Este año 2023 celebramos 150 años del metodismo en México. Un tiempo bastante considerable, comparándolo con los 202 años de un México libre; a los primeros 50 años de existencia de nuestra patria independiente llegaron los trabajos de la Iglesia Metodista, y desde entonces su labor no ha cesado.
En esta larga secuencia existencial, la Iglesia Metodista de México ha pasado por varios procesos de cambio en beneficio de ésta, de su estructura, gobierno, vocación, de las congregaciones, de la legislación. Sin duda, estos mecanismos metódicos han sido característica de la IMM, así como un pilar de su existencia y estabilidad. Claro está que ha pasado por los tragos amargos del divisionismo, el autoritarismo, la disidencia y la crisis financiera; pero tomados de la mano de Dios, esos obstáculos fueron superados, constituyendo la IMM que hoy conocemos.
Es por ello que esta celebración debe estar colmada de un elemento esencial: la unidad. Sin duda, cada conferencia anual estará dando un tiempo en sus sesiones para hablar, comentar, diseñar festivales, cultos especiales por 150 años de metodismo mexicano; y en el marco de esa unidad, no debemos dejar de lado que somos una Iglesia Metodista de México. Si bien divididos en 6 conferencias anuales con sus respectivos distritos, somos una sola iglesia; no celebramos el primer culto en alguna iglesia, capilla o misión en especial, sino la unidad de más de 300 congregaciones en el país, que han nacido y crecido durante estos años; congregaciones con historia propia, con hombres y mujeres, cuyos nombres escritos en la memoria de cada iglesia local permitieron la vida cristiana en cada ciudad de nuestro país. Hablamos de la unidad de cada congregante con su iglesia, de cada familia unida por su congregación, por cada culto, cada himno entonado, reconociendo la salvación de Cristo y el amor de Dios.
No nos encontramos ante una celebración que quede en fotos de colección en redes sociales, en majestuosas placas conmemorativas o impresionantes conciertos, disertaciones litúrgicas y sermones plagados de intelectualidad escrituraria: Nos encontramos con el reconocimiento a cada pastor que recorrió miles de kilómetros en una itinerancia verdadera por todo el país por llevar el mensaje de Dios donde era necesario. Ensalzamos el esfuerzo del joven, del adulto, del anciano, del niño, de la mujer de cada congregación, que aportó su trabajo, su diezmo, su tiempo, para construir, edificar, ampliar, mejorar esa congregación, visitándose unos a otros, cuidándose, orando lo unos por los otros. Agradecemos la vida de aquellos hombres y mujeres que pasaron a la eternidad dejando un legado de amor y servicio sincero, sin protagonismo o envidias. Todo ello, todo lo que somos hoy, es por la unidad de quienes nos precedieron.
Hoy la IMM tiene muchos retos, en todos los frentes: violencia, dolor, muerte, abuso; preocupaciones por los ancianos, los jóvenes, las mujeres, los hombres; limitaciones financieras; y esperamos no haber perdido la esencia de ver por el necesitado, de predicar al Jesús resucitado, de consolar al que sufre, de “pensar y dejar pensar”, de amar a Dios con todo nuestro ser, mente y corazón, y a nuestro prójimo.
Vienen a la memoria dos frases especiales, predicadas por obispos en la congregación de Cuautla, ambas en el culto de aniversario, uno en 1993 y otro en 1995; la primera, del obispo Ulises Hernández: “no basta con decir que Dios está conmigo, hay que creer y vivir con Dios mismo”; y de la obispo Graciela Álvarez: “si hemos llegado hasta aquí, es porque Dios mismo, quiere que lleguemos más lejos”.
Esa es la esencia de la unidad de la IMM, ¡Dios mismo! Hemos llegado a 150 años del metodismo en México, porque Dios quiere que lleguemos más lejos; que lleguemos a donde necesitan de Dios, donde la luz de Cristo ilumine las tinieblas del pecador y del sufriente de este mundo. Hemos llegado hasta aquí, porque no nos hemos apartado de Dios, no nos hemos soltado de su mano; y si en algún momento lo hicimos, Él mismo nos vuelve a tomar y nos aferramos a Él.
Esa es la particularidad de este aniversario; no la existencia de un sistema, una ley, inclusive de la iglesia misma, sino que cada metodista en México cree en Dios, vive en Dios, camina con Dios, y en Dios mismo. Somos uno solo, somos hermanos, somos la Iglesia del Dios Viviente, somos la Iglesia del Cristo resucitado, somos la Iglesia pregonera del amor del Espíritu Santo, somos los mensajeros de Dios en esta parroquia mundial. Somos, en esencia, el testimonio de que Dios vive, ¡y vive en nosotros! Y esa es la realidad y la verdadera unidad: la unidad de la Iglesia Metodista en Dios mismo.
Dios nos ha sostenido,
Dios nos llevará más lejos,
Dios es nuestra unidad,
Dios está con nosotros.
Mtro. José Manuel Tinoco Reyes
Iglesia Templo de Cristo. Cuautla, Mor.
Nombre: José Manuel Tinoco Reyes
Miembro de la Iglesia Metodista Templo de Cristo desde 1995. Ha participado en su congregación como director del coro infantil «Rey David», del coro «Manuel V. Flores» (a la fecha), presidente de desarrollo cristiano, de finanzas y administración, así como de programa. Ha sido representante laico del distrito sudoriental de la CAM durante el cuatrienio 2014-2018. Organista desde 1994. Contador Público, Maestro en Docencia y profesor de tiempo completo en nivel medio superior (DGETI / UAEM)