Juan Calvin Palomares
“Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.16 Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas”.
Jn. 20
No me retengas. No me toques. Lo que estamos viviendo en tiempos de Covid, al ver esa expresión de no me toques, hace brotar un sentido que hace unos meses jamás habríamos percibido con tanta fuerza: el tacto no es cualquier cosa. Hace ya unos meses que se nos prohíbe tocar, o es mucho más complicado que te toquen, y cuando te tocan sientes cosas que antes no podías sentir. Yo algún día de este verano en la playa me caí en la arena, y al ir en silla de ruedas tuve problemas para levantarme. Al verme, a cierta distancia, algunas personas tenían miedo de venir y ayudarme a levantarme: porque tenían miedo de tocarme. Al final decidieron ayudarme, y mientras me ayudaban me tocaban, y yo tenía miedo, porque cualquiera tiene esa sensación extraña: miedo y alegría a la vez de que te toquen.
Miedo y alegría, de que te toquen, de que te ayuden, de que te levanten, y de eso trata este texto: del levantamiento del cuerpo. Nos narra a un Jesús que se ha levantado de los muertos y que le dice a María: no me toques. Un verbo que se traduce por retener, y por tocar, ambos significados son importantes. Un doble sentido que no podemos captar en español plenamente. Si lo traducimos como no me retengas perdemos el sentido de bulto, pues se trata de una escena donde el tacto tiene gran importancia. Si lo traducimos por no me toques perdemos ese matiz de retener. ¿Cómo podemos imaginar esto? ¿quizá como a un Jesús a cierta distancia de María, y ella queriendo abalanzarse hacia su recién descubierto Señor, llena de alegría, y este diciéndole: “no me toques”?; o bien ¿cómo una María que ya abrazaba a Jesús y este le dice: “no me toques”, “no me retengas”? ¿Qué nos dice esto a nosotros de nuestra fe?
Seguir leyendo «Desde una Fe en Certezas, hacia ¿una «Fe de Incertidumbres»?» →Me gusta esto:
Me gusta Cargando...