HISTORIAS DE UNA HISTORIA

HISTORIAS DE UNA HISTORIA

Pbro. Baltazar González Carrillo

HISTORIA NÚMERO.45

VEN, SANTO ESPIRITU

Del mes de agosto al mes de diciembre de 1973 fueron meses de intenso trabajo en la Iglesia de Reynosa y el circuito que incluía mi nombramiento. Fue tiempo también de mucha oración con la súplica constante de pedirle al Señor el derramamiento de Su Espíritu sobre estas Iglesias; de alguna manera el Señor me mostró que la congregación estaba compuesta por tres tipos de personas: los que defendían conservar las tradiciones, usos y costumbres; los hermanos que anhelaban un avivamiento; y un tercer grupo que no le interesaba ni lo uno ni lo otro, simplemente se concretaban a venir al templo cada Domingo sin tomar un compromiso con la Iglesia.

En este tiempo pedí la dirección divina ante una situación como ésta. Respecto a los hermanos tradicionalistas, opté por conservar el orden del culto sin imponer otras expresiones cúlticas; respecto a los hermanos que buscaban un avivamiento, nos refugiamos en “la Capilla” de la colonia Ampliación Longoria con gente nueva, sencilla y muy sensible al mover del Espíritu  -entre ellos los fundadores de esa misión, la hermana Melchorcita Berman y sus hijos Aarón, Roberto y Chayito. Cada viernes por la noche y domingos por la tarde los hermanos de esa misión y otras familias de la Iglesia del Centro nos reuníamos para alabar al Señor, orar juntos y predicar el evangelio. En cada culto había nuevos convertidos a Cristo y pronto el Señor nos mostró la cercanía del derramamiento del Espíritu…

En el amanecer de 1974 el grupo musical conocido como “La Generación de Jesús” vino a la Capilla el segundo Domingo de enero por la tarde, dio un concierto con los cantos que ya formaban parte de su nuevo disco y eran ya conocidos por las Iglesias Cristianas. Nuestra Capilla estaba abarrotada y los que no cupieron se agolpaban por las ventanas para escuchar este concierto… el Espíritu Santo de Dios comenzó a tocar corazones, especialmente de los niños, los adolescentes, los jóvenes y algunos adultos… llegó un momento en el cual el grupo musical había concluido su participación, pero la congregación que llenaba aquel lugar seguían alabando a Dios, unos con cantos, otros orando, algunos oraban en otras lenguas, había adultos llorando; en fin, era una gloriosa manifestación como aquel Día de Pentecostés  en que en el Aposento Alto de Jerusalén, los discípulos fueron llenos del Espíritu según lo narra Hechos capítulo 2.

El grupo musical retiró sus instrumentos por una ventana, pues tenían otro concierto en otra Iglesia…

La manifestación del Espíritu no cesaba: algunos hermanos adultos y yo les ministrábamos imponiendo nuestras manos sobre sus cabezas y gozándonos por aquella obra que Dios estaba haciendo en medio de esta Iglesia… luego vino una hermosa tranquilidad, que no era otra cosa que la Paz de Cristo reposando en nuestros corazones…

Regresamos a la Iglesia del Centro, pues ya era la hora del culto de la noche. A los hermanos de la Iglesia del Centro se nos unieron algunos jóvenes de la misión… acostumbrábamos terminar el último culto dominical orando en el altar y así pasó; pero luego los niños que habían recibido el Espíritu Santo vinieron a ministrar a los adultos imponiéndoles sus manos, algunos de ellos orando en otras lenguas y los hermanos por quienes oraban también fueron bautizados con el Espíritu Santo.

Esta experiencia fue el inicio de un gran avivamiento en la mayoría de la congregación. La Iglesia creció a más del doble de su membresía; la Capilla que estaba construida de madera fue ampliada; fue en estos primeros meses del año en que cosas extraordinarias estaban pasando: había nuevos convertidos, se organizaron los coros infantil y juvenil, ocurrían milagros y sanidades y muchos hermanos no sólo recibían a Cristo, sino también la llenura del Espíritu. A pesar de todo ésto había un reducido grupo de hermanos inconformes que se oponían terminantemente al avivamiento…

Una tarde tres de estos hermanos inconformes vinieron a hablar conmigo. Habían redactado una carta dirigida al señor Obispo; en ella denunciaban que la Iglesia se estaba acabando, que no se respetaban las tradiciones y que, económicamente, la Iglesia estaba quebrada. Luego me plantearon que esa carta no se enviaría a México -residencia del Obispo-  a menos que yo impidiera el avance de este avivamiento. Por supuesto que yo me negué, pues estaba persuadido de que ésta era la obra de Dios y no de los hombres. Aquel encuentro terminó con una advertencia y una determinación personal de estos tres hermanos: primero, de enviar la carta; y segundo, de retirar su ofrenda mensual. 

Cuando ellos se retiraron fui al templo y me postré en oración y llanto delante del Señor. No sé cuánto tiempo pasó; lo que recuerdo es que ya era de noche y mi esposa me vino a hablar diciéndome que un hermano había venido a la casa para hablar conmigo. Se trataba del señor Heliodoro Salinas, quien venía a invitarnos a cenar en su casa; el hermano Lolo y su esposa Obdulia eran recién convertidos y luego de cenar me preguntaron por qué la gente en el templo tomaba unos sobres, ponían dinero y escribían algo… Les expliqué que la Iglesia -conforme a la Biblia- depositaba sus diezmos, primicias y ofrendas. Luego me manifestaron su deseo de ser diezmeros… el siguiente domingo la tesorera de la Iglesia recibió un sobre del matrimonio Salinas con 12 mil pesos de diezmo (los hermanos que retiraron sus ofrendas daban un total de 900 pesos).

Pasadas las semanas el superintendente del distrito me comunicó que el señor Obispo haría una visita a las Iglesias de la franja fronteriza en Semana Santa y que estaría con nosotros el miércoles de dicha semana. Previo a la visita del Obispo preparé a un grupo de hermanos recién convertidos para que fueran bautizados por el Obispo en su próxima visita. Llegó el esperado Miércoles de Semana Santa de 1974. El templo El Buen Pastor, en el Centro de Reynosa, estaba repleto; durante el culto el coro juvenil alabó al Señor con sus cantos acompañados por el hermano Gabriel Loyo y su guitarra y yo con mi acordeón; luego vinieron los bautismos y pasaron al frente 18 hermanos, algunos adultos y en su mayoría jóvenes. Cuando el Obispo, Don Alejandro Ruíz Muñoz, y el pastor Joel Mora Peña, nuestro superintendente y yo imponíamos nuestras manos, algunos de los bautizados se desvanecían en el piso, otros hablaban en lenguas, unos más lloraban y hubo quienes prorrumpían en cantos de alabanza: una vez más el Espíritu de Dios llenaba aquel lugar. Vino luego la predicación del Obispo y el culto terminó felizmente. Le dije al Obispo y al pastor Mora que había un grupo de hermanos que deseaban hablar con ellos; y así pasó, después de escucharlos, el Obispo les dijo: ustedes me dijeron en su carta que la Iglesia estaba acabada, que no había gente y que las finanzas estaban quebradas; pero esta noche, he corroborado todo lo contrario: hay mucha gente, muchos convertidos, la Iglesia está al corriente en sus aportaciones al Distrito y a la Conferencia. Le doy gracias a Dios por este avivamiento que ha llegado a varias Iglesias del norte del país. Me voy muy contento de la obra que el Señor está haciendo en esta Iglesia.

Dios continuó haciendo maravillas entre nosotros. Los cultos en el templo y en la Capilla seguían siendo muy bendecidos. Debo mencionar al hermano Loyo como el autor de varios cantos: uno, dedicado a la Capilla y que era cantado primero por él y después por todos con un gran gozo y agradecimiento al Señor por ese lugar donde comenzó el avivamiento; también el joven César Perales fue inspirado por Dios para componer otros cantos. También Dios usó grandemente a la hermana Ana María González en la ministración. Por otra parte el coro juvenil fue invitado para cantar en algunas Iglesias de la ciudad y también en algunas Iglesias del Valle de Texas. El grupo de teatro también llevó los dramas de Navidad, a la Capilla, a la Iglesia Ebenezer y a la Iglesia Príncipe de Paz de la colonia Las Granjas; en esta última Iglesia después de la presentación del drama el Espíritu Santo se derramó en la congregación, especialmente entre la juventud.

Fueron tres años (1973-1976) en los cuales aprendí a vivir dependiendo completamente del poder del Señor.

En mi próxima historia les contaré del mover del Espíritu entre los niños de mi congregación en Reynosa.

Mi oración que llevé al Señor diciéndole: “VEN, ESPÍRITU SANTO” se había cumplido. ¡ALELUYA!

Fuente: https://www.facebook.com/autobiografiabaltazargonzalezcarrillo/photos/a.1418694535054125/3128581480732080

Un comentario sobre “HISTORIAS DE UNA HISTORIA

  1. Así fué…desde entonces Mi fe en Jehová Dios Padre, hecho carne en Nuestro Señor JESUCRISTO y la compañia diaria del ESPIRITU SANTO, Me acompañan cada dia de mi vida, y por la GRACIA de Dios, cada día ha aumentado Mi fe y Mi convicción de que finalmente, el propósito principal de todo ser humano es entender que nuestras almas son eternas y estamos llamados a ser como los ÁNGELES de Dios, en el final de los tiempos.
    Asi que, SEA que VIVAMOS o SEA que MURAMOS…Somos del SEÑOR…POR SU INFINITA GRACIA.

    El pastor BALTAZAR GONZÁLEZ CARRILLO y Su Esposa JULIA, en esa época, tenían a Julieta (Dios la tenga en Su gloria), Balta y Julisa…pero TODOS LOS DÍAS LLEGÁBAMOS A SU CASA (casa pastoral muy sencilla), todos los Adolescentes y Jóvenes CONVERTIDOS en aquel HERMOSO AVIVAMIENTO ESIRITUAL.
    Así es que en esos días, ellos fungieron como Guía y Padres de unos 15 jóvenes de nuestra iglesia.

    Ahí conocí a mi esposa YOLANDA LETICIA TORRES, con Quien llevo 38 años casado y así mismo algunos compañeros se casaron en aquellas fechas.

    Así que son pilares de Mi formacion «religiosa», Baltazar Gonzalez Carrillo y Su Esposa Julia, El hermano LEAL (+), la hermana ANA MARIA GONZALEZ(+), el hermano PEDRO JAVIER SALINAS(+), el hermano MORALES(+), y sobre todos…la GRACIA de Nuesto Dios Padre y el AMOR de Nuestro Señor JESUCRISTO y la VISITA de EL ESPÍRITU SANTO, que NOS PERMITIÓ VIVIR ESE AVIVAMIENTO MUNDIAL…porque en esas fechas empezó el MOVIMIENTO CARISMÁTICO de las iglesias católicas, que también se empezaban a dividir, porque no entendían lo que sucedia.

    Gracias pastor BALTAZAR CARRILLO…¡¡¡VARON DE DIOS¡¡¡¡

    Con afecto, Juan Manuel Perales y Yolanda Leticia Torres

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