Pareciera que los tiempos han cambiado y que no tenemos personas necesitadas como en el tiempo de Jesús. Sin embargo, no es así; aún en nuestros tiempos, encontramos a personas con necesidad las cuales debemos de atender, no importando raza, color o religión. Tal como nos enseñó Jesús: servir con amor a nuestros semejantes.
Obispa Raquel Balbuena Osorio
Las seis conferencias anuales de la Iglesia Metodista de México A.R. hemos iniciado nuestro año conferencial 2021-2022. Confiando en nuestro Señor, que estaremos acompañados con su presencia en nuestras vidas, en este nuevo año.
Con la ayuda de Dios, terminamos un año conferencial con todas las adversidades a las que nos hemos enfrentado por esta pandemia que, al parecer, ha llegado para quedarse y, pese a las circunstancias a las que nos hemos tenido que adaptar, agradecemos a Dios por su bondad y misericordia que es manifestada cada día en nuestras vidas.
La Iglesia ha desempeñado su labor aún a pesar de las circunstancias no tan favorables, pues no ha dejado de compartir su Palabra a través de los diferentes medios de comunicación que tenemos, cuidando a los necesitados; cumpliendo así la gran comisión que se nos ha encomendado, no sólo de llevar la Palabra viva a las personas, sino buscando que podamos suplir las necesidades básicas de las personas. Recordando el mandamiento que se nos ha dejado para desempeñar: amar a nuestro prójimo y, así, ser bendición para ellos.
Una de las características de la Iglesia Metodista es, precisamente, la ayuda social; no buscando beneficios, ni los reflectores, sino siendo congruentes con lo que predicamos.
En el evangelio de Mateo 9:35-36 dice: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”.
Esto nos enseña que Jesús tenía un ministerio integral. No solamente predicaba la Palabra, sino que cubría las necesidades de las personas; un Dios compasivo, que miraba a los más necesitados y no sólo los veía, sino que actuaba a favor de ellos.
Pareciera que los tiempos han cambiado y que no tenemos personas necesitadas como en el tiempo de Jesús. Sin embargo, no es así; aún en nuestros tiempos, encontramos a personas con necesidad las cuales debemos de atender, no importando raza, color o religión. Tal como nos enseñó Jesús: servir con amor a nuestros semejantes.
Hoy nos encontramos con nuevos retos y desafíos como iglesia, pues nuevamente enfrentamos una tercera ola del Covid-19 y, aunque hemos estado trabajando de manera híbrida, la mayoría de las iglesias habían comenzado sus actividades de manera paulatina poco a poco incorporándonos nuevamente a las actividades eclesiásticas. Ahora, nuevamente nos detenemos para restructurarnos ante este nuevo rebrote de Covid-19.
Los retos y desafíos no solamente son para las congregaciones, sino para cada uno como seres humanos, teniéndonos que ajustar a las nuevas modalidades y renovándonos no sólo espiritualmente, sino volviéndonos a Dios y preguntándonos qué es lo que Dios quiere que hagamos ante esta situación que pareciera que no se va, sino que se aferra a este mundo.
Si bien enfrentamos este mal que afecta al mundo entero, también sabemos que la iglesia no se ha detenido a pesar de las circunstancias, sino que ha seguido trabajando, usando los diferentes medios a los que tenemos alcance para compartir su Palabra. De tal manera que la Iglesia sigue de pie.
Nuestra fe juega un papel muy importante en estos tiempos, pues no podríamos mantenernos de pie ante esta pandemia solamente contando con nuestras capacidades. Definitivamente, es el auxilio divino quien nos ha sostenido en todos estos tiempos de adversidad.
Ciertamente estamos a 4 meses de terminar un año más, con todo lo que hemos experimentado este tiempo de pandemia. Esta situación nos ha dejado infinidad de enseñanzas para nuestras vidas.
Pasarán los tiempos y siempre recordaremos estos momentos de desolación, dolor, pérdida, miedo e incertidumbre a los que nos hemos enfrentado, pero aún en medio de todo este tiempo desolador hemos experimentado la Gracia de nuestro Señor quien constantemente nos dice que: “nos baste su Gracia, porque su poder se manifiesta en nuestra debilidad humana”.
Y aunque andemos en valle de sombra y de muerte sigamos confiando en nuestro Buen Pastor que camina a nuestro lado.
Así que no nos desanimemos, sino al contrario hagamos lo que tenemos que hacer. Lo demás, dejémoslo en las manos del Creador; recordemos sus palabras que nos ha dicho “he aquí, Yo estaré con ustedes todos los días de su vida”. Así que sólo es cuestión de creer y seguir adelante poniendo los ojos en Jesús el autor y consumador de nuestra fe.
Su hermana en Cristo.
Pbra. I. Raquel Balbuena Osorio
Obispa de la Conferencia Anual del Sureste