosotros como padres de orar por nuestros hijos y bendecirlos.
Se rentaron las instalaciones del Parque Fundidora, incluyendo los dormitorios y la prestación de las instalaciones para las diferentes actividades. Fue un tiempo muy especial, pues nuestros hijos pudieron conocer un poco las actividades que realizamos en los retiros y se sintieron incluidos en la vida ministerial como familia pastoral.
Gracias a Dios hubo muy buena organización previa y se pudo llevar a cabo en armonía y con la participación de mucha gente que nos ayudó. Fue muy buena la respuesta de las familias pastorales, quienes disfrutaron de una manera especial este tiempo juntos.
Damos gracias a Dios por toda la gente que se involucró en este proyecto y creyendo junto con nosotros que era posible realizarlo. Fue un gran esfuerzo en todos los sentidos, pero valió la pena por ver a las familias unidas buscando al Señor y también por poder atender a sus hijos y ministrarles en sus necesidades.
Sé que muchos hijos de los pastores fueron afirmados y liberados de situaciones que vivían a través de los testimonios de otros hijos de pastores y tuvieron otra perspectiva de lo que es el ministerio pastoral, además del tiempo de recreación.
En el 2004 tuvimos el Cuarto Retiro para Esposas de Pastores en el Templo La Trinidad de Reynosa, Tamps. Allí fuimos atendidas por las hermanas de la congregación, quienes con mucho amor prepararon los alimentos para todas y nos consintieron.
Después de tener ya varios retiros, esperábamos éste con mucha expectativa y sobre todo deseando vernos otra vez. En esta ocasión hicimos actividades especiales donde formamos equipos de los diferentes distritos para que nos conociéramos más y conviviéramos con otras hermanas. Hicimos dinámicas y actividades donde pudimos aportar de nuestra propia experiencia y así motivarnos unas a otras.
Cada vez se fortalecían más los lazos de amistad y era un gozo poder vernos y compartir este tiempo.
Generalmente se hicieron los retiros 3 días; es decir, durante todo el fin de semana, lo cual facilitó que nos organizáramos en la participación de los tres Distritos que entonces formaban la Conferencia Anual Oriental: Distrito San Pablo, del Rey y el Fronterizo. Así, de esta manera, cada día le correspondía a un distrito y cada esposa de superintendente ya tenía asignadas a las personas que participarían.
Doy gracias a Dios pues durante el tiempo que Dios me permitió organizar los retiros siempre fue en acuerdo y armonía, como un equipo junto a las esposas de los superintendentes.
Durante este tiempo como esposa del Obispo tuve la oportunidad de acompañar a mi esposo en algunas juntas de trabajo a nivel nacional y allí conocer a las otras esposas de los obispos. Primero nos reunimos para conocernos y compartir experiencias y después vimos la necesidad de realizar retiros donde participáramos las 6 Conferencias.
Sabíamos que era algo que nunca se había hecho, y por lo tanto representaba un reto muy grande por causa de la distancia y las diferentes formas de hacer las cosas. Estuvimos orando al respecto y nos animamos a hacerlo; así que con mucha ilusión, pero también con temor, nos pusimos la meta de realizar este retiro. Así surgió el Primer Retiro Nacional para Esposas de Pastores.
En el año 2005 me tocó organizar este Primer Retiro Nacional los días 16 al 18 de septiembre, siendo la sede el Hotel Holiday Inn en Monterrey, N. L. El lema fue “Andando sobre mis alturas”.
Si el retiro para familias pastorales había sido un reto, este representaba una odisea, por todo lo que implicaba en cuanto a logística y costos. En esta ocasión se invitaron como oradoras a dos personas de mucha experiencia en el ministerio: La misionera Sara Michalski, quien venía desde Washington, USA; y a la Hna. Lidia Sánchez de Cepeda, quien es una maestra de la Palabra.
Como anfitriones teníamos la responsabilidad de ofrecer lo mejor para nuestras hermanas y por ello nos dimos a la tarea de organizar cada detalle que se necesitaba. Gracias a Dios contamos con la ayuda de la Iglesia Metodista “El Divino Redentor”, quienes formaron un equipo que trabajó arduamente para lograr nuestros objetivos; y además hubo mucha gente también de la Iglesia Metodista “La Trinidad” involucrada en las diferentes actividades previas para sacar adelante todos los pendientes.
Primer Retiro Nacional de Esposas de Pastores Metodistas, los días 16 al 18 de septiembre de 2005. Sede: Hotel Holiday Inn en San Nicolás de los Garza, N.L.
Se hicieron 4 reuniones previas de intercesión por el Retiro, donde oramos por las 6 Conferencias, por la unidad de todas y por la provisión tanto para los gastos del retiro como para que las hermanas pudieran participar.
Tuvimos muchas reuniones de planeación con el equipo de trabajo para ver todos los detalles y lo que ofreceríamos a nuestras hermanas. Se organizó la participación del Coro Metropolitano de Monterrey, formado por hermanos y hermanas de diferentes congregaciones del área, siendo dirigidos por el Hno. Joel Sánchez.
Dios nos bendijo grandemente con la ministración de la Palabra y en las participaciones de las diferentes conferencias. Fue un tiempo único y especial por ser nuestro primer retiro nacional.
Doy gracias a Dios por las esposas de los obispos, quienes ayudaron a coordinar a las hermanas en las diferentes conferencias y las motivaron a venir, algunas de ellas de lugares muy lejanos y con pocos recursos, y gracias a ellas hubo representación de las 6 conferencias. Nuestro deseo era que se sintieran como en casa y disfrutaran de lo que habíamos preparado para todas con mucho amor.
Concluimos nuestras actividades con una comida especial en un salón de eventos, donde les brindamos un tiempo especial y las consentimos.
A partir de ese año, se acordó que cada conferencia organizara un retiro nacional cada 2 años, para no agravar los costos y además seguir con sus planes en cada conferencia.
Doy gracias a Dios por el privilegio que me dio de servir a nuestras hermanas y ser pionera en este retiro nacional y por la ayuda de tanta gente, sin la cual no se hubiera podido llevar a cabo. También gracias a todos los obispos por su autorización y apoyo a sus esposas y a la vez a todas las esposas de pastores para que pudieran asistir a este retiro.
A la fecha ya son varios los retiros que se han realizado a nivel nacional; y también esto influyó para iniciar los encuentros nacionales para mujeres, lo cual ha venido a enriquecer nuestras vidas y a fortalecer nuestros lazos como familia metodista.
Al mirar en retrospectiva, puedo ver la mano de Dios de una forma extraordinaria sobre todos los asuntos y necesidades en este retiro y cómo Él se agrada cuando hay unidad entre su pueblo.
En el 2006 tuvimos nuestro Quinto Retiro Conferencial los días 12 al 14 de mayo en el Campamento Piedra Angular en Reynosa, Tamps. Este retiro fue especial, ya que además de ser ministradas en la Palabra, se dedicó tiempo para consejería. Así que durante el día se tenían las tenían diferentes temas relacionados con la vida pastoral, también algunas actividades de manualidades relacionadas con el lema del retiro y dinámicas para relacionarnos más; y en las noches, después de la cena, se daba la oportunidad de recibir consejería en temas específicos y personales. Así algunas hermanas se iban a descansar o seguir platicando en sus cuartos y otras eran escuchadas en sus necesidades y se les daba el consejo apropiado.
Quinto Retiro Conferencial de Esposas de Pastores de la CAO, los días 12 al 14 de mayo de 2006 en el Campamento Piedra Angular en Reynosa, Tamps.
En cada retiro se trató de llevar a las esposas de pastores una palabra que edificara sus vidas y les fortaleciera para la tarea que tenían; de modo que al volver a sus casas llegaban renovadas en su mente y espíritu por la palabra expuesta y sobre todo por la ministración del Espíritu Santo a sus vidas.
Quiero dar testimonio de que en cada uno de estos retiros pude ver el respaldo de Dios tanto en lo espiritual como en la organización y la provisión de los recursos. Nunca nos detuvimos de hacer algo por falta de recursos, la bendición de Dios estuvo en todo momento con nosotros.
Estoy consciente que pudo haber algunos errores u omisiones. Pero de lo que sí estoy segura, en lo que a mí respecta, es que traté de hacer todo lo mejor posible para que mis hermanas pudieran recibir bendición en cada reunión.
Sexto Retiro Conferencial de Esposas de Pastores de la CAO, año 2008, Iglesia La Trinidad, Monterrey, N.L.
Doy gracias a Dios por su gracia sobre mi vida y por la colaboración de todas las personas que me ayudaron a hacer posible estos retiros, cada una de ellas aportó algo muy valioso y complementó la obra. Sobre todo, gracias a mi esposo, el Pbro. Raúl Rosas González, por la confianza y el apoyo que me brindó durante este tiempo.
Que nunca perdamos de vista que a quien servimos es a nuestro Dios. Gracias a Él por el llamado que ha hecho a nuestras vidas y porque podemos dejar un legado de honra en el ministerio para las siguientes generaciones que se levantarán para seguir sirviéndolo.
A Dios sea todo el honor y la gloria por siempre.
La hermana Elia Zúñiga Zapata (de Rosas) es egresada del Seminario Wesley. De 1992 a 1998 su marido, el Pbro. Raùl Rosas Gonzàlez, fue Superintendente del Distrito Oriental Fronterizo; y de 1998 a 2006 fue Obispo de la Conferencia Anual Oriental.