<strong>La iglesia cristiana en crisis</strong>

La iglesia cristiana en crisis

La iglesia se ha visto rebasada por la post-modernidad, ha ido perdiendo credibilidad, ha prohijado la impunidad y la corrupción en todas sus formas, y los pastores y sacerdotes, no saben estar a la altura de las circunstancias. Es hora de que nosotros tengamos el valor de analizar en conciencia nuestra propia realidad.

Silvano Mares Rangel

Hoy me hicieron llegar un video en donde el pastor Will Graham da a conocer que la Mega Iglesia Metodista de Oklahoma Asbury abandona la United Metodisth Church (Iglesia Metodista Unida, en los EU). En respuesta a la pregunta, la respuesta es sí: “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, como señala la conseja popular. Ya en el 2013, me permití advertir a mis compañeros pastores sobre la religión en crisis, este fenómeno que no es nuevo y que hoy vuelvo a retomar como una efemérides. 

Es muy lamentable la crisis que se vive en la United Methodist Church. 

No cabe duda que esto es señal de los últimos tiempos, en donde la escritura menciona que “Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia” (1 Timoteo 4:1).

El mismo apóstol, en 2 Timoteo 3:1-5, señala: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita”.

1. Existencia de la crisis  

En las últimas décadas, teólogos y estudiosos de la religión vienen señalando cambios importantes en la actitud de hombres y mujeres creyentes con respecto a la religión. Entre esos cambios, las iglesias cristianas ubican el proceso de secularización. A este se puede añadir la falta de capacidad para estar a la altura de los nuevos retos. Por ejemplo, la dificultad que encuentran para transmitir y hacer creíble su mensaje, así como el «impasse» de la teología en general para explicarlos y afrontarlo. La crisis de la religión se vincula con visiones del mundo, cosmológicas y antropológicas, que se están transformando para dar paso a un nuevo tipo de conocimiento y forma de vida. Hay que reconocer que las civilizaciones se colapsan y siempre han estado antecedidas de hechos como los que actualmente golpean estructuras económicas, personales, sociales, políticas, educativas, ideológicas, culturales y religiosa. Frente a ello, sólo hay dos vías: continuar por donde vamos, al colapso; o comprometernos con cambios, hacia otra civilización y otra vida. Estamos ante un cambio inédito en su naturaleza y en sus retos; es necesario ser coherentes con la apreciación de cambio y asumir radicalmente el reto que en términos de conocimiento y de práctica demanda. 

Es normal que el instrumental elaborado y construido para la comprensión de épocas pasadas no valga plenamente para una época como la nuestra y que, con base en el análisis e interpretación del nuevo tipo de sociedad y de cultura que estamos creando –cambio de época-, haya que proponer no ya modelos nuevos de análisis e interpretación sino, incluso, una concepción nueva de lo que hay que entender por religión y de su futuro en nuestras sociedades.

2. Crisis del ministerio

Se afirma y no sin un dejo de razón que: “los pastores no cumplen con su deber de corregir porque, en vez de llenarse del amor a Dios, viven del amor de sí mismos. Los malos pastores no cumplen con su obligación porque, de tanto buscar honores y una vida cómoda, han dejado de lado la cercanía con Dios que solamente se consigue con la Eucaristía y la oración. Han perdido la sensibilidad del alma y ni siquiera se dan cuenta de que deberían intervenir y corregir”.

La iglesia se ha visto rebasada por la post-modernidad, ha ido perdiendo credibilidad, ha prohijado la impunidad y la corrupción en todas sus formas, y los pastores y sacerdotes, no saben estar a la altura de las circunstancias. Es hora, de que nosotros, como cristianos, herederos de una gran herencia bíblico teológica, tengamos el valor de analizar en conciencia nuestra propia realidad. Mucha gente se nos va a otros grupos y lo presumimos diciendo que hasta para eso servimos, para dar gente para muchos grupos; pero es la hora de confrontar nuestra realidad pastoral y nuestra realidad del laicado. ¿Dónde están los pastores y laicos combativos que defienden la sana doctrina? ¿Dónde están los programas sociales en favor de los pobres y de los marginados?

Lamentablemente, sabemos de pastores que, ni siquiera, se toman la molestia de preparar sus sermones. Colocan su laptop, sobre la Biblia de púlpito y, en ese momento, están “bajando” el sermón vía Internet. En otros muchos, solo son buenos para exigir el pago de sus emolumentos, pero no para hacer su trabajo. Se ha perdido mucho, la mística del trabajo que se enseñaba en los seminarios y, ahora con tantos títulos, se ha profesionalizado tanto que el ministerio se ha deshumanizado. Pastores que tienen un raro encanto para dejar las iglesias a punto de la inanición financiera; por eso es bien válido que analicemos el tema de la “Iglesia en Crisis”, sobre todo las tradicionales, porque en muchas de las sectas y grupúsculos las ofrendas se reúnen en cubetas y éstas se llenan; y no en muy bonitos platillos o colectores.

3. Crisis y divisiones

Para empezar, la iglesia cristiana está dividida en muchas denominaciones, lo cual no está mal. Pero, ¿por qué se pelean unas contra otras afirmando tener la verdad? Cuando la verdad está en las Sagradas Escrituras, en el mensaje de Jesucristo. Él vino a pregonar la unidad y el amor, elementos sustantivos de sus enseñanzas que no existen en muchas denominaciones que se enfrascan en debate teológicos, que nada tiene que ver con la enseñanza de las escrituras. Solo en la China continental se encuentra “la Justificación por la Fe”, la “Iglesia Carismática”, los “gritones”, la “Iglesia de la Gran Alabanza”, la “Iglesia de los Tres Grados de los Siervos”, la “Iglesia del Verdadero Jesús”, etc. No puedo creerlo. ¿Podemos obtener la aprobación del Señor creyendo en el Señor de esta manera?

4. Crisis y etiquetado

Otro elemento de división es el etiquetado. “Conservador o liberal”, estas son las etiquetas que suelen utilizarse actualmente para identificar a algún cristiano por sus opiniones o posturas (como quien escribe) a sacerdotes, a obispos, cardenales y hasta al Papa; y debo reconocer que la estrategia del demonio ha funcionado bastante bien, ha sido todo un éxito, de hecho. Ha logrado politizar la religión, mientras utilizamos etiquetas políticas para clasificar nuestra fe. Es decir, ahora hacemos uso de las categorías del mundo para juzgar a la Iglesia en vez de usar las categorías de la Iglesia para juzgar al mundo. Por si aún hay quienes no tienen idea de lo que hablo les pongo al día: Conservadores, todos aquellos cristianos que buscan ser fieles a la tradición y el magisterio de la Iglesia, promueven y defienden la doctrina tal cual ha venido enseñándose desde los tiempos apostólicos y ante las posturas progresistas que ejercen presión para que la Iglesia adapte su doctrina a los tiempos, se muestran intransigentes y desprecian toda enseñanza que no esté en la Biblia.

El liberalismo religioso, es la doctrina que afirman que no hay ninguna verdad positiva en la religión, que un credo es tan bueno como otro; y esta es la enseñanza que va ganando solidez y fuerza diariamente. Es incongruente con cualquier reconocimiento de cualquier religión como verdadera. Enseña que todas deben ser toleradas, pues todas son materia de opinión, La religión revelada no es una verdad sino un sentimiento o gusto, no es un hecho objetivo ni milagroso, y es el derecho de cada quien decidir pues la devoción no está fundamentada precisamente en la fe, pueden fraternizar juntos con pensamientos y sentimientos espirituales sin tener ninguna doctrina en común, o sin necesidad de tenerla. La religión es una peculiaridad personal tan privada, de modo que si alguien sostiene una nueva religión a ti que te importa. La religión en ningún sentido es el vínculo de la sociedad. 

5. Crisis en la alabanza

La alabanza es otro elemento de división. La alabanza carismática y la adoración bíblica “en Espíritu y en verdad”, y la alabanza tradicional, fría y carente de entusiasmo, que no tienen el espíritu. La palabra de Dios, ha quedado desplazada del centro del culto de muchas iglesias, en favor de otros elementos que producen una experiencia sensorial de la presencia de Dios. He leído algún artículo o libro sobre la adoración y la alabanza en el cual se ha construido la teoría de que a través de la alabanza “se atrae la presencia de Dios sobre el lugar”; ya que “si el texto dice que Dios habita entre las alabanzas de su pueblo –Israel- se sigue que hemos de alabarle para que él ‘venga’, ‘habite’ y se manifieste entre nosotros”.

Porque, a partir de esa deficiente compresión del texto aludido, se atribuye un carácter y un sentido a la alabanza y a la adoración que no tienen ni han tenido nunca. Tanto es así que los modernos dirigentes musicales de muchas iglesias, cantan y cantan, y repiten, y vuelven a repetir hasta la saciedad, a modo de “mantras evangélicos” las canciones o coritos, hasta que les parece que “han entrado” en la presencia de Dios o que dicha presencia “ha venido” o “se ha manifestado”.

Y si eso no se consigue, parece que no se ha cumplido con el objetivo del culto. A partir de ahí, todo cuanto se haga en el culto a continuación, pareciera no tener el valor que tendría, pues falta “la unción de Su presencia”. La adoración, la alabanza y la acción de gracias, pues, serán el resultado de la obra de Dios en la vida de los creyentes. Jamás debe tomarse como una práctica por medio de la cual “conseguir” traer la presencia de Dios ni que ésta se manifieste. 

5. Crisis teológica

Juan 5:38 señala: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. En el ámbito del cristianismo, se dice que Jesucristo pidió a los fieles escudriñar las Escrituras, de acuerdo a lo sostenido en el evangelio de Juan. Esto se debe a que solo el estudio profundo de la Biblia permite la comprensión y la asimilación de sus enseñanzas.

La crisis teológica, se ve reflejada en la desviación sede la sana doctrina. Al acercarse a los últimos días de su ministerio, el apóstol Pablo comenzó a pensar en el futuro bienestar de Timoteo, su “hijo amado” en la fe (2 Timoteo 1:2). Le escribió acerca de las cosas más importantes para la vida y ministerio. Pablo no solo le encomendó a su joven protegido el glorioso evangelio de Dios (vv. 8-10) y las Escrituras divinamente inspiradas (3:16-17), sino que también le instruyó en cuanto a la importancia de la sana doctrina: “Retén la norma de las sanas palabras que has oído de mí, en la fe y el amor en Cristo Jesús. Guarda, mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros, el tesoro que te ha sido encomendado” (1:13-14). 

De acuerdo a Pablo, la doctrina es una de las cosas más importantes para el bienestar de los cristianos y la Iglesia. La doctrina sana, o “saludable”, proporciona un patrón que, si se sigue, promueve una fe y amor sanos. La sana doctrina es una herencia valiosa que debe ser valorada en esta generación y transmitida fielmente a la siguiente (2:2). ¿Qué es la doctrina? La doctrina es la enseñanza de parte de Dios y acerca de Dios que nos lleva a la gloria de Dios. Esta definición provee una útil anatomía de la sana doctrina, identificando la fuente de la doctrina, su objeto y su propósito principal. En su sentido más básico, la doctrina es cualquier tipo de enseñanza. La Biblia habla de la enseñanza de los hombres (Marcos 7:7), la enseñanza de los demonios (1 Timoteo 4:1) y las enseñanzas de Dios (Juan 6:45). Por supuesto, que la fuente de la sana doctrina radica en Dios que se conoce y se ama a sí mismo en la comunión perfecta que la Trinidad ha querido, por gracia, darse a conocer a nosotros y ser amado por nosotros (Mateo 11:25-27, 1 Corintios 2:10-12). Esta doctrina, enseñada por el Padre por medio del Hijo y en el Espíritu Santo, informa nuestra fe y guía nuestro amor.

Aunque el Dios Trino es la fuente final de la doctrina, ha optado por ministrarnos doctrina a través de sus profetas y apóstoles en las Santas Escrituras. Hasta el día en que Dios nos hable cara a cara en su reino eterno, la Sagrada Escritura es la fuente y norma de la sana doctrina (2 Timoteo 3:16; ver Marcos 7:7-8).

La doctrina se extrae de la Sagrada Escritura como de una fuente. La Santa Escritura es la que mide la doctrina como una regla. Por otra parte, la doctrina nos lleva de nuevo a la Escritura equipándonos para ser mejores lectores. De hecho, los “ignorantes” de la sana doctrina son más propensos a torcer las Escrituras “para su propia perdición” (2 Pedro 3:16). La doctrina cristiana tiene un doble objeto. El objeto principal de la doctrina es Dios; el objeto secundario es todo aquello que se relaciona con Dios. La doctrina nos enseña a ver a Dios como aquel de quién y por quien y para quien existen todas las cosas, y la doctrina dirige nuestra vida hacia la gloria de este Dios (Romanos 11:36; 1 Corintios 8:6. Cuando examinamos el objeto doble de la doctrina como se nos presenta en la Santa Escritura, emerge un patrón definido Romanos 6:17; 2 Timoteo 1:13.

El patrón de la sana doctrina es:

  1. Trinitario (1 Corintios 8:6, Efesios 4:4-6, Tito 3:4-7),
  2. Afirma la creación (1 Timoteo 2:13-15; 4:1-4),
  3. Se centra en el evangelio (1 Timoteo 3:16, Tito 2:11-14), y 
  4. Se orienta hacia la Iglesia (1 Timoteo 3:14-15). 

El patrón doctrinal distintivo de la Biblia ha dejado su huella en algunos de los resúmenes más ampliamente aceptados de la enseñanza cristiana, como el Credo de los Apóstoles y el Catecismo de Heidelberg, y ha informado la forma del culto cristiano histórico.

6. Crisis en el sistema económico

El sistema económico actual destruye la familia. Pero todavía subsisten familias y restos de familias. Hay muchas familias fragmentarias en las que falta un padre o una madre. Aun así, todos tratan de mantener algunos lazos. Cuando ya faltan todos los lazos de familia, la vida se hace insoportable. Los pobres subsisten porque hay todavía los programas sociales, que medio les ayudan a subsistir y, entre ellos, saben ayudarse gratuitamente. Practican la amistad y forman grupos de amigos. No es la totalidad de su vida la que se integra en la lógica de la nueva economía. Hay sectores de su vida todavía preservados, lo que es más difícil en las clases más altas.

¿Si la economía y el consumismo fueran la norma universal y total de la vida, la vida sería todavía soportable? ¿Todavía conservaría su sentido? ¿El individualismo radical inculcado por la economía actual, todavía sería viable? ¿Una vez que todos tengan las máquinas actuales (celular, carro, computador, etc.) esto será suficiente para dar sentido y valor a su vida? Es una pregunta que los economistas no se hacen. Hasta el momento la máquina funciona bien, y basta. Lo que puede pasar a la humanidad no les importa, porque no se puede medir en dólares y no puede ser trasformado en capital.

7. Crisis en la United Methodist Church por la hermenéutica bíblica

La hermenéutica o la ciencia de la interpretación es de suma importancia para los seres humanos tanto en las áreas lingüísticas, así como en las demás áreas de expresión y comunicación humanas. El uso inadecuado de la hermenéutica conduciría a la raza humana al caos social, ético y moral. Este aspecto de la teología es tan importante, porque nunca falta quien afirma que Jesús y el Nuevo Testamentos, nada tiene que decir respeto de la homosexualidad, que es el meollo del asunto de la separación de la megaiglesia de Oklahoma por la ordenación de homosexuales y lesbianas. 

Jesús sí hablo sobre la homosexualidad, aunque no directamente. Esto es importante precisarlo, porque todo es cuestión de interpretación del evangelio. Cada quien tiene derecho a su propia interpretacion. La pregunta que debemos contestar es la siguiente: ¿Cuál es la interpretación correcta? Existen infinidad de interpretaciones y todas son válidas. La verdad no es relativa. Sí existe una única y correcta interpretación de la Biblia. 

La hermenéutica existe gracias al hecho de que hay tantas interpretaciones que no sólo dependen de la Biblia, sino de los hombres que la interpretan. Sin embargo, el hecho de que existan en ocasiones tan divergentes interpretaciones sobre lo que dicen ciertos textos bíblicos, especialmente sobre la homosexualidad, no desecha la realidad de que la Biblia habla claramente acerca de este tema. Entonces, aquellos que nos llamamos cristianos y que afirmaríamos la autoridad y claridad de las Escrituras estaremos en lo correcto..

Jesús y la homosexualidad. Ciertamente no encontramos en ninguno de los evangelios a Jesús hablando directamente acerca de la homosexualidad. Sin embargo, esto no es un indicador que no tuviera una posición al respecto. En los evangelios, por ejemplo, vemos a Jesús afirmando como ciertas y eternas las verdades que fueron dadas por Dios a Su pueblo en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, cuando Jesús estaba defendiéndose contra las acusaciones de los fariseos, dijo “La escritura no puede ser quebrantada” (Juan 10:15).

Cuando enseñó a sus discípulos en el monte les dijo “No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos, sino a darles cumplimiento. Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:17-18). Aquí Jesús se refería al Antiguo Testamento en su totalidad y, desde su perspectiva, todo lo que decía el Antiguo Testamento era verdad y por lo tanto, lo que Él afirmaba, incluyendo los pasajes en Levítico 18-20 que eran obviamente parte de la Ley. Es decir, “Ni una jota ni una tilde pasarían del pasaje en Levítico 18-20 hasta que todo se haya cumplido”.

Luego entonces Jesús está validando, lo que se dice en Génesis 5:2, “este es el libro de las generaciones de Adán. El día que Dios creó al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creo y los bendijo, y los llamo Adán el día en que fueron creados. Cuando Adán había vivido 130 años, engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen y le puso por nombre Set”. Basta el uso del sentido común para dejar en claro que Jesus, indirectamente, sí habla acerca de la homsexualidad al crear varón y hembra; y si usamos una correcta hermenéutica, debemos concluir que la posición del Señor Jesús era la misma que la del Antiguo Testamento. Es decir, que la homosexualidad, tener relaciones sexuales con otro hombre como si fuera una mujer, es una abominación.

No faltará quien quien quiera tergiversar el sentido que Pablo le da en 1 Corintios 6.9, “a hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres”. Este es siempre el método liberal de interpetración bíblica. Sin embargo, Pablo -quien sabemos fue un hombre bien educado tanto en el hebreo como en el griego-, está condenando, bajo la autoridad de Jesucristo, todo tipo de relaciones sexuales entre hombres. Como ha sido demostrado por los académicos, Pablo estaba muy familiarizado con la Septuaginta (la traducción al griego koiné del Antiguo Testamento) traducida 300 años antes de Cristo. Muy probablemente, como el apóstol a los gentiles, ésta versión era su Biblia. Lo interesante es que los judíos que hicieron la traducción de Levítico 18:22 del hebreo al griego 300 años antes de Cristo, lo hicieron así.

La crisis de la religión existe y no está en vías de solución. El proyecto de restauración de la religión tradicional de la cristiandad mediante algunas reformas superficiales es una pura ilusión. La solución no vendrá de arriba hacia abajo. No será una doctrina intelectual. No será un descubrimiento intelectual. Será un nuevo modo de vivir el evangelio inventado por un serio y reflexivo análisis de la realidad actual, que tengamos el valor de confrontar nuestra realidad para enfrentar la crisis en un intento por remediarla. 

Podemos tener la seguridad de que las raíces de ese nuevo modo ya están presentes y que el modo adecuado de ser cristiano en la nueva sociedad ya está presente. El evangelio envía a los cristianos al mundo. La religión convoca a los cristianos para que vengan a participar del culto. El evangelio anuncia que el reino de Dios ya está presente, ya está actuando en este mundo y no solamente en el cielo. El portador del evangelio es la persona que vive una vida común en medio de personas iguales, mostrándoles el camino de Jesús como proyecto de vida que conduce a la felicidad, no sólo en el cielo, sino también en esta tierra.

Concluyo exhortando a los cristianos a escuchar la voz de Dios plasmada en Mateo 24: “Cuando salió Jesús del templo, y se iba, se le acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Mas respondiendo El, les dijo: ¿Veis todo esto? En verdad os digo: no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada. Y estando Él sentado en el Monte de los Olivos, se le acercaron los discípulos en privado, diciendo: Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu venida y de la consumación de este siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: ‘Yo soy el Cristo’, y engañarán a muchos. Y habréis de oír de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado! No os alarméis, porque es necesario que todo esto suceda; pero todavía no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y en diferentes lugares habrá hambre y terremotos. Pero todo esto es sólo el comienzo de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces y caerán, y se traicionarán unos a otros, y unos a otros se odiarán. Y se levantarán muchos falsos profetas, y a muchos engañarán. Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo. Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”.

“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. 

Mateo 26:41