Es abundante, por no decir abrumador, el caudal de ideas distorsionadas sobre Dios, su Palabra y la Iglesia, que más bien tienen un fundamento filosófico, cultural e ideológico que bíblico.
En alguna ocasión leí el libro de nuestro Hno. Gonzalo Báez-Camargo llamado “Repertorio de Disparates”, escrito bajo el seudónimo de Pedro Gringoire. El libro trata de todas las palabras o frases que decimos especialmente los mexicanos y que están mal empleadas, o mal dichas, ya sea por costumbre o por ignorancia.
De ahí me vino la idea de escribir o reflexionar sobre los disparates, pero no gramaticales, estructurales o de sintaxis – que por cierto en esta era virtual, se ha exponenciado el repertorio de disparates…se ha convertido en un discurso abundante y permanente de disparates en cuanto a lenguaje-, sino de aquellas ideas en el ámbito teológico que se dicen, promueven o toleran en la Iglesia actual, pero que no son correctas.
Es abundante, por no decir abrumador, el caudal de ideas distorsionadas sobre Dios, su Palabra y la Iglesia, que más bien tienen un fundamento filosófico, cultural e ideológico que bíblico. Incluso podemos tener ideas conceptuales más apegadas a nuestro sentimientos, emociones y tradiciones, que a las razones y justificaciones bíblicas. Jesús mismo ya había confrontado esta situación cuando dijo: “Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.” (Marcos 7:8).
Podemos plantear cualquier idea; no coartamos a nadie, a ninguno, el derecho de expresar sus ideas. Vivimos en un mundo que reclama constante su libre expresión. Pero el llamado es a que siempre estemos conscientes de que “son nuestras ideas y conceptos” mientras no podamos probar que ellos se desprenden y tienen su raíz y fundamento en la Palabra de Dios.
Nuestra propia Disciplina establece en los artículos de religión que no podemos pedir a nadie que crea algo que no podamos probar o establecer con la Palabra de Dios; ella es nuestra regla de fe y conducta (y yo añadiría, de pensar).
Nosotros los metodistas utilizamos el cuadrilátero wesleyano para construir y elaborar nuestros conceptos teológicos, doctrinales. Aún vamos más allá, pues lo aplicamos a nuestra quehacer o accionar como cristianos. Y un plus es que he encontrado que aún nuestra manera de gobierno tiene su fundamento en dicho cuadrilátero; de esto estoy convencido después de militar por más de 50 años en la Iglesia Metodista. Es de las Sagradas Escrituras, entonces, que brotan las doctrinas cristianas metodistas que se confirman en la experiencia personal, las corrobora y ordena la razón humana, se corrigen o complementan en la tradición y que nuestra denominación enfatiza de forma tan especial.
Estoy persuadido de que siempre cuando establecemos un concepto teológico, podemos estar equivocados; siempre existe esa posibilidad, y eso nos hace más cautos y cuidadosos que cuando creemos que somos los poseedores de la verdad, y que nosotros actuamos como oráculos divinos para traer la revelación de esa verdad.
Por ello debemos echar mano de todas las herramientas que Dios nos ha dado (la hermenéutica: Bíblia, idiomas originales, diccionarios bíblicos, concordancias, la historia, el contexto geográfico y cultural, etc.) y por supuesto la de guía del Espíritu Santo; que ya en alguna Conferencia General se había propuesto que se incluyera al cuadrilátero wesleyano, siendo ya éste no un cuadrilátero, sino un pentágono. Nunca en nosotros debe faltar la oración para buscar el sentido profundo, correcto y espiritual del mensaje de las Sagradas Escrituras.
Y ahora más que nunca estoy convencido que NO debemos ser “cobardes” para establecer la verdad versus relativismo o el concepto de narrativas personales. Bien dice la Palabra en Apocalipsis 21:8: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. También haciendo alusión a este texto él menciona a los mentirosos; esto incluye las medias verdades que expresamos cuando estamos tergiversando las Sagradas Escrituras, pues ellas mismas nos recomiendan que no debemos quitarles ni ponerles, porque al hacerlo nos arriesgamos a recibir las consecuencias de nuestra temeridad: “Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro” (Apocalipsis 22:19).
Además la defensa de la fe, del buen depósito de fe, es esa buena argumentación; no sólo es una descalificación, no es insultar a los demás con adjetivos calificativos que no ayudan en nada. Por eso expresa el apóstol Pedro en 1a. Pedro 3:15: “Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.
Finalmente esta serie de reflexiones también tiene el propósito de que detectemos los nuevos vientos ideológicos y teológicos (que de nuevos no tienen nada, son viejos), pero con una nueva presentación…no es más que la estrategia veterotestamentaria que usa Satanás:
- “No morirás”. Tú eres el dueño de tu vida, de tu destino; eres eterno, reencarnarás hasta el nirvana, etcétera.
- “Serán abiertos vuestros ojos sabiendo el bien y el mal”. Tú eres el dueño del conocimiento, de la verdad, de la sabiduría. Cree lo que tú quieres, es tu verdad, tu moral contra el mundo…
- “Seréis como dios”. No hay más dios que tú mismo..tú eres el importante. A Dios lo inventaste tú, tú moldéalo; moldea su Palabra, tú puedes crear..y crear tu propio mundo con tus palabras, tus figuras y tus ideas, tus imágenes, tu mundo virtual…
Así de antigua es esta situación…Y así de relevante es que la abordemos, pero sobre la Roca más Alta, Nuestro Alto Refugio; en la Columna y Baluarte de la Verdad: Su Palabra, su Iglesia, su Espíritu y bajo la perspectiva de Cristo mismo.
Pbro. Fernando Fuentes Amador
El Pbro. Fernando Fuentes A. se graduó de Licenciatura en Teología en 1988 en el Seminario Metodista Juan Wesley; Cuenta también con una Licenciatura en Teología en la Universidad Martin Luther King. Tiene 35 años de ministerio pastoral; en ellos fue Superintendente del Distrito San Pablo, y Obispo de la Conferencia Anual Oriental del 2014 al 2018. Graduó de la Licenciatura en Filosofía, por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Ha tomado diplomados en Evangelismo Explosivo y Finanzas. Actualmente es maestro del Seminario Metodista Juan Wesley, y pastorea la Iglesia Metodista Príncipe de Paz en San Pedro, Garza, García N.L.
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