<strong>El aborto, una perspectiva cristiana</strong>

El aborto, una perspectiva cristiana

Para el cristiano, es necesario tener una conexión personal con Dios, lo que significa estar muy atento a la indicación y la voluntad de Dios. Incluso si van en contra de nuestra propia voluntad y razonamiento y en base a eso ser responsable por la decisión que uno tome.

Silvano Mares Rangel

Las iglesias evangélicas en Latinoamérica, se ven confrontadas, para romper con estereotipos que consideran caducos, sobre todo, respecto al aborto. Lo anterior se desprende de las declaraciones de María de los Ángeles Roberto, teóloga feminista, profesora en Letras, magister en Sagradas Escrituras, diplomada en Prevención de la Trata de Personas, integrante de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina y de la Red TEPALI (teólogas, pastoras, activistas y lideresas) de América Latina y el Caribe. Entrevistada por Diario Digital Femenino, explicó su postura por el Derecho a Decidir, a favor del aborto Legal al señalar: “el tutelaje de las iglesias sobre el cuerpo de las mujeres es inadmisible”.

Traemos a colación extractos de la entrevista que se le hizo: “En la Biblia no se trata el problema del aborto ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento. En el Pentateuco, los infantes menores de un mes no eran considerados personas, por eso no ingresaban al registro de los censos. Hay solo dos textos que mencionan sucesos en los que podría producirse un aborto. En Éxodo 21: 22-23 se determina que, si una mujer como consecuencia de estar en medio de una pelea entre su marido y otro hombre y ella resultare herida y perdiere el embarazo; el agresor debería pagar una multa al esposo.

“El feto no se consideraba un ser vivo por eso no se castigaba al culpable con la muerte. Recordemos que eran épocas de la ley de Talión, de ojo por ojo, diente por diente. En Números 5:11-34 se menciona un aborto ritual practicado por el sacerdote. Si el esposo tenía celos de su esposa y no podía comprobar la infidelidad de ella a través de testigos, se practicaba el ritual de la ordalía, que consistía en obligar a la embarazada a tomar aguas amargas. Forzaban a la mujer a ingerir lo que actualmente se denomina “cadaverina”, elemento que se encuentra en la materia orgánica muerta. En el santuario del templo se realizaban sacrificios de animales a diario, estas aguas amargas estaban mezcladas con ese polvo del santuario. Si ella abortaba después de ingerirla, consideraban que le había sido infiel a su marido y se la castigaba por ese adulterio. En el Nuevo Testamento hay solo una mención a la palabra “aborto” en 1 Corintios 15:8 en la que San Pablo se atribuye, de manera metafórica, el último lugar entre los apóstoles. La primera conclusión es que en ninguna página de la Biblia hay condena para el aborto porque el aborto no era considerado ni pecado ni crimen dentro de la ley mosaica ni en el período neo testamentario”.

“El argumento más importante que despliegan los fundamentalistas religiosos contra la despenalización del aborto es el del quinto mandamiento «no matarás». Como consideran que la vida humana se inicia en el momento de la concepción, en el caso del aborto, se estaría cometiendo un asesinato, lo que sería contrario al quinto mandamiento”. 

Hasta aquí la entrevistada. 

La Biblia no utiliza la palabra aborto para referirse a la expulsión provocada de un feto humano. Sin embargo, muchos versículos nos ayudan a entender cómo ve Dios la vida humana, incluyendo la de un niño que no ha nacido. Para Dios, la vida comienza desde el momento de la concepción o desde el momento en que una mujer queda embarazada. En su Palabra, la Biblia, Dios siempre se refiere al niño no nacido como a una persona distinta. Veamos algunos ejemplos que indican que Dios no hace distinción entre la vida de un bebé que está en la matriz de su madre y la de uno recién nacido.

A pesar de que sabemos que nadie puede explicar científicamente cuándo comienza la vida, nosotros por la Biblia sabemos que Dios es el creador de todas las cosas y Él es le fuente de la vida. Cuando Dios hizo al hombre, este no tuvo vida hasta que Dios “soplo en su nariz aliento de vida”, luego se convirtió en un ser viviente (Génesis 2:7). De la misma manera la combinación del óvulo con el esperma hace que se genere un nuevo ser, y esta combinación de materia química hace que un niño no nacido viva, sino hasta que el aliento de Dios se sople en él, y nadie sabe cuándo Él lo hace. 

Lo anterior se colige del Salmos 139:13-16, en donde se señala 

“Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos”.

Como podemos ver a la luz del libro de los Salmos, Dios ha conocido toda la vida desde la eternidad. Como cristianos debemos de basar nuestra fe y nuestras vidas en la Palabra de Dios. La vida es santa, pura e inmutable, por eso tenemos que respetarla tal como respetamos a Dios, el dador de la vida misma. Es claro a través de toda la Biblia que Dios sabe todas las cosas, y lo sabe desde la eternidad, es parte de su soberanía, de tal forma que él conoce a cada persona cada vida aún mucho antes de la concepción. Dios no solo conoce a cada individuo antes de que nazca, sino que también tiene un propósito para todos y cada uno de ellos. Esto es lo que expresa claramente el libro de los Salmos. 

Pocos temas han causado tantos debates, controversias, emociones encontradas y retóricas, como la cuestión del aborto. Ha sido tema de incontables artículos, libros, platicas y demostraciones, sin embargo, en los libros de teología consultados no aparece tratado el tema. Parece ser que muchas preguntas no tienen una respuesta concreta, ni científicamente. Una de estas grandes preguntas es: ¿Cuándo comienza la vida? Y la otra es: ¿Cómo comienza la vida? Cada persona es una entidad diferente y tiene derecho a pensar libremente, pero ¿Cuál debe ser el criterio de la iglesia? ¿Realmente existe una perspectiva cristiana del aborto? ¿Quién tiene la razón?

Y surge la pregunta. Una pareja cristiana, que ha aceptado el menaje de Jesucristo, que es miembro de una iglesia, y es practicante de su fe, ¿tendrá motivos lógicos para abortar? ¿Optarán por interrumpir prematuramente un embarazo, en lugar de prevenir y controlar?

Algunos dirán que existen motivos “lógicos”, otros los llamaran “egoístas”, pero, ¿Cuáles pueden ser las principales razones para inducir un aborto? ¿No se vivirá con remordimiento de conciencia y una confrontación de su fe? ¿Somos capaces de decidir quién vive y quién muere, cuando Dios dice claramente: “no matarás”? (Éxodo 20:13). Interrumpir el nacimiento de una vida humana por cualquier razón es un pecado que atenta contra la voluntad de Dios, quien es el Señor de la vida. Sobre todo, de la que está por nacer. 

No es poca cosa tener que rendir cuentas ante Dios por haber tomado la vida de lo que él ha creado. Transgredir las leyes de Dios causa pena, tristeza y dolor, incluso algunas personas llegan a sufrir un tremendo estrés, psicológico y espiritual por haber tomado la vida que él ha creado. Sin embargo, es un Dios misericordioso y lleno de amor que dará paz a todos los que le buscan con un corazón íntegro.

La Biblia no trata específicamente el tema del aborto, pero nos enseña que los seres humanos son creados a la imagen y semejanza de Dios y que él ha creado a todos y cada uno de nosotros con un propósito divino, no somos fruto de la casualidad, sino de un acto de amor, él sigue siendo nuestro creador; terminar con la vida de alguien que no ha nacido, solo porque no lo deseamos o no es perfecto, es querer tomar el rol de Dios. Job 31:15 dice “El que en el vientre me hizo a mi ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?”. En Isaías 45.10-13 leemos:  

“¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por qué diste a luz?! Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos. Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé. Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos”.

Para el cristiano, es necesario tener una conexión personal con Dios, lo que significa estar muy atento a la indicación y la voluntad de Dios. Incluso si van en contra de nuestra propia voluntad y razonamiento y en base a eso ser responsable por la decisión que uno tome.

Todo tiene que hacerse en fe y obediencia en el Dios Todopoderoso el que da y quita la vida, el juez justo, el que tiene un propósito divino y un insondable amor y cuidado por cada individuo, por la madre, el niño por nacer y cualquiera que esté involucrado

Cualquier decisión que se toma junto con Dios, mediante la oración,

Será un asunto que concierne solo a Dios, y aquí nadie puede emitir un juicio, solo Dios da y quita la vida. La Biblia siendo la palabra de Dios, es el fundamento de cómo conducirnos en nuestras vidas. Nuestra confianza está en Dios, el Creador Todopoderoso que conoce todas las cosas, también las vidas que no han nacido. Nosotros somos su creación, estamos llamados a vivir ante él en reverencia y admiración con plena e inquebrantable fe en su amor, bondad y sabiduría. 

Para la Iglesia Católica Apostólica y Romana, el aborto es la muerte provocada del feto, realizada por cualquier método y en cualquier momento del embarazo desde el instante mismo de la concepción. Y la cuestión del aborto provocado no es sólo un problema científico, político o social, también es, y en gran medida, un serio problema moral para cualquiera, sea o no creyente. Todo hombre y toda mujer, si no quieren negar la realidad de las cosas y defienden la vida y la dignidad humanas, han de procurar por todos los medios lícitos a su alcance que las leyes no permitan la muerte violenta de seres inocentes e indefensos. Pero los cristianos entre los que se cuentan los católicos, saben que la dignidad de la persona humana tiene su más profundo fundamento en el hecho de ser hijos de Dios y hermanos de Jesucristo, que se hizo hombre por amor a todos y cada uno de nosotros. 

Si vivimos nuestra fe, valoremos en toda su dimensión el drama terrible del aborto como un atentado contra esta dignidad sagrada. Más que de obligaciones adicionales, pues, habría que hablar de una más profunda y plena comprensión del valor de la persona humana, gracias a nuestra fe, como fundamento para nuestra actitud en favor de la vida, ya que sabemos que el olvido de Dios lleva con más facilidad al olvido de la dignidad humana. Quien consiente y deliberadamente practica un aborto, acepta que se lo practiquen o presta una colaboración indispensable a su realización, incurre en una culpa moral. Es decir, comete un pecado y un delito. La Iglesia ha entendido siempre que el aborto provocado es uno de los peores crímenes desde el punto de vista moral.

¿Será razonable pensar que un día la vida y la dignidad humanas se respetaron desde la concepción hasta la muerte? No es posible tener una respuesta contundente, pero hacia ese objetivo debe propugnar nuestra sociedad y aspirar un mundo justo. Las agresiones a la vida humana, especialmente de los inocentes que aún no nacen, tendrán siempre consecuencias dramáticas. Los cristianos sabemos que cuando las personas y las colectividades han reconocido a Jesucristo, este reconocimiento ha supuesto una afirmación de la vida sin parangón con cualquier otra cultura. Por eso debemos empeñarnos en la extensión de la presencia de Cristo en la sociedad, porque de este modo los hombres reconocerán su propia grandeza y podrán vivir con una nueva conciencia de su propia dignidad. Con el auxilio de Jesús y con el ejemplo de su propia vida, “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Lo primero que podemos y debemos hacer para afirmar la vida es vivir con la conciencia de su dignidad. Sólo afirmaremos la vida de otros si nosotros percibimos la nuestra en toda su grandeza y si nuestra conducta es coherente con nuestra convicción. El ejemplo de Jesús, tomando en serio a cada una de las personas que se encontraba, debe servirnos para que todos los que se crucen en nuestra vida se sientan valorados y tenidos en cuenta como seres únicos. Una afirmación así de la vida personal en nuestras experiencias cotidianas hará posible que surja, naturalmente, la estima por todos y cada uno de los seres humanos, también los concebidos y no nacidos. Pero junto a esta actitud general, caben muchas maneras concretas de trabajar específicamente en favor de la vida. 

Las líderes denominacionales deben trabajar en una Pastoral de la Vida que contemple una perspectiva interdisciplinaria, que incluya el ámbito médico, legal y político, formativo, teológico-moral, bioético, psicológico, social, científico e interreligioso. Haciendo ante todo la defensa de la vida, no solamente la que nace e inicia, sino en general, el cuidado desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. Deberá promoverse el valor y respeto de la vida, mediante la creación y consolidación de estructuras, acciones e instrumentos, a fin de consolidar una cultura que apoye el modelo ideal de la familia acorde a lo que señalan las Sagradas Escrituras. Así mismo establecer programas de apoyo psicológico a la mujer para que tenga la debida orientación antes de tomar una decisión tan trascendente.

Apoyar la celebración del “Dia internacional por la vida”, que se celebra el 25 de marzo, realizando talleres de información y actividades en favor de la vida, asistir a reuniones, asambleas, instalar comités de bioética con especialistas en diversas materias, que se enfoque en temas como el duelo, suicido, adultos mayores, mujeres en situación de postaborto y estados de depresión y ansiedad; e intentar la creación de una asociación de “Médicos por la Vida”.

Por lo pronto, como dice la conseja popular, cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar, se hace urgente la definición de posturas doctrinales al respecto por las diferentes denominaciones históricas.