El título de este artículo es una pregunta que a simple vista parece fácil de responder. Usted y yo podemos pensar en una respuesta rápida sobre lo que las Sagradas Escrituras representan para nuestra vida; sin embargo, esta pregunta requiere que hagamos un análisis de lo que la Biblia es a la luz de su naturaleza y propósito.
A diferencia de otros libros, la Biblia es un libro especial que no ha perdido su relevancia a pesar de que su escritura se comenzó aproximadamente hace más de 3,000 años cuando las historias del Pentateuco estaban en pleno apogeo. La Biblia es un libro que no es propio de una sola cultura, pues se ha traducido en una gran cantidad de idiomas y su mensaje se ha predicado en una gran cantidad de países. Además de todo esto, la Biblia es un libro que tiene más de 40 autores y todos ellos fueron inspirados por Dios para que todo su contenido estuviera en unidad y representara la voluntad divina.
Por encima de todo lo dicho anteriormente, la Biblia es especial porque ella es la palabra de Dios. La Biblia es la palabra de Dios revelada a los seres humanos por medio de la inspiración del Espíritu Santo y registrada por santos hombres de Dios usando sus propias competencias. A la luz de esta afirmación se entiende que la Biblia tiene una doble naturaleza: es divina y humana. La Biblia es divina gracias a los procesos de revelación e inspiración.
El concepto de revelación se define como la develación de lo no conocido, como la manifestación de lo oculto; y no por ello la Biblia es tomada como un misterio, sino como la forma en la que Dios mismo dio a conocer su identidad, su carácter, su obra y su voluntad. La única manera de conocer este mensaje de Dios es a través de la revelación, ya que para el ser humano es imposible conocer a la divinidad por sus propios medios. Dios es trascendente a la creación, y su grandeza no hay quien la comprenda. La mente humana no puede comprender en su totalidad al ser divino y los sentidos no son un medio por el cual Dios puede ser concebido ni explicado detalladamente. Por esta razón, Dios mismo decidió darse a conocer y a esto le llamamos revelación.
Por fe, entendemos que las Escrituras son la revelación de Dios que representan el criterio para definir si alguna otra manifestación, sea personal o congregacional, es o no una experiencia de revelación divina (ejemplo de estas manifestaciones podrían ser sueños, visiones, profecías, conversaciones, expresiones en servicios religiosos, etc.).
Por otro lado, a la manera en que los hombres conciben la revelación y escriben sobre ella le llamamos inspiración. La Biblia fue escrita por inspiración del Espíritu Santo, ya que esta persona de la Trinidad guió a los hagiógrafos para ver los aspectos que Dios reveló y para escribir sobre ellos sin errores ni tergiversaciones de la verdad que se concebía como revelada.
El Espíritu Santo capacitó a los santos hombres de Dios para meditar en las experiencias que vivían, en la historia, en las personas con las que se relacionaban, en los hechos que escuchaban en las tradiciones orales, en otros escritos que circulaban en sus tiempos y en la vida, persona y obra de Jesucristo para así escribir las verdades que encontramos en las Escrituras.
Esta inspiración fue la guía de Dios para que su mensaje llegara al hombre como verdad revelada. Toda la Escritura es inspirada por Dios (2° Timoteo 3:16), no hay porción alguna que no sea producto de la intervención divina en el proceso de escritura.
Hasta este punto se ha desarrollado el concepto de Biblia como palabra de Dios revelada a los seres humanos por medio de la inspiración del Espíritu Santo; pero ahora hablaremos de la participación del hombre en la redacción de este libro especial.
El hombre tomó un papel activo en la redacción de la Biblia. Gracias a ellos la palabra de Dios fue redactada. Los 66 libros de la Biblia fueron escritos por más de 40 autores distintos en un tiempo aproximado de 2,600 años. Muchos de estos autores no se conocieron entre sí, ellos hablaron diferentes idiomas, vivieron en diferentes culturas y se desenvolvieron en distintos contextos sociales; sin embargo, todos fueron guiados por el Espíritu Santo (inspirados) para escribir sobre la misma revelación, sobre la palabra de Dios.
Aunque los hagiógrafos fueron guiados por el Espíritu Santo, ellos utilizaron sus competencias o capacidades para escribir lo que percibían de la revelación. Por esta razón en las Escrituras encontramos distintos géneros y estilos literarios, distintos niveles de lenguaje, distintas percepciones de la misma realidad, distintos idiomas en la redacción, distintos usos de palabras, etc.
Por lo anterior es posible afirmar que la Biblia comparte una naturaleza divina a través de la revelación e inspiración y una naturaleza humana a través de la percepción y la redacción. Estas naturalezas se complementan y son imposibles de separar en la Escritura. Sin revelación e inspiración no tendríamos las Sagradas Escrituras; pero también sin la participación humana no habría Escrituras.
Esta doble naturaleza de la Escritura debe ser concebida no sólo para hablar del proceso por medio del cual fue escrita, sino también para meditar en la manera en la cual debe ser leída. Todo lector de la Biblia tiene la necesidad de pedir a Dios que su Espíritu le guíe a reconocer e interpretar las verdades que a través de ella revela, y también tiene la necesidad de prestar atención e interpretar usando las herramientas correctas para entender lo que los hombres de Dios escribieron utilizando sus capacidades como seres humanos.
Ante lo descrito anteriormente, me gustaría terminar este escrito con algunas recomendaciones para una correcta lectura de la Biblia y una sana interpretación:
- Ore para pedir sabiduría divina al tomar tiempo de leer e interpretar la Biblia.
- Reconozca que la revelación tiene implicaciones de fe, esto es, que lo que usted está a punto de leer va más allá de mera información, historia o experiencia; es revelación de Dios que nos lleva a conocerle más. Siempre al leer las Escrituras medite en lo que usted puede aprender de Dios, de su carácter y obra.
- Identifique la manera en que el texto que leyó se relaciona con el propósito de las Escrituras, que es hablarnos de la salvación provista por Dios para que el ser humano tenga una relación con Él. Entonces, al leer, identifique lo que usted puede aprender para acercarse más a Dios.
- Distinga las formas en las que el texto que lee está escrito. Recuerde que cada género literario tiene particularidades y esto nos ayuda a entender mejor y a interpretar correctamente.
- Medite en el contexto en el que fue escrito el texto y piense de qué manera ese texto tiene aplicaciones para la fe y práctica contemporánea.
Jefté Cepeda Hernández, Presbítero Itinerante de la Conferencia Anual Oriental. Actualmente pastoreando en la congregación Nueva Bethel en Frontera, Coahuila. Es Licenciado en Teología egresado del Seminario Metodista Juan Wesley en Monterrey, Nuevo León. Cuenta con el título de Maestro en Divinidades con especialización en Teología Antiguo Testamento por la Universidad Hoseo en Corea del Sur y el título de Maestro en Artes con énfasis en Interpretación Bíblica por el Seminario Todas las Naciones en Cd. Juárez, Chihuahua.