Celebración que incomoda
El 14 de octubre de 1930 nacía El Evangelista Mexicano como órgano de comunicación de la naciente Iglesia Metodista de México, cuya constitución se formalizó sólo unos días antes en el histórico templo La Santísima Trinidad de Gante 5 en la Ciudad de México. Para su dirección se nombró al reconocido pastor y escritor Vicente Mendoza Polanco, quien dirigió la revista durante los siguientes 16 años.
Pero nuestro órgano de comunicación tiene sus antecedentes en 1879, cuando fue fundado como periódico independiente por el Dr. William M. Patterson, pastor de la Iglesia Metodista Episcopal del Sur en Estados Unidos. En enero de ese año salió el primer número.
Para 1888, en una reunión de misiones evangélicas en México, se acuerda coordinar mejor el trabajo entre las misiones metodistas (las 2 que trabajaban aquí: la propia IMES y la Iglesia Metodista Episcopal (IME) del norte) y otras denominaciones evangélicas históricas como los presbiterianos y los episcopales. Entre estos acuerdos, figuraban reglas como que «en poblaciones menores de 15 mil habitantes, una sola iglesia de una denominación, a menos que hubiere convenio entre iglesias». En el caso de poblaciones con más de 15 mil habitantes, podrían establecerse 2 iglesias.
Es entonces cuando la IMES adopta a El Evangelista Mexicano como su órgano oficial. La IMES tenía importante presencia en Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, Durango, San Luis Potosí, Michoacán, Jalisco, Estado de México y la Ciudad de México.
Como parte de la prensa protestante de esa época, nuestro periódico se convirtió en un foro en el que se expresaban posturas sobe las instituciones en crisis de mediados del siglo XIX, como le ocurrió a la Iglesia Católica en México en ese periodo, que perdió el control sobre los registros vitales de nacimiento (de la fe de bautismo al acta de nacimiento), de matrimonio (del sacramento matrimonial al acta de matrimonio civil) y la muerte (del camposanto al panteón civil).
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