Los metodistas y el mes patrio

Los metodistas y el mes patrio

Daniel Escorza Rodríguez

Desde su implantación en México, en 1873, los misioneros metodistas lograron integrar y motivar entres sus adeptos mexicanos una especie de fervor nacionalista, que algunos autores han caracterizado como una «religión cívica”. En efecto, además del conocimiento bíblico, quienes optaban por esta novedosa alternativa cristiana, en las últimas décadas del siglo XIX, también se instruían en la historia nacional, en el respeto a los símbolos patrios y a los héroes de nuestra historia. Una de las festividades cívicas más importantes fue la del 16 de septiembre, proclamada como el día de la Independencia.

Las primeras imágenes del metodismo mexicano relacionadas con las fiestas patrias las encontramos en la prensa del siglo XIX. Los periódicos oficiales de ambas ramas del metodismo,como El Abogado Cristiano y El Evangelista Mexicano, comenzaron a difundir y a divulgar, en el sentido amplio del término, un cúmulo de imágenes, que en términos generales trataban de imbuir en sus correligionarios el respeto y conocimiento de la historia del país.

Si bien, las primeras imágenes publicadas en El Abogado Cristiano Ilustrado, a finales de la década de 1870, son muy variadas (temas bíblicos, escenas de la vida cotidiana, vistas de ciudades o paisajes de otros países, o temas de la historia del protestantismo), muy pronto se incorporaron los temas del ámbito político-histórico. En algunas ocasiones el periódico incluía algunos grabados del presidente en funciones, Porfirio Díaz, y a partir de la década de 1890 se presentaron fotografías en medio tono del mismo personaje.

De esta forma, podemos observar que uno de los temas visuales más socorridos a lo largo de las dos últimas décadas del siglo XIX fue la historia patria. En la edición de El Abogado Cristiano Ilustrado de septiembre de 1882 encontramos la primera referencia visual al tema de la Independencia, ya que en la portada se representa una imagen de Miguel Hidalgo y Costilla.  Esta imagen es la versión en grabado del célebre óleo pintado por Joaquín Ramírez, denominado “Retrato del Benemérito de la Patria Don Miguel Hidalgo y Costilla”.

Este óleo sobre tela de 240 x 156 cm., fue elaborado por el artista Ramírez en 1865, durante el imperio de Maximiliano, y fue exhibido en la 13ª. Exposición de la Academia de San Carlos, realizada en noviembre de ese mismo año. En el lienzo, Hidalgo aparece representado en lo que parece ser la casa parroquial de Dolores, Gto. De pie, la figura señala con la mano derecha un documento colocado sobre una mesa.  Es interesante observar que en este óleo original, al fondo de la escena resalta una imagen de la Virgen de Guadalupe, icono por antonomasia de la lucha insurgente que acompañó a la hueste acaudillada por el cura de Dolores. Sin embargo, en el grabado del periódico metodista, la imagen guadalupana se desvanece para dejar paso a un librero, probablemente resaltando el significado de la lectura y de los libros para la nación sumida en la ignorancia y el fanatismo, según la apreciación de los misioneros metodistas. Junto a éste, del lado derecho aparece un reloj que marca las 5:55 horas, quizá dando a entender los minutos que transcurrieron en la víspera del llamado a la insurgencia la madrugada del 16 de septiembre.

El texto que acompaña este grabado en la mencionada edición de 1882 es del laico metodista Emilio Fuentes y Betancourt, con el sugerente título de “El Padre de la Independencia mexicana”. Seguramente el redactor retoma la idea del gran escritor liberal Ignacio Ramírez, quien en 1861 había declarado a Hidalgo como un padre: el “Padre de la Patria”. La representación de los próceres de la independencia va a ser recurrente en el periódico metodista en el transcurso de los años posteriores. Por ejemplo, esta imagen de Miguel Hidalgo como grabado se repite en septiembre de 1890 y de 1891 y prácticamente en cada año de esa década y de la del nuevo siglo, a partir de 1900. Además de Hidalgo, eventualmente se incluyen las figuras de José María Morelos, de Ignacio Allende y de Mariano Matamoros.

El trasfondo en donde se inserta esta imagen en la prensa metodista mexicana es la contienda (no sólo militar, sino primordialmente ideológica) entre los liberales y los conservadores, durante una buena parte del siglo XIX. Si lo ponemos en su justa dimensión, desde la década de 1820, hasta por lo menos la de 1860, con el triunfo de la república juarista, la querella por el origen de la nacionalidad había polarizado la situación entre ambos grupos antagónicos, de tal manera que en aquellos años existía una especie de dualidad acerca de la génesis y razón de la Independencia. Por un lado, los liberales ponderaban la imagen del cura Hidalgo como iniciador de la Independencia, el 16 de septiembre de 1810, e iniciada en Dolores, Guanajuato. En contraste, los conservadores argumentaban que el consumador de la Independencia había sido Agustín de Iturbide y por lo tanto el día de la Independencia debía conmemorarse el 27 de septiembre, y la ciudad más importante de tal acontecimiento era Iguala, Guerrero. Además, señalaban que el año de la Independencia era 1821, y no 1810.

De tal forma, la raigambre ideológica relacionada con la fundación de la nación mexicana, que se fue construyendo en los primeros metodistas mexicanos, provenía de los liberales, de la tradición de escritores como Luis de la Rosa, José María Lafragua, Mariano Otero, y desde luego Guillermo Prieto, cuyos textos relativos a la Independencia aparecen, por cierto, en las páginas del periódico metodista en septiembre de 1890. Ello explica por qué en las páginas de El Abogado Cristiano no hemos encontrado ninguna referencia, ni siquiera textos de la versión de la historia de Lucas Alamán, de Lorenzo de Zavala, o del mismo Dr. Mora.

Indudablemente los discursos y escritos de Ignacio Ramírez y de Ignacio Manuel Altamirano entre 1855 y 1861 van a inspirar el pensamiento de los metodistas mexicanos de la generación posterior, de tal manera que para 1882 el Abogado Cristiano defiende la idea de la Independencia, como una liberación del fanatismo, de la idolatría, y en general de un México libre. En razón de ello, el héroe epónimo será Miguel Hidalgo y Costilla, y su efigie será la más popular entre los protestantes mexicanos.

Por otra parte, es interesante observar que en 1884, la viñeta que acompaña el título del periódico va a cambiar. De ser una especie de paloma entre nubes, como fondo de las letras de El Abogado Cristiano Ilustrado, a partir de noviembre de 1884, se incorporarán elementos más sugerentes, como por ejemplo un águila de frente, con las alas desplegadas, y devorando una serpiente, además de objetos de labranza, que es la representación del trabajo y del esfuerzo en el campo mexicano.

Del lado izquierdo, la Biblia abierta; y del lado derecho, dos volcanes que representan la orografía de la altiplanicie de la cuenca de México. Esta viñeta con el paso de los años evolucionará hasta los inicios del siglo XX, en 1902, cuando se incluye una composición visual que deja ver los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, así como el campo mexicano representado con cactus y nopales. El águila devorando a la serpiente será sustituida por una paloma con una rama de laurel en el pico.

La representación del movimiento de Independencia en el periódico metodista El Abogado Cristiano Ilustrado llegó a su cenit con el centenario en 1910. Las fiestas del Centenario, de acuerdo con la visión porfirista, era el corolario del régimen de Porfirio Díaz, y probablemente ninguna institución social se sustrajo a su influjo. Por lo que respecta a la publicación metodista, se realizó una edición especial el 8 de septiembre de 1910 denominada ¡Ave Patria! 1810-1910.  Publicación que, por cierto, fue re-editada en una versión facsimilar en mayo de 2004 por el entonces Director de Archivo e Historia, Luis Rublúo Islas. En este documento periodístico se reunieron 34 textos tanto de notables escritores mexicanos como José María Lafragua y Francisco Zarco, como de los historiógrafos metodistas de la época, entre ellos: Pedro Flores Valderrama, Leopoldo García, Norberto Mercado, Gorgonio Cora y Jorge A. Osorio, entre otros.

No obstante la riqueza literaria, en el aspecto visual la publicación es muy limitada. La viñeta del Abogado Cristiano muestra el águila devorando la serpiente, con las alas desplegadas. Como portada el retrato de busto de Miguel Hidalgo y Costilla, que repite el mismo motivo gráfico de las ediciones de 1894 y de 1900, entre otras. En las páginas interiores encontramos unos pequeños retratos de José María Morelos y de Vicente Guerrero.

A manera de conclusión, podemos asegurar que en las primeras décadas de implantación del metodismo mexicano, los adeptos recibían una formación cívica e histórica que les permitía relacionar su entorno social con su nuevo credo metodista. La Independencia de 1810 se relacionaba con la lucha contra el fanatismo y la ignorancia, contra la esclavitud de los vicios y contra el atraso del pueblo mexicano. A Hidalgo se le veía como un nuevo Moisés que sacaba de la esclavitud al pueblo sumido en el oscurantismo. Este es el sentido que los metodistas de las últimas décadas del siglo XIX, y hasta antes de la Revolución, le otorgaron a las Fiestas Patrias. 


*Daniel Escorza Rodríguez. (n. Pachuca, Hgo., 1963) Historiador e investigador. Asiste a la Iglesia Metodista Getsemaní, de Mineral de la Reforma, Hidalgo, (CAS). Es miembro de número de la SEHIMM. Su más reciente publicación es: Casasola, otro rostro, México, Vestalia/INAH, 2020.