En su devoción al estudio de la literatura lucana, el erudito I. Howard Marshall identificó que el escritor bíblico del tercer evangelio y del libro de Hechos fue tanto historiador como teólogo. Esta identificación de Lucas ha invitado a los estudiosos de las Sagradas Escrituras a mantener presente la consideración del binomio de los eventos históricos y su significado espiritual provisto por cada escritor santo o hagiógrafo (del griego ἅγιος, santo, y del latín -grăphus, ‒́grafo). Tanto la narrativa como el significado espiritual revelado de esa narrativa constituyen la doctrina escritural que fundamenta la fe cristiana.
Estas premisas son preponderantes y preeminentes en la enseñanza de la interpretación bíblica; por ello la presencia de diversas interpretaciones de eventos o conceptos históricos sin significado espiritual no debe sorprender. Por ejemplo, cuando hablamos del evento histórico que colonizó a México por el reino español no consideramos significados espirituales. Es posible identificar con precisión rasgos e implicaciones financieras, geográficas, morales o sociales de la colonización. No así con el significado espiritual de la misma, podrán atribuírsele muchos significados en conformidad a diferentes sistemas de creencias espirituales; sin embargo, ninguno de ellos puede presumir de ser preciso. En contra oposición, por ejemplo, en la interpretación bíblica el hecho histórico de la esclavitud de Israel registrado en el libro de Éxodo en forma de narrativa, y gracias a la revelación de Dios, brinda una interpretación espiritual precisa cuando las mismas Escrituras repetidamente invitan a Israel a tener una respuesta ante su Dios al recordar su esclavitud (i.e. Salmos 102, 103). Este binomio de evento histórico y significado espiritual propone una revisión constante a nuestra hermenéutica o método de obtener resultados entendibles y aplicables de nuestra lectura de las Sagradas Escrituras. Atendiendo esta propuesta se revisa lo siguiente:
Metodología Histórica
La historia es una colección de todos los eventos que ocurrieron en el pasado. El estudio de la historia, sin embargo, es el estudio de los cambios a lo largo del tiempo. Los historiadores intentan proporcionar cierta comprensión de esos cambios. El proceso mediante el cual los historiadores hacen esto se conoce colectivamente como metodología histórica. Los historiadores usan el método histórico para recopilar evidencia de eventos pasados, evaluar la evidencia e interpretar lo que la evidencia revela sobre las cosas que ocurrieron en la historia. El estudio de la historia no es una ciencia. Sin embargo, muchos aspectos del método histórico son científicos en su enfoque y requieren análisis, evaluación y pensamiento críticos. Dicho esto, interpretar el pasado está sujeto a las intenciones del individuo o historiador que saca las conclusiones. Esto da como resultado la posibilidad de diferentes interpretaciones de lo que ocurrió en la historia, incluso cuando los diferentes relatos se basan en la misma evidencia.
Evidencia Histórica
La evidencia histórica es cualquier cosa directamente relacionada con algún evento, persona o período del pasado. Revela información que ayuda a comprender mejor lo que sucedió. Lo primero que hace un historiador es buscar y recopilar una variedad de evidencia sobre la historia específica que está estudiando. Cuando lo hace, debe considerar qué evidencia proviene de fuentes primarias y cuáles provienen de fuentes secundarias. Las fuentes primarias fueron «testigos oculares» del evento, lo que significa que fueron parte de la historia real. Las fuentes secundarias nos han llegado a través de algún tipo de intermediario; no están directamente asociados con la historia que estamos estudiando, por lo que no fueron un «testigos presenciales» de los eventos históricos.
Una manera de entender esto es relacionándolo con algo como un accidente automovilístico. Si un oficial de policía llega a la escena del accidente, querrá recopilar información sobre lo sucedido para hacer un informe. Puede observar los vehículos y quizás el estado de las carreteras o los semáforos. Dado que los vehículos, la carretera y un semáforo fueron parte del accidente (o fueron testigos oculares del accidente), se considerarían fuentes primarias. El oficial también entrevistará a las personas que estuvieron involucradas en el accidente. También son testigos, por lo que también son fuentes primarias. Cuando el oficial de policía escribe su informe y saca conclusiones sobre lo que sucedió en el accidente, el informe es una fuente secundaria. El oficial de policía en realidad no vio el accidente. Simplemente están basando su relato del accidente en las fuentes primarias que recolectaron o examinaron.
Fuentes primarias
Como se señaló anteriormente, una fuente primaria está directamente relacionada con la historia que estamos estudiando, lo que significa que la fuente de conocimiento en realidad proviene del momento histórico en que sucedió. Hay una gran variedad de diferentes fuentes primarias en el contexto del estudio histórico. El historiador debe decidir en qué tipos de fuentes debe enfocarse para su tema específico de estudio. Hay disponibles diferentes fuentes primarias de diferentes períodos de la historia. Por ejemplo, no encontraríamos ningún video de la Revolución Mexicana porque no existían dispositivos de grabación de video, pero si es probable que encontrásemos fotografías. El fotógrafo fue testigo, entonces el fotógrafo no es fuente primaria, pero su fotografía sí lo es. De ahí que existan grandes variedades de fuentes primarias.
Fuentes secundarias
Las fuentes secundarias son el registro histórico de alguien que no experimentó de primera mano la historia que se está examinando. Por lo general, una fuente secundaria se basa en fuentes primarias y es una interpretación basada en la evidencia encontrada en esas fuentes. Las fuentes secundarias nos brindan interpretaciones históricas existentes y pueden ser útiles cuando tratamos de comprender lo que alguien más ha concluido sobre los eventos históricos. Diríamos que la teoría de la razón de la fundación de Tenochtitlán está basada en fuentes secundarias. Debido a que no hay otras referencias primaras, sólo se concluye que Tenochtitlán fue fundada y el consenso de la razón por la cual fue fundada se considera una leyenda o mito.
Tradición Oral
Para muchas sociedades que no tuvieron o no tienen un lenguaje escrito, la tradición oral de transmitir historias o información de una generación a la siguiente ha jugado un papel importante en la preservación de su cultura e historia. Ya sea una historia sobre un héroe que luchó contra un ataque enemigo o los ingredientes que la tatarabuela usó en su guisado festivo, la existencia de una tradición oral ha permitido que se conserve esta información. Al igual que con cualquier escenario en el que la información se transmita verbalmente, los historiadores deben reconocer que la historia tal como se cuenta hoy puede no ser el evento histórico que ocurrió o se transmitió hace cien años, pero eso no significa que la información no sea veraz o valiosa.
Historia y Teología
Al realizar la revisión de conceptos básicos de los procesos hermenéuticos en la historia se concluye que hubo escritores bíblicos o hagiógrafos que sí recolectaron información de los testigos y declarantes presenciales concatenadas a la tradición oral, como el registro de huerto del Edén, o la experiencia de Job, o la travesía de Rut. Del mismo modo, también entre los hagiógrafos hubo espectadores y hasta protagonistas de los eventos narrados en las Escrituras. Ejemplos de ellos son, Moisés, Samuel, Daniel, Esdras, los profetas y los apóstoles. Por ello, es necesario admitir que muchos de los acontecimientos bíblicos no tienen fuentes primarias. La única mención de algunos eventos registrados y descritos en las Escrituras sólo están en ellas mismas, ya sea por el producto de la tradición oral, por la recopilación de fuentes secundarias, o por el testimonio de fuentes primarias. Es decir, las Sagradas Escrituras son la única fuente de referencia porque ¡los hagiógrafos fueron historiadores! No sólo eso: también fueron teólogos.
Las Escrituras narran descriptivamente los eventos con precisión que tienen múltiples referentes de fuentes primarias constatando la exigencia del registro de eventos fidedignos y fehacientes. Gracias a esto, la inclusión del significado espiritual o significado teológico del evento también es considerado como preciso. Esto atañe a la doctrina de la inspiración divina (2 Timoteo 3:16-17), que propone que el hagiógrafo fue inspirado por el Espíritu Santo para registrar los pormenores relevantes del evento histórico pertinente, para hacerlo correctamente, y para brindar el significado bíblico dicho evento registrado. De esta manera, la veracidad del registro se dice que es inerrante e infalible. Esto significa que las acciones de recopilación de información, de registro, transmisión y preservación no contienen errores que dañen la comunicación; dictan con eficiencia y eficacia la realidad física y espiritual que aconteció. La comunicación de los acontecimientos y del significado espiritual de los mismos es suficiente, los hagiógrafos comunicaron de tal manera que no falta ni sobra nada relevante para los propósitos espirituales, que son los propósitos preponderantes y preeminentes del registro histórico.
Hagiointerpretati
Como ministros de la Iglesia y hermeneutas de las Sagradas Escrituras no somos ignorantes de nuestro quehacer. Sabemos que para tener resultados de interpretación entendible y relevante a la Iglesia Mexicana de la tercera década del siglo XXI debemos atender tanto la historia registrada como la teología revelada en el texto bíblico. No podemos divorciar al evento histórico de su interpretación teológica pronunciada por Dios. Se nos ha encomendado no añadir ni sustraer a la enseñanza de Jesús (Apocalipsis 22:18-19), no dividir incorrectamente la Palabra de Verdad (2 Timoteo 2:15), no ser neófito de conocimiento bíblico (1 Timoteo 3:6-8). y no tomar el nombre de Dios en vano (Éxodo 20:7).
Sedientos de obediencia, más aún, con ferviente celo, reconocemos que Jesús resucitado instruyó a sus discípulos señalando que las Escrituras se referían a él (Lucas 24:27). Efectivamente, todos y cada uno de los eventos históricos que están registrados en las Escrituras acontecieron precisamente para que Jesús fuera crucificado y resucitado. Asimismo, el significado espiritual de aquellos eventos históricos responde al mismo sentido que tiene la crucifixión y resurrección de Jesucristo, es decir, nuestra salvación. Reiteramos que el significado de cada acontecimiento histórico -y aún de cada significado teológico registrado en las Escrituras- está relacionado con Cristo Jesús. Más que un tipo o una sombra, toda la historia registrada y todo el significado revelado de esa historia en los 39 libros canónicos del Antiguo Testamento precisamente tienen su sentido correcto en la manifestación histórica y consumación espiritual de la obra salvífica de Cristo Jesús.
Ante esto, entendamos entonces que el esfuerzo que otros extendieron por causa nuestra -aquel esfuerzo de los hagiógrafos que se disciplinaran para recopilar, registrar y transmitir la historia con significado salvífico- fue también el esfuerzo de los padres de la Iglesia por heredarnos el Canon Bíblico (382 d.C.). Ellos descartaron registros y significados ajenos a la verdad y la realidad por causa del santo nombre de Dios y de la Iglesia. La demanda de un esfuerzo integral ha perdurado y nos llega a nuestro regazo.
Es nuestro turno. Hemos tomado la estafeta. Cuando ministramos -es decir, cuando predicamos, evangelizamos, consolamos, adoramos o enseñamos a la iglesia- no hay lugar para que decepcionemos a la generación venidera, ya sea descuidando la instrucción de los eventos históricos, o descuidando el acompañamiento de su significado revelado. Como interpretas, como estudiosos y amantes de las Escrituras, como respetuosos de la autoridad escritural, ¿por qué razón querríamos añadir o quitar? Realmente no hay justificación alguna para quitar instrucción histórica ni hay justificación para substraer verdad revelada. Hagamos el esfuerzo de interpretar haciendo el proceso hermenéutico completo de manera correcta y adecuada. Que el calibre de nuestro esfuerzo para interpretar también sea la santidad; alejémonos del querer interrumpir el significado que Dios mismo les ha dado a todos y cada uno de los eventos que él ordenó y ejecutó para salvarnos en Cristo Jesús. De esa manera seremos santos interpretas, todos seremos hagiointerpretati (del griego ἅγιος, santo, y del latín –interpetati, interpretas plural).
Por Gabriela Tijerina
PhD
Referencias
- Marshall, I. Howard (1970). Luke: Historian and Theologian. Exeter: Paternoster Press.
- Marshall, I. Howard (1977). New Testament Interpretation. Exeter: Paternoster Press.
- Marshall, I. Howard (1977). I Believe in the Historical Jesus. London: Hodder & Stoughton.
- Marshall, I. Howard; Peterson, D. (1998). Witness to the Gospel: The Theology of the Book of Acts. Grand Rapids: Eerdmans.
- Marshall, I. Howard; Vanhoozer, Kevin J.; Porter, Stanley E. (2004). Beyond the Bible: Moving from Scripture to Theology. Grand Rapids: Baker Academic.
- Marshall, I. Howard (2004). New Testament Theology: Many Witnesses, One Gospel. Downers Grove: Inter-Varsity Press.
Agosto 25, 2022
Semblanza: Gabriela Tijerina es doctora en Biblia, escritora, maestra y conferencista. Ha sido docente en el Seminario Metodista Juan Wesley y rectora académica en otros seminarios. Actualmente reside en el estado de Michigan, EEUU, con su esposo Sky.