El presente documento es una adaptación de una conferencia compartida en el Retiro Conferencial de Pastores 2023, de la Conferencia Anual Oriental.
Quiero iniciar haciendo algunas preguntas: ¿Cuántos de mis compañeros pastores, mayores de 35 años tienen cuenta de Tiktok? ¿BeReal? ¿Instagram? ¿Twitter? ¿Telegram? ¿Pinterest? ¿Snapchat? ¿Twitch? Si tienes nietos, ¿cuándo fue la última vez que tuviste una conversación con alguno de tus nietos? Si eres menor de 35 años, ¿cuándo fue la última vez que una persona con 20 años o más que tú vino a pedirte un consejo? Durante los últimos dos días (en nuestro retiro pastoral), ¿cuántos han tomado 15 minutos para charlar con alguien 20 años mayor (o 20 años menor) que tú?
Pero la pregunta principal es: ¿Estás conectado con otras generaciones?
Preparando un culto para impactar a las nuevas generaciones.
Qué retador el título de este tiempo, y cuántas complejidades y contradicciones.
Mi objetivo el día de hoy es definir algunas ideas clave para desenmarañar este título tan retador:
- Generaciones
- Mensaje
- Culto
GENERACIONES
Nuestro Dios es un Dios generacional. Tengo el privilegio de pastorear una iglesia generacional. Hace unas semanas un miembro de la iglesia dijo algo que conmovió mi corazón: me encanta la iglesia. Me gusta que es tan diversa; lo mismo te saluda una ancianita, que un hombre con botas y sombrero, que un jovencito, que una niña de 6 años.
El salmo 145 dice:
4 Que cada generación cuente a sus hijos de tus poderosos actos
y que proclame tu poder. (NTV)
4 Generación a generación celebrará tus obras,
Y anunciará tus poderosos hechos.(RV60)
Somos los responsables de que nuestra generación y la siguiente conozcan a Dios. Y me temo que de pronto no comprendemos esa responsabilidad tan valiosa. Hace unos años, durante mi tiempo como estudiante, la pastora Mary Gonzalez nos platicaba que ella junto a otro pastor estaban platicando y llegaron a una conclusión: ¿ya te fijaste que ya no hay pastores viejos? Ya sabe usted a donde llegó esa conversación. Ese día se dieron cuenta que ahora ellos eran los “pastores de experiencia”.
Me gustaría presentar algunas definiciones que pueden ser muy importantes. Una generación es toda la gente que nace y vive más o menos al mismo tiempo, considerada colectivamente; experimentan los mismos acontecimientos importantes en un tiempo determinado y con experiencias históricas que las identifican. La historia nos ha dado varios momentos cruciales que han marcado a una cierta población. Y globalmente hay momentos (o años en particular) que sorpresivamente tienen más o menos los mismos fenómenos sociales de manera global. Por ejemplo, el año 68 es un año crucial en la historia de occidente; en los Estados Unidos, en Francia, en Alemania y en México (entre otras naciones) sucedieron eventos relacionados con la juventud, que transformaron la historia del mundo.
Logramos distinguir que entre una generación y otra hay elementos tan significativos que hacen que sea sencillo observarlas: Hablan igual, tienen más o menos los mismos intereses, distinguen una particularidad en sus motivaciones, la cosmovisión tiene más o menos la misma orientación. Considerando esto, es importante notar que los saltos generacionales son al mismo tiempo una amenaza a la estabilidad, tanto como la oportunidad de transformación social.
Si hablamos de generaciones, usted conoce, y ha escuchado los nombres con que los sociólogos las identifican:
- Silenciosa.
- Baby boomers
- X
- Milenials
- Z
- Alfa.
Siempre habrá nuevas generaciones; ésta es una tensión que la iglesia enfrentará permanentemente. Afortunadamente la gente de Dios tenemos en la escritura porciones llenas de esperanza para enfrentar los retos generacionales:
“Señor, a lo largo de todas las generaciones, ¡tú has sido nuestro hogar! Antes de que nacieran las montañas, antes de que dieras vida a la tierra y al mundo, desde el principio y hasta el fin, tú eres Dios.”
Salmos 90:1-2 NTV
Los refugios son importantes para cuando llegan las tormentas. ¿Cuáles son las tormentas que atacan a las generaciones? Debemos entender que la iglesia somos el lugar donde las distintas generaciones pueden encontrarse con el Refugio que necesitan. Hay una tensión generacional en particular con la que la iglesia está lidiando: institución vs. Relación.
Por un lado, un grupo de entre nosotros, a quienes el deber ser nos dice que el liderazgo se reconoce por su institucionalidad. Él es el pastor, porque esa es su función; y yo decido cuadrarme a su autoridad, porque es lo correcto. Pero habemos otros, que abordamos el asunto del liderazgo desde la perspectiva relacional.
Intencionalidad en estar cerca, y hacer vínculo con las personas, y ellas con nosotros. Ellos dicen: él es mi pastor porque está cerca, me conoce, está conmigo. Las nuevas generaciones esperan de ti, que seas intencional en estar presente relacionalmente, y no sólo institucionalmente.
Las nuevas generaciones más que nunca esperan que te relaciones con ellos, para conocerlos, y que logres que tengan el deseo de sentarse contigo y escucharte. Porque las nuevas generaciones no se alcanzan desde el micrófono y el púlpito. Son intensamente relacionales. A menos que seamos intencionales, la distancia aumenta.
Déjame te pongo algunos ejemplos: ¿Sabes por qué tus adolescentes siguen a influencers? Es fácil identificarse con ellos. Tienen afinidades, hablan su idioma, son “como yo” y exitosos.
Mi hijo menor graduó de preescolar el año pasado, y aquellos años en los que los niños querían ser bomberos, doctores o policías ya pasaron de moda. Hoy el 80 % dijo querer ser YouTuber, streamer, influencer, etc. Mi niño dijo querer ser contador, porque en ese entonces sabía contar del 1 al 20. Pero con este ejemplo sigo cuestionando: ¿Conoces al youtuber/influencer favorito de tus hijos? ¿Conoces la música de tus hijos? pero su verdadera música, no la que te dicen que escuchan. Porque esta nueva generación tiene una capacidad increíble de hacernos creer que no hacen nada, pero al mismo tiempo, de hacer lo que ni te imaginas. Y nos exige, a papás, y especialmente a pastores, actualizarnos.
Quiero tomar un espacio para nombrar algunos grupos de K-Pop y Streamers famosos (al escribir este documento): Blackpink, BTS, red velvet, nct, super junior, twice, Auron, Rubius, Grefg, Jelty, Juan Guarnizo, elded, Pipe Punk, Ari gameplays, Spreen. ¿Conoces a alguno de ellos?
Las siguientes son algunas de las frases que escuchamos durante nuestro retiro de pastores, entre los comentarios de comida, o entre conferencias y charlas:
“Ahora los videos se llaman reels”
“Esto es un tera-proyecto”
“Esa información estará en el ciber espacio”
Son sólo algunas frases que describen que quizá necesitamos actualizarnos un poco. No es mi intención ser ofensivo ni burlarme, sino hacer notar lo distanciados que estamos de las nuevas generaciones. Necesito conocer y entender a las generaciones; porque siempre habrá nuevas generaciones; y el reto para la iglesia jamás terminará hasta que Cristo regrese. La pregunta no sólo es si conoces las otras generaciones, sino si logras conectar con ellas.
EL MENSAJE
La iglesia es portadora de un tesoro invaluable, que no es un objeto, no se puede tocar, incluso no se puede ver.
Los grandes valuadores no lo comprenden, no cotiza en la bolsa, no puedes invertir tus ahorros en él.
Pero es lo más valioso que ha sido entregado de parte de Dios a la humanidad: EL EVANGELIO.
Juan 3:16-17
16 «Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él».
Dios envió a su hijo para que el mundo fuera salvo por Él. Y la enemistad se convirtió en relación; y quienes éramos ajenos, odiados, fuimos hechos sus hijos. Y toda la maldad del corazón del hombre ahora podía ser limpiada.
La salvación del ser humano es un acto divino; es una iniciativa de Dios de restaurar al ser humano caído, alejado, perdido. Pero el acto de salvación del ser humano requiere una respuesta. Dios nos salva; nosotros respondemos. Y esa respuesta depende de un detalle simple, pero extraordinariamente importante: ESCUCHAR. Ninguna persona podrá conocer a Dios, a menos que escuche EL MENSAJE. Es así como EL ACTO de la salvación requiere de un eslabón indispensable: LA NOTICIA de la salvación.
Romanos 10 lo presenta de la siguiente manera:
14¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en él? ¿Y cómo pueden creer en él si nunca han oído de él? ¿Y cómo pueden oír de él a menos que alguien se lo diga? ¿Y cómo irá alguien a contarles sin ser enviado? Por eso, las Escrituras dicen: «¡Qué hermosos son los pies de los mensajeros que traen buenas noticias!».
Pablo está consciente de esta tensión, que ha existido desde el inicio mismo de la iglesia: ¿CÓMO PODRÁN CREER SI NUNCA HAN OÍDO DE ÉL? En un mundo donde debemos ser “tolerantes” con las distintas maneras de pensar; donde convivimos con muchos tipos de fe, varias de ellas distintas a la nuestra; viviendo en ambientes laico-seculares, post-cristianos, que casi nos prohíben hablar de Dios y de nuestra fe, nos hemos hecho omisos a una responsabilidad de alta importancia: somos los portadores del mensaje de Cristo.
Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los primeros creyentes el día de Pentecostés, hubo un detalle extraordinario: ellos (todos ellos) hablaban hebreo, pero la ciudad estaba llena de extranjeros. Pero en vez de exigir a los extranjeros que aprendieran hebreo para poder conocer y escuchar las maravillas del Señor, fue el Espíritu Santo quien puso en las bocas de los creyentes el hablar en otros idiomas, para que todos pudieran escuchar del Señor en su propio idioma.
Y esa sigue siendo la intención del Espíritu Santo en nuestros días. Entre las naciones, y entre las generaciones. Pastores, en tu ejercicio ministerial: ¿hablas el idioma de la gente? ¿O esperas que ellos hablen tu idioma, y se adapten a tu cultura cristiana para que entonces puedan escuchar el mensaje de Cristo? El asunto es que nuestras iglesias y actividades abundan en un lenguaje lleno de códigos que hacen ajenos y poco atractivos nuestros ambientes de adoración, al grado tal que quizá y haya quien no entiende mucho de lo que decimos en nuestras reuniones.
Sin afán de ofender, pero la abundancia de “amenes” y de “Gloria a Dios” y “aleluyas” entre otras, son expresiones que parecemos utilizar más para cubrirnos que para comunicar. El llamado de Dios para nosotros es justamente ese: COMUNICAR. Y no me mal entiendas, el problema no son los amenos: el problema sería si me enoja si alguien no los dice, porque asumo que así debe ser. El problema es querer que la siguiente generación haga y viva la fe como yo lo hice. Si pastoreo a la siguiente generación, y necesitan que vea un video en YouTube, un reel, un short, o un tiktok, necesito hacerlo. No sacrifico mi identidad, pero sí me adapto. Griego con el griego. Como Cristo, quien tomó forma de hombre. Como Wesley, que estuvo dispuesto a salir de los templos y predicar en los anfiteatros de las entradas a las minas de carbón, o en las plazas, o cementerios.
Al comunicar, las formas importan. Cuando cantamos, se nos dice que cantemos como hablamos. Es quizá la manera más auténtica de extraer “nuestra voz” al cantar. Nosotros, cada uno, los predicadores de la palabra, tenemos una voz, única, auténtica, genuina. Tienes tu propia voz, que con la llenura del Espíritu Santo es suficiente para compartir la verdad del evangelio.
Y sí, la elocuencia tiene su lugar; pero la exageración y la teatralidad y en algunos casos la exageración, en vez de crear vínculos, producen barreras que terminan separándonos de aquellos a quienes debemos estar pastoreando. Sé genuino, eleva TU VOZ, no copies estilos ni modelos ajenos; no pretendas tener la voz de alguien más, porque ello sólo limitará tu pastoral y te desconectará de las generaciones que debemos pastorear.
No podemos dejar a un lado que las diferencias generacionales nos van sesgando y dejando cada vez más incomunicados; y es responsabilidad nuestra, casi que una obligación, el estar a la vanguardia tratando de entender a cada generación presente en nuestras iglesias, para lograr comunicar eficientemente el mensaje de Cristo con cada uno de ellos.
Y esta labor es titánica, extraordinaria, abrumadora. Pero es nuestro llamado. Exige intención, y actualización, y aprendizaje constante, y consenso, y conexión con otros, y trabajo en equipo, y sobre todo PREGUNTAR MUCHO. ¿Qué significa ese hashtag? ¿Por qué usas esos filtros? ¿Por qué esa bandera?
Los pastores tenemos una bendición extraordinaria: tenemos un equipo. Porque nosotros, aunque somos quienes vamos al frente de nuestras congregaciones, no vamos solos. El principio del liderazgo es que alguien nos sigue. Y yo los conozco a la mayoría de ustedes, y todos han desarrollado un liderazgo excepcional a lo largo de los años. No estás solo. El equipo de personas en nuestras iglesias locales que colaboran con nosotros son ese primer referente para diseñar ambientes y reuniones inspiradoras. No podemos solos. Necesitamos hacer equipo para crear ambientes y diseñar reuniones inspiradoras para generaciones. Porque no podemos solos.
Tenemos un mensaje, y somos responsables de comunicarlo de manera eficaz con la siguiente generación.
HABLEMOS DE CULTOS
Creando cultos que impactan a nuevas generaciones. ¿Cultos? Si me permite déjeme usar las palabras del pastor Israel Rodriguez el día de ayer, que resonaron en mi corazón: el mandamiento de Cristo no es hacer cultos, es hacer discípulos. Claro que en nuestra mente conservadora, usamos la palabra “culto” refiriéndonos a las reuniones en los templos o en las casas, donde es predicada la palabra del señor. CULTO es lo que describe al ambiente propicio para que una persona pueda ser expuesta a la presencia y la realidad de Dios entre su iglesia, escuchando su palabra, adorándole, y experimentando el poder transformador de Dios en su vida.
Sin embargo este “ambiente” no necesariamente debe seguir el régimen o estilo determinado por nuestra tradición. Un ambiente propicio para tener contacto con Dios puede ser una reunión de célula en casa, o una fogata, o una charla en un café, o una palapa con luces de feria y música, o un salón con sillones y puffs y alfombra donde puedes estar sentado en el piso escuchando música acústica, o una azotea con media luz donde se ora unos por otros y se adora al Señor de manera espontánea. Yo sé que este tipo particular de reunión no necesariamente sigue las reglas no escritas de lo que llamamos “culto”. De hecho, en la experiencia de iglesia post-pandemia, las transmisiones en línea, reuniones virtuales, han venido a tomar un lugar importante en nuestra vida de iglesia, y no obedecen exactamente a lo que conocemos como “culto”.
Así, quiero atreverme (arbitrariamente y sin permiso) a no utilizar hoy la palabra “culto” y referirme a ambientes especiales, que la iglesia debe crear y Diseñar para que las diferentes generaciones puedan conocer y experimentar a Dios. Así quiero transformar la sentencia: “Preparando un culto para impactar a las nuevas generaciones, por: “Diseñando ambientes propicios de encuentro con Dios para llegar al corazón de las generaciones en nuestras iglesias locales”. El reto es (y siempre será) generar ambientes en los que las nuevas generaciones puedan interactuar con nuestra vida de iglesia. Y el error siempre será esperar que ellos hagan lo mismo que yo. En la historia de la iglesia, es justo esa actitud la que ha provocado las más grandes fracturas eclesiales.
¿Cómo te sientes al comunicar el mensaje del evangelio a las nuevas generaciones?¿Las escuchas? ¿Los entiendes? ¿Eres cercano a ellos? Y esto no tiene que ver con edad, tiene que ver con intención. Porque no todos los jóvenes logran conectar con otros jóvenes al predicarles el evangelio. Y hay algunas mujeres y hombres maduros que han logrado vencer esa brecha, y conectar con tanta facilidad con las generaciones más jóvenes. Lo sabe la mujer madura que tiene una hija universitaria a la que le gustan los grupos de k-pop, y que sabe que necesita conectar con ella. Lo sabe el padre de adolescentes que sabe que sus hijas están enfrentando retos relativos a su sexualidad entre sus compañeros de secundaria, y para quienes necesita tener una respuesta. Lo sabe quien tiene hijos universitarios varones que necesitan alguien con quien conectar y que reconoce que debe ser el lugar de refugio para sus hijos. Porque conectar con las generaciones tiene que ver con intencionalidad, ser intencionales en relacionarnos con ellos.
Quiero cerrar con una persona que es conocida por todos nosotros. Su nombre es Juan. Siendo muy joven, y dedicado al oficio de pescador, un rabino famoso lo invitó a ser parte de su “equipo de ministerio”. ¿Qué puede saber un pescador? ¿A qué universidad fue? Su origen hace que los estudiosos de las escrituras hasta duden que él haya sido quien escribió el evangelio de Juan, y el libro del Apocalipsis. Nosotros, como cristianos evangélicos ortodoxos, asumimos la autoría del evangelio, las cartas y el Apocalipsis a este anciano Juan, quien al final de sus días, cuando está a punto de terminar el primer siglo, redacta estas obras. Y leemos estos escritos, y nos asombramos de muchas cosas: su manejo del griego, su entendimiento de la filosofía griega, sus respuestas al gnosticismo, sus referencias a Filón, y la conexión que hace con el mensaje del evangelio de modo que los helenistas se pueden encontrar con este Mensaje. Este evangelio, que no es sólo para judíos, sino también para griegos; griegos, quienes quizá en un inicio no estaban interesados en escuchar de Jesucristo, pero para quienes ahora este evangelio es pertinente y transformador.
Y los críticos de la Escritura dicen: no pudo ser el mismo Juan. Pero a mí me gusta pensar en ese Juan, quien no se detuvo en su preparación, quien aprendió y conectó con el mundo de su tiempo, y nos legó su testimonio a la iglesia del Señor. ¡Qué ejemplo el de Juan! El superintendente del distrito de Asia Menor, no se detuvo nunca. Juan, el anciano Juan, a sus casi 80 años de edad se reinventó… Quizá “reinventó” suena demasiado chocante, digámoslo así: fue sensible a las necesidades de su mundo y se preparó para presentar el mensaje del evangelio de Cristo a una generación que no había conocido a Jesús, que pensaba diferente, que hablaba diferente, pero que necesitaba profundamente responder a la invitación a relacionarse con Dios.
Si Juan pudo, ¿qué te hace falta a ti? ¡No te detengas! No sólo en tu preparación y pasión por conocer al Señor al que fuiste llamado, sino en seguir conectando con las generaciones. No es labor de “los pastores jóvenes”; no te dejes engañar. Es responsabilidad de cada siervo de Dios el conectar con la siguiente generación. Es mi responsabilidad que mi generación, y especialmente la siguiente, conozcan al Señor, y continúen con el extendimiento del reino de Dios, hasta que Cristo regrese. Es nuestra responsabilidad conectar con la siguiente generación, y hacer todos los esfuerzos necesarios, con la ayuda del Espíritu Santo, para que escuchen y respondan al mensaje del Evangelio del Señor. Y ésa es quizá la clave: el Espíritu Santo. Él presente, y nosotros siendo intencionales. No el uno, sin lo otro.