Eleazar Rivera García
Eran tiempos de avivamiento en La Trinidad de Chihuahua al principio de los años setenta. Tiempos en que nos reuníamos cada noche de la semana para cultos de oración, alabanza y testimonio. Frecuentemente la gente se iba a su casa muy cerca de la media noche. En la mañana todos iban a sus negocios muy temprano, al trabajo o a la escuela, y en la tarde otra vez estaban en la iglesia frescos. Se producía el milagro diario de recibir fuerzas de lo alto para vivir exuberantemente.
En una ocasión, cuando la gente y el pastor, Rubén Pedro Rivera, se habían ido ya, muy cerca de la media noche, me tocó cerrar las puertas del templo y luego de hacerlo me senté en el escalón, por la calle Coronado donde ahora está la rampa, para seguir disfrutando de la paz y el gozo generado durante la reunión. La noche estaba tranquila, no había nadie en la calle; y de repente, suavemente, sin nada que lo anunciara de una manera especial, la melodía comenzó a venir a mí. Completa así como la conocemos. Nunca le hice ningún cambio. En ese momento utilicé el truco de darle una letra fantasma para poder recordarla. Se quedó en mí por algunos años, hasta que me fui al seminario y, llegado el momento de la graduación, surgió la idea de que los seminaristas cantaran unos cantos especiales. Recordé la melodía y empecé a trabajar en la letra, lo que me tomó casi una semana.
Mi sentir hacia este canto es diferente al de muchos de los otros que he hecho. Hubo una ocasión en que quise hacerle algunos cambios a la letra, pero me encontré con la oposición de los que lo cantaron por primera vez. Así que lo deje por la paz. Lo escuché cantar en varias ocasiones con algunas pequeñas variantes y alguien me preguntó por qué no hacía algo. La razón para ello es que perdí el sentimiento de que el canto era mío. Al mirar a los que lo cantaban tuve la sensación de que ya les pertenecía a ell@s y que podían cantarlo como lo sentían. Aun cuando algunos lo llaman “Su Voz Lanzó el Señor”, yo prefiero llamarlo “El Dulce Calorcito de su Voz.” ERiveraG

(Esta nota fue publicada en un grupo de Facebook titulado “Ex-seminaristas del Juan Wesley haciendo ministerio hispano”, compartida por cortesía del Pbro. Fernando Fuentes Amador)
Yo lo escuche por primera vez en una visita que hicimos al seminario; estábamos muy jovencitas pero al escucharlo verdaderamente pude sentir el dulce calorcito de su voz.
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Hermoso canto, aún y cuando nunca fui seminarista, lo cantó y me emociona muchísimo
Un abrazo a mi hermano Eleazar!!
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Bella historia!!!!!
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Hermoso canto como olvidarlo en mi Alma Mater. SMJW.
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