David Almanza Villalobos
“Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor…” .
Mateo 14:14
Por muchos años no podía entender como la gente mala era perdonada. Asesinos, violadores, secuestradores, narcotraficantes, acosadores, adúlteros, etcétera. Pensaba: ¿Cómo pueden ser perdonados por Dios?
En Mateo 14, Jesús estaba tratando de apartarse un poco de la gente, quizá para orar, quizá para descansar; sin embargo, la gente lo seguía a donde él estuviera. Esto pudiera para algunos parecer molesto; “déjenme en paz”, pudieran decir algunos. Pero Jesús, no.
De pronto ve a la multitud de personas y los ve con amor, con compasión y piensa de ellos que son como ovejas sin pastor.
Probablemente esta gente que seguía a Jesús era muy pobre. De hecho, la mayoría de la población judía era pobre, eran pocos los de clase media y todavía más pocos los ricos. Así que, quizá no se iban porque esperaban algo. O quizá no se iban porque no tenían a donde ir o qué comer, así que, pasar hambre lejos de Jesús o pasar hambre cerca de Jesús, era mejor estar cerca, porque el milagro de alimentación podía ocurrir; y ocurrió.
Quizá dentro de esa gente había prostitutas, asesinos, adúlteros, ladrones, homosexuales, alcohólicos, hechiceros, etcétera. Jesús los veía con amor.
Durante años me he esforzado por ser un buen pastor, por no ser un pastor ocioso, por proponer a la iglesia formas de dar fruto y, aún así, durante mi pastorado, me he encontrado con gente inconforme, que no valora mi trabajo por mucho que sea y por bien que esté hecho, pero que están al pendiente de cualquier error por menor que sea.
Hubo un tiempo en mi corazón que había resentimiento. Resentimiento hacia la gente que me hizo daño, la gente que me traicionó, la gente que me ofendió aún mintiendo, divulgaron cosas que no eran ciertas. Yo empecé a ver con resentimiento.
Y Dios me dijo: “¿Cómo crees que veo yo a esa gente?”.
La gente que pone su confianza en los bienes materiales y se enorgullece de su casa, de su coche o de su celular, imagínate cómo los mira Jesús. Aquellos que se pasan horas en el gimnasio, que se enamoran de sus propios cuerpos y ven con desprecio a los pasaditos de peso, imagínate cómo los mira Jesús.
Aquellos que vemos drogándose en la calle o cayéndose de alcoholizados, imagínate cómo los mira Jesús. Aquellos que andan en la calle con el cabello verde, llenos de tatuajes y con piercing, imagínate cómo los mira Jesús.
Y no sólo ellos, a ti mismo en aquellos días difíciles cuando odias, cuando aquel que era tu amigo y ahora es tu enemigo y así tengas mil motivos, imagínate ¿cómo lo mira Jesús?
Aquel hombre malvado, que fue un niño maltratado, imagínate cómo lo mira Jesús.
Ahora bien, cuando haya quien te asuste, cuando haya quien te incomode o te disguste, cuando creas que alguien no merece amor, cuando sientas que encontraste a quien mirar con desprecio, imagínate como mira Jesús. IMAGÍNATE para que así mires tú.
Dios me enseñó que él ve a la gente diferente, la ve con amor. Si, al egoísta, al narcisista, al ladrón, al mentiroso, al que odia a todo mundo, al que hace daño, a todos y a ti y a mí, nos ve como un padre mira a su hijo, con amor.
¿Cómo ves tu, mi hermano? ¿Con odio, con desprecio, con rencor? imagínate como vería Jesús para que así, mires tú.