
¿Dónde está tu hermano?
Es tiempo de que en la Iglesia exista un protocolo de prevención y acompañamiento al abuso sexual.
Guillermo Niño Fernández*
“Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón. Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”.
Génesis 4:1-10
En el versículo 9 de esta lectura, la pregunta que encontramos en el texto bíblico la realiza Dios, confrontando a Caín después de que este hombre decidiera asesinar a su hermano. La respuesta de Caín es “¿Acaso soy guardia de mi hermano?”.
Hoy, en nuestra sociedad, vemos una comunidad dañada por los pecados sistemáticos como el machismo al normalizar la violencia en una relación de noviazgo, por ejemplo. Como los celos, los jaloneos, las prohibiciones de parte del hombre a la mujer en tener amigos, salidas recreativas, estudios o un trabajo, etcétera. O, el considerar “normal”, con base en un sistema corrupto, ver a una mujer asesinada en las portadas de periódicos amarillistas o mirar a mujeres semidesnudas en ciertas portadas en los puestos de revistas. El enterarnos de abusos sexuales a niños, niñas y adolescentes y no hacer nada, o verlo como un daño mínimo que pasará y sanará con el tiempo. O malbaratar la oración considerando que con una oración el daño sanará.
La pregunta que hace Dios a Caín, ahora nos la hace a nosotros y a nosotras: ¿Dónde está tu hermano? O podemos decir: tu prójimo. La respuesta de una parte de la Iglesia es y seguirá siendo “¿Acaso somos guardas de nuestro prójimo?”, o en otras palabras, yo no soy responsable de la vida de los demás, yo solo voy al templo a alabar a Dios, puedo orar por ellos; pero sabemos que la oración lleva a una acción, y en esta actitud no hay acción y si la hay, esa acción es alejarse del prójimo.
Hoy hay un reto que el Espíritu Santo nos hace como Cuerpo de Cristo y es seguir adelante con nuestra labor social, como con los migrantes en diversas zonas de nuestra República Mexicana, el visitar a los enfermos en los hospitales o en sus hogares, el donar despensas a familias que tiene escasos recursos. Pero también se debe de abrir un ministerio a los niños, niñas y adolescentes para prevenir el abuso sexual y acompañar aquellas personas que en su niñez y adolescencia pasaron por esta mala experiencia.
Sé que hay muchas necesidades sociales, pero es tiempo de que en la Iglesia exista un protocolo de prevención y acompañamiento al abuso sexual. La sangre de las personas que han sufrido abuso sexual clama por justicia y la Iglesia de Cristo esta para manifestar la justicia social, en el nombre de Jesucristo.
* Pbro. Guillermo Niño Fernández. Pastor metodista, Presidente Conferencial del Área de Testimonio Cristiano en la Conferencia Anual de México.