El Sexo y el Género.
Drernestocontreras@hotmail.com
Para conservar su especie, los seres vivos necesitan reproducirse antes de morir. En la naturaleza, se define como especie, al grupo poblacional formado por individuos que se pueden reproducir entre sí. Por ejemplo, un chango y un humano, no se pueden reproducir, por lo tanto, no son de una especie “hermana,” como es el caso del caballo y el burro (y otros 20 casos másen la naturaleza, como el león y el tigre, y el jitomate y la papa), que, aunque se pueden reproducir, el resultante (la mula, el tiglón la jitopapa, etc.), es siempre estéril y por lo tanto no crea una nueva especie. Hay unos 2 millones de especies conocidas de plantas (300 mil) y animales (1.5 millones), y probablemente haya más de 10 millones de especies por descubrir.
Casi a diario se descubren nuevas especies, y se calcula que solo de insectos y bacterias, podrían haber más de 10 millones de cada uno; pero nunca se ha encontrado una especie en evolución, o una forma intermedia entre una especie y otra, y menos alguno de los llamados eslabones perdidos entre un invertebrado y un vertebrado, entre un reptil y un mamífero
La gran mayoría de las especies son bisexuadas, o sea con individuos de dos sexos (macho y hembra), y con dimorfismo sexual (el cuerpo del macho es diferente al de la hembra). Solo la unión de un gameto (célula reproductora) masculino (por ejemplo, el espermatozoide en los mamíferos) con uno femenino (el óvulo), puede formar hijos o descendientes.
Aproximadamente el 70% de las plantas con flores(angiospermas), son hermafroditas (que tienen flores con órganos sexuales masculinos y femeninos), y que se pueden fecundar a sí mismas.
Pero, aunque hay gusanos hermafroditas, el hermafroditismo es excepcional en los animales, nunca se asocia con conductas no heterosexuales. El hermafroditismo, no existe en los mamíferos, incluyendo a los humanos
El sexo es determinado genéticamente, y no es modificable, pues queda registrado en el núcleo (como la yema del huevo), de cada una de los miles de millones de células del organismo. En el humano, por ejemplo, si un óvulo (que siempre tiene cromosoma sexual X) es fecundado por un espermatozoide con cromosoma sexual X, tendrá como resultado la concepción de una hija, con fórmula cromosómica sexual XX; si el espermatozoide que fecunda al óvulo, tiene cromosoma sexual Y, el resultado será un hijo varón, con fórmula cromosómica XY.
Cualquier otra fórmula cromosómica sexual (XO, XXX, XXY, XYY), que por accidente, pueda, muy ocasionalmente, generarse, engendra individuos humanos anormales (pseudohermafroditas), con alteraciones principalmente en los genitales, que son siempre estériles, y con conductas predominantemente femeninas; pero nunca condicionan conductas no heterosexuales, o antinaturales de otro tipo.
Lo natural, es que, para que la especie se perpetúe, conviene que el comportamiento sexual, social y cultural de la persona, sea congruente con su sexo biológico: que la conducta del varón esté revestida de masculinidad, y el de la mujer, de femineidad. En otras palabras, que la persona parezca lo que sus cromosomas sexuales dicen que es: Varón o mujer.
Desde la primera aparición de la especie humana (Homo sapiens), cualquier comportamiento no heterosexual de la primera pareja (diferente a la unión sexual del varón con la mujer), y cualquier relación sexual (coito), que no fuera pene-vagina (por la boca, o por el ano, por ejemplo), o la relación sexual del humano con un animal, hubiera causado la extinción de la especie.
Desde los tiempos de Sodoma y Gomorra (alrededor del 2,000 a.C.), ya está documentado en la literatura de varias culturas antiguas, que había personas con conductas no heterosexuales, y actualmente, en diferentes encuestas de población de los cinco continentes, entre 1% y 3.6% de la población, se declaran gays o LGBT (lesbianas, gays, bisexuales o transgénero), aunque hay otros estudios como el clásico de Kinsey (1950), que reportó que hasta un 10% o más de la población de E.U.A., tuvo alguna vez una experiencia con individuos de su mismo sexo; pero que ésta experiencia excepcional, no se tradujo en una conducta homosexual permanente. Actualmente, se reconoce que la conducta no heterosexual, después de la adolescencia, es casi irreversible.
Aunque no es raro que desde la niñez aparezcan conductas que, de acuerdo a la cultura circundante, se identifiquen o califiquen de característicamente contrarias a su sexo biológico (que a un niño le guste vestirse como niña y jugar con muñecas, por ejemplo), aún no se ha comprobado que haya un gen gay, o alguna otra alteración biológica u hormonal, en los gays.
Hay estudios en gemelos idénticos (con una información genética idéntica), en los que un gemelo se hizo gay y el otro siguió como heterosexual. Esto descarta que el comportamiento gay sea consecuencia de alguna alteración genética (en los genes). Una experiencia homosexual ocasional (en la cárcel o la guerra), no hace a una persona gay; ni tampoco la ausencia de hormonas (en los castrados), o la terapia hormonal (como con testosterona en mujeres), aunque les ocasiona que les salga barba, bigote y voz ronca, no las hace gays. O sea que a los gays, ni les faltan, ni les sobran hormonas sexuales.
La conclusión es que, las conductas no heterosexuales, no están determinadas por los genes u hormonas, y que, por lo tanto, son conductas adquiridas que alteran la conducta sexual, social y cultural de los gays, y que pueden asociarse a conductas sexuales (bisexuales, homosexuales y lesbianismo), travesti, o transgénero en general.
.
Desde finales del siglo XX, y hasta la actualidad, se han hecho múltiples intentos por clasificar las conductas no heterosexuales de esta minoría, principalmente con el fin de que tengan una identidad definida, y en un intento por legitimar su conducta como aceptable en la sociedad. Con este fin, se desarrolló el concepto de la identidad de género.
La identidad de género es el sexo sicológico con el que una persona se identifica, y que puede o no coincidir con su sexo biológico determinado cromosómica y genéticamente. Se asocia con los conceptos del sexo biológico (manifestado por los genitales), la identidad de género (conducta), y la expresión de género (las actividades o roles que culturalmente se atribuyen a un sexo).
En la mayoría de las sociedades la conducta sexual es binaria (varonil o femenina); pero cuando la conducta del individuo no cabe en ninguna de las dos, entra el concepto de transgénero, concepto aun no bien definido, pero que es la persona que tiene incongruencia entre su identidad de género (su conducta) y su sexo biológico (genético, cromosómico, genital)
El debate se ha centrado en si conviene o no clasificar los tipos de transgénero, pues algunos creen que promueve la estigmatización y la discriminación (homofobia), de los gays. Los géneros más conocidos son: heterosexualidad, homosexualidad (lesbianismo en las mujeres), bisexualidad, y transexualidad (los que pretenden cambiar el aspecto externo de su sexo,con cirugías y terapias hormonales).
Lo más importante es enfatizar que la identidad de género la define y establece cada persona, y no es ni heredada, ni causada por la sociedad. Cada individuo es libre de identificarse como varón, mujer, o persona transgénero. Todos tienen iguales privilegios y derechos humanos, y todos son igualmente responsables de las consecuencias de su conducta.
Dios en la Biblia, es muy específico, cuando dice que todo pecador, heterosexual u homosexual, nace condenado a sufrir tanto en forma terrenal como eterna, las consecuencias de sus conductas destructivas, y que el único Remedio Universal para sus males físicos, mentales y espirituales, es creer, aceptar, recibir y confesar a Jesucristo como su Dios y Salvador.
La Biblia enseña que todos, tanto por la herencia adámica como por los pecados voluntarios, somos pecadores, y el alegar que uno “así nació” (heterosexual, homosexual, etc.), de ninguna manera nos justifica ante Dios. La conclusión es que todos necesitamos salvación, para todos hay salvación, y todos podemos alcanzarla, por la gracia y la fe en Jesucristo. AMEN.